sábado, 29 de enero de 2011

Alejando pesadillas

No podría imaginarme nunca a un equipo de Menotti jugando como un equipo de Bilardo; ni a un conjunto entrenado por Arsene Wenger jugando como jugaría el Bilbao de Javier Clemente que nos condenó a Segunda División torciéndonos para siempre nuestra confianza y nuestra historia. La primera parte de hoy parecía fuera de todos los guiones que uno podría imaginar en un equipo entrenado por Paco Jémez: patadones, ausencia de más de dos pases seguidos, entrega de la iniciativa al equipo contrario y apatía en lugar de entusiasmo. Reconozco que respiré intranquilo, no tanto por el partido, que siempre es un hecho casual, sino por un posible cambio de sistema que nos alejara del Gran Canaria y que nos hiciera pasar los canales de la tele buscando algo bello que regalarle a nuestros ojos ya atónitos y sufrientes de tanta realidad marrullera y perversa. Fue un mal sueño, una pesadilla pasajera. Se conoce que en el descanso Jémez recondujo a los jugadores y logró que por lo menos intentaran hacer lo que han venido haciendo buena parte de la temporada. No había muchos mimbres donde elegir. Los que jugaban entre destellos están casi todos lesionados. Pero ya volverán. Sin embargo, quienes jugaron hoy demostraron en la segunda parte su profesionalidad y su implicación con este equipo y con el sistema que propone su entrenador. Finalizamos el partido acorralando en su campo al equipo rival, tuvimos un par de ocasiones clarísimas y, sobre todo, mantuvimos a cero nuestra portería. Este último dato resulta crucial. Si no nos marcan goles no nos ganarán ningún partido. Parece una perogrullada, pero está claro que la inseguridad defensiva de las doce últimas semanas es la que nos ha colocado a las puertas del abismo. Matías Lequi es un gran fichaje, y después de ver cómo se ha manejado hoy está claro que es el hombre encargado de mantener concentrada y ordenada a la defensa y a las líneas de presión del mediocampo. Esa concentración defensiva ha propiciado, por ejemplo, que Josico aguantara todo el partido(en otros encuentros tenía que defender como tres jugadores, y entre ese esfuerzo adicional y su edad no pasaba nunca del minuto sesenta). Jorge, en cambio, no termina de ser el que fue. Igual nos sorprende y termina echándose el equipo encima. De momento tengo que reconocer que mis deseos de hace unas semanas se vienen abajo con las evidencias y con la apatía y la falta de confianza que demuestra a la hora de liderar el juego del equipo. Quizá Matías Lequi le pueda servir de ejemplo: un jugador veterano, de calidad contrastada y con personalidad se impone siempre en el campo de juego, da lo mismo la categoría en la que juegue o el tiempo que haya pasado sin vestirse de corto. No valen disculpas. Si nunca le hubiéramos visto jugar no le pediríamos nada y hasta le aplaudiríamos el esfuerzo, pero jamás vamos a consentir que se borre del centro del campo quien estaba llamado a ser el alma de la actual Unión Deportiva, el Germán o el Brindisi encargado de escribir los guiones que luego han de interpretar el resto de compañeros.

Seguimos sin ganar, pero por lo menos no hemos perdido ni hemos recibido goles. Se ha logrado detener la sangría, y eso era muy importante. Ahora toca vencer al Huesca el próximo fin de semana. No hay más opciones. Tenemos que jugarnos el futuro sin los fantasistas y sin los talentosos, sin Viera y sin Vitolo. Igual este año, si encadenamos unas cuantas victorias, nos podemos acercar a la promoción. Si no es así, el objetivo es salvarnos cuanto antes, seguir madurando como equipo, y presentarnos la temporada que viene en disposición de ir a por el ascenso desde la primera jornada. Hasta que no recuperemos a los lesionados careceremos de la fuerza que teníamos a principios de temporada, pero con la paulatina reincorporación de éstos, con la subida de un par de canteranos más (Tyrone, Hernán y Roque), con la consolidación de muchos de los que han llegado (Lequi o Quero) y con los que se han reivindicado (Quiroga, Armiche o el mismo Pollo en el partido de Tenerife) podemos estar hablando de futuro sin salirnos del presente y sin plantear sueños imposibles. La paciencia es siempre una virtud necesaria. Vamos a dejar que todo se coloque de nuevo. Creo que vienen buenos tiempos a muy corto plazo. Los caminos se recorren poco a poco, y los primeros pasos suelen ser los más difíciles y al mismo tiempo los más determinantes. Luego todo pasa por querer jugar al fútbol, por no despertarnos un día y encontrar un Kresic en lugar de un Jémez en el banquillo. Eso sería como para un culé encontrar a Helenio Herrero o a Venables en lugar de Cruyff o de Guardiola. Las pesadillas, cuanto más lejos mejor. Y hoy, con la imbatibilidad de Barbosa, hemos alejado un poco una de las que más zozobra nos provocaba esta temporada.

miércoles, 26 de enero de 2011

Slovan

No todo el mundo tiene la suerte de estudiar con la gestas de su equipo de fútbol. Los que pasamos por los institutos en los años ochenta nos encontrábamos en el libro de texto de primero de BUP la crónica del partido de la Unión Deportiva cuando eliminó al Slovan de Bratislava, entonces uno de los equipos punteros de Europa, en la temporada 72-73, justo después de haber eliminado al Torino y antes de caer con el Twente, un equipo con menos cartel que sus dos predecesores. En aquel conjunto amarillo, que entrenaba Pierre Sinibaldi, otra referencia de la Unión Deportiva que se ha mantenido en la memoria a pesar de haber pasado tanto tiempo, jugaban gente como Germán, Castellano, Trona, Estévez o Soto. Pero lo que yo quería destacar era el hecho de que aquella crónica que hablaba de la gesta amarilla en la actual Eslovaquia fuera leída durante años por todos los estudiantes de bachillerato de España. Digamos que aparecía como ejemplo de lo que debería ser el lenguaje periodístico, y más concretamente el lenguaje periodístico a la hora de abordar el deporte.

La elección de Las Palmas en lugar de cualquier otro equipo más laureado del fútbol nacional habría que buscarla en la admiración que había por nuestro conjunto durante aquellos años en casi todos los estadios peninsulares. Esa épica que nos llevó a los libros de texto e hizo que se hablara de Las Palmas hasta en las clases de Lengua y Literatura no debe ser olvidada nunca por quienes juegan en nuestro equipo. Tampoco por los aficionados. Este no es un club cualquiera. En su historia no hay grandes títulos que mostrar en vitrinas luminosas, pero cuenta con el cariño, el recuerdo y la admiración de miles de seguidores en todo el país. A esa condición no se llega así como así, y ya quisieran otros equipos haber quedado en la memoria de tantos y tantos que se pusieron en pie para aplaudir a la Unión Deportiva. Digamos que formamos parte de ese grupo de conjuntos señeros como el Sporting de Gijón, la Real Sociedad o el Betis que siempre queremos ver en Primera y por los que nos decantamos cuando no juegan los nuestros. El equipo amarillo tiene andado ese camino que conduce al corazón de los aficionados desde hace muchos años. Ahora sólo tenemos que refrescarles la memoria cuanto antes volviendo a las grandes tardes y a aquella manera espectacular de plantear y ganar los partidos.

domingo, 23 de enero de 2011

El presente también es nuestro

Ganamos con el futuro (en juveniles), les apabullamos con el pasado (veteranos) y les hemos empatado en su casa con el presente. Por tanto, la Unión Deportiva ha ganado, de momento, la Liga particular que cada año juega con el Tenerife, un equipazo que no se entiende que esté como farolillo rojo y que puede quedar muy tocado con ese gol postrero de Quiroga (a estas alturas, y a tenor de su rendimiento, creo que a nadie se le esconde que debe ser titular indiscutible con la Unión Deportiva).

Este empate tiene sabor a victoria, sobre todo porque llegó en un momento en que el equipo estaba herido, casi comatoso, después de haber jugado una primera parte muy digna. No apareció Jonathan Viera, esa es la peor noticia del partido. Y a David González le pudo la presión; pero todos sabemos quiénes son y cómo juegan los dos. Ya volverán a su mejor juego en los próximos partidos. Sin embargo, vimos a un Pignol que se manejó con mucha solvencia en el centro de la defensa, a un Aythami que se asienta cada día más en el equipo, a Pollo actuando con regularidad y jugando su mejor partido, y a dos jugadores de banda, Quero y Armiche, que desbordaban y que nos hacen concebir muchas ilusiones de cara al futuro. Y junto a todos ellos, cómo no, redescubrimos a Mauro Quiroga. Por tanto vuelvo a ser optimista. Iremos hacia arriba. Ese gol será el efecto placebo que yo reivindicaba en la crónica del partido contra el Córdoba. Y además ese momento en que el Rodríguez López sólo dejaba escuchar los ecos de los aficionados amarillos salva a Paco Jémez y lo mantiene como un aval de futuro. De haber perdido hoy no digo que lo hubieran cesado, pero su continuidad se hubiera tambaleado mucho. Los que defendemos su manera de entender el fútbol estamos un poco más contentos.

Si no estuviera más o menos en forma no me atrevería a ver estos partidos, sobre todo los últimos cuatro minutos. Pero lo que hago en encuentros como este es que me voy a correr una hora antes, me ducho con agua fría y afronto el choque predispuesto para la tensión y los nervios. En la carrera matinal de hoy pasé al lado del centro de atención sociosanitaria de Santa Brígida. Quedaría un cuarto de hora para comenzar el partido y yo ya me dirigía a mi casa para ducharme y sentarme delante del televisor. Fue entonces cuando vi a ese señor de unos ochenta años sentado en su silla de ruedas, con el transistor encendido, apartado del resto en una zona arbolada y pendiente de lo que hiciera su equipo. Seguro que los médicos le habían recomendado que no viera el partido por la tele (yo creo a su edad no podría seguir estos encuentros), y que como mucho le dejarían la opción de la radio (aunque tuve la impresión de que la escuchaba como mismo se fuma un cigarro a escondidas). Nos cruzamos la mirada. Sin decirnos nada nos deseamos mucha suerte. Me lo imaginé cabizbajo, triste y resignado después del gol del Tenerife. Y luego pude reconocerlo con los ojos iluminados y la alegría sin límites cuando empató la Unión Deportiva. Sólo por la satisfacción que está sintiendo ahora mismo ese viejo seguidor atado a una silla de ruedas e interno en un centro de mayores, merece la pena brindar por este resultado. Y es que el fútbol, a veces, escribe nuestro estado de ánimo semanal, sobre todo después de partidos como el de esta mañana en el Heliodoro. No ganamos, pero como dije al principio el futuro ya empieza a ser nuestro. No sólo por esos juveniles que ganaron el derbi la pasada semana. El equipo amarillo ha cambiado hoy el curso de su propia historia más reciente. A partir de ahora volveremos a donde mismo estábamos a principio de temporada. En el próximo encuentro volverá a girar la ruleta y comenzará la segunda vuelta. Se admiten apuestas otra vez. Yo sigo sin mover la ficha de las casillas que conducen a la gloria.

miércoles, 19 de enero de 2011

Rivalidad

El fútbol nunca sería fútbol sin rivalidad entre los contendientes. Cuando alguien que no lo conoce lo ve desde fuera lo describe como un deporte insufrible y lento. O tiramos de mitos, pasiones e infancia o no hay forma de entenderlo. De todas maneras el amor tampoco se entiende y todos estamos de acuerdo en que no hay nada más importante después de la salud. Tampoco entendemos de qué va la vida o para qué diablos estamos aquí, pero no por ello renunciamos a ser felices y a tratar de aprovechar hasta el último segundo de nuestra existencia mientras nos dejen seguir participando en la fiesta.

En esa felicidad, los futboleros no podemos dejar al margen los grandes partidos que nos predisponen a la emoción muchos días antes de que el árbitro indique el comienzo y el balón empiece a cumplir nuestros sueños o a convertir en añicos las ilusiones que alentamos toda la semana. Uno de esos partidos es sin duda el que enfrenta, cada vez que coincidimos en la misma categoría, a la Unión Deportiva Las Palmas y al Club Deportivo Tenerife. Importan poco los otros derbis del pasado. El que vale es siempre el siguiente, el que nos tiene en vilo toda esta semana. No hay nada más tedioso y más aburrido que un partido amistoso, pero al mismo tiempo no hay nada más emocionante y más grandioso que un partido de máxima rivalidad. Tenemos que conseguir que los cuatro exaltados de cada equipo no nos echen a perder la fiesta. Los buenos futboleros de ambos conjuntos sólo tenemos en cuenta lo que sucede dentro del terreno de juego. Ahí es donde confluyen todos nuestros sueños de grandeza y todas nuestras ilusiones. Al finalizar el partido no deberíamos olvidar nunca la grandeza de la lucha canaria que nos transmitieron nuestros abuelos, aquel gesto en el que el perdedor alza el brazo del que gana reconociendo deportivamente la victoria. De entrada, y hasta que no se demuestre lo contrario, firmo una victoria contundente de Las Palmas. En Tenerife volveremos a recuperar las ilusiones perdidas las últimas semanas. Cada jugador necesita un partido para empezar a consagrarse como una estrella. El de Tenerife será el de Jonathan Viera. Por eso soy tan optimista.

sábado, 15 de enero de 2011

El efecto placebo

Tengo un amigo anestesista que siempre me recuerda que más de un cincuenta por ciento de la eficacia de un medicamento se debe al efecto placebo, a lo que nosotros mismos creemos que nos hará una pastilla, unas gotas o una pomada. Creo que ese efecto placebo también lo podríamos llevar al fútbol. Los jugadores de la Unión Deportiva que hoy se enredaban con el balón entre los pies eran los mismos que hace unas semanas dibujaban pases casi imposibles o regates que levantaban a los aficionados de sus asientos. Se creían lo que intentaban y lo que les decía el entrenador que hicieran. Había un efecto placebo en su forma de jugar al fútbol que se contagiaba entre todo el equipo y que hacía que todo funcionara a las mil maravillas. Vale que ha habido lesiones importantes, pero un conjunto lo integran veintidós jugadores, y se entiende que cuando uno sale el que entra debe ir cogiendo la forma poco a poco hasta consolidarse. Son profesionales. Lo visto en el partido de hoy resulta preocupante, sobre todo por la actitud de algunos jugadores, por su desconfianza ( no había ningún efecto placebo cuando el balón pasaba por sus pies) y por la zozobra que el juego estaba generando en el público. Pero repito: esos jugadores (podría hablar sobre todo de David González) eran los que creíamos que nos iban a ascender a Primera División. También es el mismo entrenador. No me podía creer algunos comentarios que escuchaba a la salida del estadio. Muchos aficionados pedían la cabeza de Jémez. Con todos mis respetos me parece una barbaridad. Pero más descabellado me parecía lo que escuchaba en la radio del coche. Los mismos periodistas que encumbraban a Jémez y ponían a este equipo casi a la altura del Barça de Guardiola no dudaban a la hora de pedir el cese de Paco Jémez. No entiendo esa desmemoria. En Inglaterra los entrenadores están para las duras y para las más maduras. Lo que vale es el proyecto y la visión de futuro. Decían en la radio que no llegaría al partido de Tenerife. No sé qué hará el Consejo de Administración que preside Miguel Ángel Ramírez, pero confío en que no tomen la decisión de cesar al mismo entrenador que todos queríamos renovar cuanto antes hace unas pocas jornadas. Defiendo a Jémez porque su forma de entender el fútbol es la que nos ha llevado nuevamente al estadio. A mí tampoco me ha gustado cómo ha jugado el equipo los últimos partidos, y sobre todo cómo ha jugado hoy (¿jugó hoy Las Palmas?). Tampoco me han gustado algunos detalles en la forma de gestionar el grupo, enviando a un jugador a la grada, porque supuestamente no valía para nada, y luego sacándolo de titular en el partido siguiente, casi pidiéndole que se echara el equipo encima. Soy crítico, pero me niego a ser un exaltado. Esto lo escribo sin estar corriendo detrás de un balón y cuando hace más de una hora que acabó el encuentro. Se entiende que ya he tenido tiempo para que la razón acabara desbancando a la visceralidad del aficionado que sale del Gran Canaria pensando que estamos en caída libre. Recuerdo siempre que Guardiola empezó con el Barça empatando contra el Numancia, y que sobre la marcha la prensa más cainita y los aficionados más radicales ya estaban pidiendo su cabeza. Creo que Jémez es quien único puede devolver en estos momentos el efecto placebo al equipo. Tiene que reconducir la situación y ser capaz de volver a contagiar a los jugadores su ilusión y su manera de concebir el fútbol. Son los mismos que aplaudíamos a rabiar hace unas jornadas. Ese señor es el mismo señor del utilitario rojo que salía de los partidos ovacionado por cientos de aficionados. Entonces no sacó pecho. Siempre repetía que era mérito del equipo. Creo que merece un par de oportunidades más. No seríamos justos olvidando con tanta liviandad. Vale que otros cayeron en situaciones parecidas, pero no recuerdo que nadie en los últimos años hiciera jugar a Las Palmas como la hizo jugar Paco Jémez en los primeros partidos de Liga. Depende de él y de los jugadores el que podamos revivir aquel juego de pases endiablados y geniales. Lo de esta noche fue en desastre, pero así es también la vida, con luces y con sombras que se intercambian cada día y a veces cada hora. No vale hacerse el harakiri porque no nos salga nada a derechas. Al día siguiente podemos amanecer con toda la suerte de cara. Y también con esa confianza que cuando se pierde nos tiene como almas en pena por las calles. Lo recuerdo otra vez: en agosto lo más que esperábamos, siendo muy optimistas, era estar como estamos ahora. Y el que diga lo contrario miente como un bellaco. Si ganamos en Tenerife todo esto quedará como un mal recuerdo. Sé que los jugadores y que Jémez están pensando lo mismo que yo. Ellos saben cómo jugaban hace unas semanas y lo que pueden dar de sí. Apelo a su amor propio y a su compromiso con la entidad. Nos deben esa y otras muchas alegrías. Ahora es cuando entre todos tenemos que volver a ilusionarnos para no regresar a las noches de patadones en el césped y frío en las gradas del Gran Canaria. Lo decían los viejos aficionados amarillos que yo veía de niño en el Insular: balones al suelo. Esto es fútbol. No perdamos la calma. Parece mentira que no sepamos de lo que va el juego.

miércoles, 12 de enero de 2011

El Gol

Qué es el gol, por qué nos cambia tanto la vida ese momento sublime. Una vez, en la redacción del periódico en el que trabajaba, se le encargó a un fotógrafo que no tenía ni idea de fútbol que cubriera un partido de Tercera División. Le pidieron que intentara fotografiar el gol. Al cabo de unas horas entró en la redacción gritando a los cuatro vientos que tenía el gol. Al subir con las fotos reveladas el compañero de Deportes se encontró sólo un balón en el fondo de la red. El fotógrafo le había pedido al portero que no recogiera el referido balón y le había sacado quince o veinte fotos. El gol no era nada. No es nada. Pero al mismo tiempo lo es todo. Lo que lo vuelve grandioso es el jugador que remata, el público que grita, los recuerdos de los que ya no están para compartir con nosotros ese momento sublime, toda esa magia que hace que el fútbol sea mucho más que un deporte. Cuando me pregunten que por qué soy tan futbolero me remitiré a la carrera de Iniesta después de marcar el gol contra Holanda o a las lágrimas de Iker Casillas que hemos visto estos días en todos los balances del año. No es sólo un balón, ni una red, ni un árbitro empeñado en favorecer a los bárbaros. En la foto de ese gol, si la miráramos con detenimiento, acabaríamos viendo el corazón de cada uno de nosotros.

sábado, 8 de enero de 2011

Las circunstancias

Según acabó el partido de Las Palmas contra el Numancia jugué un parchís en el Ipad para ver si hoy disfrutaba de alguna victoria. Hasta el último momento tuve que pelear contra las fichas rojas (las mías, obviamente, eran las amarillas), pero logré ganar, y en el Ipad te aplauden cuando ganas. Así que llego contento al teclado, recién aplaudido, con el azar de mi parte y con ganas de compartir un pequeño triunfo de andar por casa. De lo otro mejor escribo poco. Lo otro es lo de Las Palmas hoy en Soria. Estaba lloviendo y estábamos en Castilla León. Cuando ocurra eso directamente apagaré la tele y me iré a pasear por Triana o por Las Canteras. Les recuerdo: Ponferradina, Salamanca, Valladolid…Menos mal que el Ávila, el Tordesillas o el Segovia no están en la Liga Adelante: si no estaríamos descendidos antes de empezar la competición. Y qué otra cosa podía haber pasado. El Real Madrid, después de ganar ocho a cero en la ida cayó esta semana con el Levante en el partido de vuelta: jugaba con los suplentes: nosotros jugábamos con los suplentes de los suplentes. Ni Vitolo, ni Vicente Gómez, ni Jonathan Viera, ni Cejudo, ni Guayre….¿Sigo? Y con Pindado en la portería (siento ser tan duro, no fue el culpable hoy, pero esos cuatro goles no le van a enseñar nada: dónde estaba Raúl, o cualquier otro portero que pudiera foguearse).

Estoy con Jémez. La culpa no es del sistema. Las lesiones, la desconfianza, la mala suerte y el estado de ánimo están empujando en nuestra contra. A principios de temporada entraban los goles, la defensa era contundente y no había lesionados. Recuerdo una conversación que tuve con el ex jugador de la Unión Deportiva Juani (ellos son los que saben de fútbol: nosotros no somos más que aficionados) después del partido del Alcorcón y el Villareal B. Yo estaba eufórico y ya veía a Las Palmas jugando de tú a tú al Barça de Guardiola con Vitolo y Jonathan Viera comandando el equipo. Juani, que había visto crecer a todos esos jugadores, no ocultaba su orgullo, pero recordaba que la Liga era larga y que podían pasar muchas cosas. Han pasado muchas cosas. Él sabía de lo que hablaba: están las lesiones (y pocos como él pueden contar cómo influyen las lesiones en el fútbol), las decisiones arbitrales, los despistes de quienes ya se creen poco menos que Baressi o Beckembauer y también, claro, la suerte que acompaña o que se aleja y nos deja (como decía el bolero) llorando quimeras.

Ya estamos asistiendo a ese aprendizaje del que hablaba Juani. Ahora no nos queda otra que empezar a remontar el vuelo cuanto antes. De entrada, tenemos que ganarle al Córdoba para ir a Tenerife con confianza (vamos a ganar: uno a cuatro: se admiten apuestas: con tres goles de Jonathan Viera). No se rían. Si escribes algo te lo terminas creyendo. Y tras esa victoria en el Heliodoro volveremos a remontar el vuelo. Los equipos de Castilla León, por ejemplo, son luego vulnerables en la isla, ya sin el frío y sin el agua como aliados. Lo siento por la gente de la peña de La Bañeza, que este año no ha podido celebrar una victoria (también vieron caer al equipo en Vigo), pero ya celebrarán en la distancia en las próximas jornadas. Sólo concibo esa apuesta por el optimismo. Si empezamos con los miedos, volveremos a terminar como siempre. Poco a poco recuperaremos lesionados y todo irá saliendo mejor. También espero que Paco Jémez mire más a Las Palmas Atlético y vaya subiendo nuevos jugadores que alienten ilusiones. Hoy no ha sido ese gran día que cantaba Serrat. En Santa Brígida estaba el cielo azul cuando empezó el partido. Al terminar parecía que estábamos en Soria. No sé si fue la nubosidad o la goleada lo que oscureció la tarde. Fuera lo que fuera mañana será otro día, y el próximo sábado habrá otra jornada en la que poder resarcirnos y cambiar el pésimo guión que está protagonizando el equipo (o lo que ha quedado de él) en los últimos partidos. Los Pajaritos no era un estadio destinado a quedar en los anales de la historia de la Unión Deportiva. Mejor lo olvidamos cuanto antes. No perdamos los nervios. Juani también me dijo entonces que en el momento en el que llegaran las derrotas y las malas rachas sería cuando los jugadores y los aficionados (que siempre estamos empeñados en lanzar las campanas al vuelo a las primeras de cambio) aprenderíamos lo que era el fútbol y todas esas circunstancias que, como diría Ortega, tanto influyen en el juego (“yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo a mí”). Nos vemos el próximo sábado en el estadio de Gran Canaria. Luchando contra otras circunstancias, por supuesto.

miércoles, 5 de enero de 2011

El equipaje

Cuando yo era niño los equipajes de los equipos de fútbol duraban toda la infancia. No había publicidad en las camisetas ni las casas comerciales cambiaban cada año una raya o el puño de la camisa para volver a venderlas de nuevo a los aficionados más entregados. Realmente en mi infancia, y no hablo de hace mucho tiempo, casi no había equipajes. Estaban los de los grandes equipos de Primera División y el de la selección española. El de Las Palmas, por ejemplo, no lo encontrabas en ninguna parte.

Las camisas eran de tela, sin ningún tipo de añadido decorativo ni de marcas que a veces ocupan más espacio que el propio escudo: camiseta amarilla, pantalón azul y medias azules con la parte superior de color amarillo. Nosotros teníamos que improvisar ese equipaje tirando de cualquier camiseta amarilla de manga larga que diera el pego. Luego le pedíamos a nuestras madres que nos cosieran el escudo en el pecho y un número en la espalda, y ya salíamos a la calle convertidos en Páez o en Noly. Cuento esto porque a los Reyes sólo le podías pedir el balón de reglamento, que tampoco variaba de un año para otro hasta que llegó el Tango en Argentina 78, y unas botas con las que emular a tus ídolos. Como generalmente jugábamos en canchas de cemento, en maretas vacías o en pedregales improvisados tenías que tener mucho cuidado con las botas de tacos recambiables, que casi nunca podías utilizar y que acababan quedándose pequeñas casi sin estrenar. Al final, después de darte el pisto el día de Reyes, tenías que volver a recurrir a las botas de tela del Gallo, que eran las que mejor se ajustaban a todos esos campos en los que no sé cómo no nos descalabrábamos los tobillos cada dos por tres.

Así y todo, de la noche de Reyes nos quedan un par de sonidos irrepetibles que ponen música a la banda sonora de nuestra infancia: el timbre de la bicicleta, el motor de los coches teledirigidos y, sobre todo, el sonido del bote de un balón recién desempaquetado, con el olor a cuero y el blanco nacarado brillando sin ninguna marca en toda su esfera. Ese balón volverá a brillar esta madrugada en muchas casas concitando emociones. También mañana volveremos a ver, en este caso con los equipajes oficiales, a muchos niños vestidos de amarillo por las calles de la isla. En ellos está el futuro que escriba las próximas páginas de la Unión Deportiva. De los mitos y de las gestas que vivan estos años dependerá su pasión futura. Nosotros tuvimos la suerte de tener cerca a Germán, a Brindisi, a Felipe y a equipos cuyas alineaciones, como los equipajes, se mantenían casi sin variación durante muchos años.

domingo, 2 de enero de 2011

Un señor que viene de Hong Kong preguntando por la Unión Deportiva

Vamos a suponer que usted se tropieza en el estadio de Gran Canaria con alguien que no ha visto un partido de Las Palmas desde que empezó la temporada. Supongamos que se fue a vivir a Hong Kong el pasado mes de agosto y que ha venido estos días a visitar a la familia. Lo tienes sentado junto a ti en la grada, y todos sabemos que las gradas hermanan a todos los desconocidos, sobre todo si las querencias apuntan hacia el mismo equipo. Empieza preguntando ese supuesto aficionado, el que vino de Hong Kong a pasar las navidades en Gran Canaria:

-¿Qué tal ve la alineación que ha elegido hoy el entrenador de Las Palmas?
-Hombre, no tiene mucho donde elegir. Medio equipo lesionado, y encima casi todos los mejores. Lo que es un milagro es que hayamos logrado mantenernos donde estamos.
-Antes de marcharme recuerdo que nadie daba un duro por el equipo y el que más y el que menos ya lo veía en Segunda B.
-Se apostó por la cantera y paradójicamente esa ha sido nuestra salvación. No pierda detalle de Jonathan Viera, de Vicente Gómez o de Armiche. La pena es que no estén Vitolo (tendría que ver qué pedazo de jugador, todo verticalidad y desborde por la banda) Guayre, David González, Cejudo, que no es canterano pero se ha hecho jugador aquí, o Josico, que está de vuelta tras una exitosa trayectoria en conjuntos de primer nivel.
-¿Y eso?
-Yo no sé a qué se debe tanta lesión muscular. Algo está fallando, para mí que estaban muy musculados a principios de temporada, y estos chicos no son corredores de cien metros lisos de atletismo. No veo yo con esos músculos en las piernas a Iniesta, a Xavi o a Messi, pero estoy hablando por hablar, de eso entiendo poco.
-Me está gustando el partido. El equipo contrario sabe jugar y, a pesar de esas numerosas bajas de las que habla, la Unión Deportiva juega al fútbol y no deja de luchar en ningún momento.
-Para mí es clave la figura del entrenador. Sólo espero que pueda estar muchos años en Las Palmas y que le dejen organizar un proyecto a largo plazo que determine la forma de jugar de toda la cadena de filiales. Juega a lo que quieren jugar Guardiola o Del Bosque y a lo que siempre hemos querido que juegue la UD.
-El pase del gol de Las Palmas de ese Viera vale por todo un partido. Qué maravilla ver a ese muchacho con el balón en los pies. No creo que dure mucho de amarillo.
-Eso dicen todos, y creo que no se equivocan: se ven pocos jugadores tan desequilibrantes: tendría que haberlo visto pasándose la pelota con Vitolo. Hemos tenido mucha mala suerte, pero a pesar de ese contratiempo el chico sigue echándose el equipo encima y tirando del carro.
-Y el portero también es muy bueno.
-Esa es otra de las claves. Los equipos se hacen desde la portería. Mire el Barça con Valdés, el Madrid o la selección con Casillas, la Real con Arkonada, Las Palmas con Pepín, Betancort, Ulacia, Carnevalli, Lopetegui, Manolo o Cicovic y la misma Italia del 82 con Dino Zof. Su llegada ha sido clave en la trayectoria del equipo. Ha encajado muchos goles, pero ha salvado numerosos partidos con auténticos paradones. Como muchos porteros argentinos, falla un poco en las salidas, pero luego suple esa indecisión con reflejos felinos. Carnevalli jugaba de forma parecida, y no tengo que decirle a usted la impronta que marcó el Gato Daniel Carnevalli en aquel prodigioso equipo de los setenta.
-No me gusta lo que está haciendo la Naciente con el grito de Písalo, Písalo que le está dedicando al jugador del Barça B que está en el suelo.
-La peña Ultra Naciente es vital para los amarillos. Son los que nunca se vienen abajo, los que apoyan sin parar y los que más fuerza y más ánimos transmiten a los jugadores. Gracias a ellos revive el estadio de vez en cuando, pero tiene usted razón, ese Písalo de Bilardo no identifica a nuestra afición ni a nuestra forma de entender el fútbol. Espero que no vuelvan a hacerlo. Queda feo y echa a perder todo lo bueno que hacen en los partidos animando al equipo amarillo.
-Qué pena la lesión de Barbosa.
-Y la de Carril, aunque con todos mis respetos creo que ese jugador no está para jugar en Las Palmas. Tampoco Pindado.
- Tenía usted razón con lo de Pindado. Dos llegadas se han convertido en dos goles. Genera inseguridad en la defensa y en los aficionados. Hacía tiempo que no veía silbar de esa manera a un jugador de nuestro propio equipo.
-Creo que Pindado es un magnífico profesional que se entrena como nadie y que ayuda al vestuario con su veteranía, pero como le dije no está para jugar en Las Palmas por edad, por falta de seguridad y porque la gente quiere canteranos o jugadores jóvenes. Puestos a aguantar errores prefieren el de un portero de veinte años que se está haciendo que el de alguien que ya tiene poco que decir en esto del fútbol. Es verdad que están siendo muy duros con él, pero se silba al pasado, y Pindado forma parte de ese pasado que no quieren volver a ver los aficionados amarillos: el pasado de jugadores de más de treinta años, foráneos, sin calidad contrastada para quitarle el puesto a un canario. Piense usted que esos jugadores son los que le estaban cerrando el paso a gente como Vitolo o Jonathan Viera. No le voy a dar nombres, pero clama al cielo que el pasado año nadie mirara a Las Palmas Atlético para subir a esos dos jugadores. Y los que vienen no se quedan cortos. Está Tyronne; pero me hablan maravillas de Roque o de Daylos. Digo yo que habrá algún portero mejor que Pindado en los filiales o en Tercera División. No es pedir mucho. Y ese portero hay que ir haciéndolo poco a poco con Cicovic y el propio Barbosa. Nos falla el portero de la casa y la seguridad en los laterales. Aythami se irá consolidando, pero aún le falta un poco más para ser un jugador solvente, aunque ya le digo que lo prefiero en el campo aprendiendo de los errores que en la grada o en el banquillo. En el otro lateral me quedo con Ruymán antes que con Dani Carril. Parece muy buen chico y se ve que también es un magnífico profesional, pero en Las Palmas no ha funcionado.
-Por lo menos hemos logrado el empate.
-Y pudimos haber ganado. Esto es fútbol, y enfrente teníamos un equipo virguero que sabía a lo que estaba jugando. Te vas con un poco de mal sabor de boca, pero satisfecho del rendimiento de los jugadores.
-Y del compromiso, eso es lo más que me ha llamado la atención del equipo. Se parece poco al que yo vi jugar las últimas temporadas.
-¿Por qué cree usted que han venido hoy diecinueve mil aficionados al estadio? Con Paco Jémez estamos en el buen camino, y el aficionado de Las Palmas sabe mucho de fútbol ¿Usted cree que después de perder tres partidos seguidos otra afición arroparía de esa manera a su equipo? Eso es lo que me tranquiliza. Los aficionados se reconocen en la clase y en la entrega de los jugadores. Y es normal que sean exigentes cuando les cambian los planes y apuestan por un portero foráneo de más de treinta y cinco años. No es eso lo que han venido a ver. Admitirían errores de un portero que se estuviera haciendo, pero no de alguien que ya no va a dar más de sí. Vuelvo a repetir que a lo mejor estoy siendo muy injusto con Pindado, pero hablo como un aficionado, y le aseguro que en los comentarios que se escuchaban en los aparcamientos le decían de todo menos bonito.
-Regreso mañana por la tarde a Hong Kong. Vuelvo a finales de mayo. Espero que para entonces el equipo ya esté salvado.
-No sólo eso. Si nos acompaña la suerte, si recuperamos unos cuantos jugadores y si enlazamos tres o cuatro victorias seguidas jugaremos la promoción de ascenso a Primera División.
-Sería una gran alegría. En Hong Kong sí televisan muchos partidos de Primera División, y por supuesto todos los del Madrid y el Barça. Viviendo fuera te das cuenta de que la Unión Deportiva es uno de los referentes que más te unen a tu tierra y que mejor te identifican. Sigo los resultados por Internet, y le aseguro que a tantos kilómetros de distancia aún me alegra o me echa a perder un día el resultado.
-Estoy con usted. Hoy por hoy, la Unión Deportiva es una de las pasiones que más une a la gente de la provincia de Las Palmas y a muchos aficionados de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Y esta vuelta a la cantera ha sido clave para reavivar emociones que estaban dormidas. El año que comienza nos puede deparar grandes alegrías. Crucemos los dedos.
-A ver si acierta en lo que dice.
-Ojalá, pero no olvide que esto es fútbol y que finalmente, aunque parezca una perogrullada, todo depende de que entre o no entre el balón en la portería. Bueno, y de que en la nuestra no sigamos dando a los contrarios tantas facilidades. Pero, eso sí, no podemos olvidar que en septiembre estábamos desahuciados, y que sólo con la mitad del equipo que teníamos entonces no sólo no nos han noqueado sino que estamos a tiro de piedra de la promoción. Y además tenemos a ese genio llamado Jonathan Viera. Sólo por verle hacer las tres o cuatro jugadas que ha hecho hoy seguiremos viniendo a Siete Palmas como quien va a una de esas peregrinaciones milagreras esperando alcanzar la gloria. Feliz año y feliz viaje a Hong Kong.