sábado, 26 de febrero de 2011

Una decisión acertada

Hace dos horas terminaba mi última entrada en este blog diciendo que no entendía los empecinamientos de algunos. Por suerte, esos empecinamientos han cesado y ya podemos ver luz al final de ese túnel oscuro en el que lleva metida la Unión Deportiva desde hace tres meses. Le deseo toda la suerte del mundo a Paco Jémez, pero lo que estaba en juego era el futuro de nuestro equipo, y ante eso no caben sentimentalismos. Curiosamente Fabri, el entrenador del Granada, es quien le ha dado el metafórico tiro de gracia a Jémez tres años después de que éste le sustituyera cuando fue cesado en el Cartagena. Parece ser que el elegido para tratar de encauzar el destino de la Unión Deportiva es Juan Manuel Rodríguez. Qué les digo. Independientemente de lo que disponga el azar, considero que la decisión es acertada. Yo a Juan Manuel le tengo una admiración tremenda por el papel que jugó en el destino de muchos canteranos; pero sobre todo por su sapiencia a la hora de descubrir a Juan Carlos Valerón, que es el mejor jugador canario que yo he visto jugar al fútbol jamás. O sea, que tenemos en el banquillo a alguien que entiende mucho de fútbol y que sabe cómo se maneja la cantera. Tengo la magua de no poder ir a su estreno el próximo miércoles, pero espero que su llegada propicie la reacción de unos jugadores que se han ido acostumbrando a no ganar de una forma preocupante. Un cambio de entrenador no garantiza nada, pero en estos momentos era la única solución racional que nos quedaba. Se pone al frente del equipo alguien que siente los colores tanto como el aficionado más leal de la Unión Deportiva, y además es uno de los nuestros, de los que sabe qué fútbol queremos y qué es lo que significa la Unión Deportiva para muchos canarios. Comienza un nuevo ciclo. Creo que en la plantilla hay talento de sobra para mantenernos sin problemas en Segunda y para aspirar a mejores objetivos en próximas temporadas. Ojalá tenga suerte y coincidamos celebrando muchas victorias amarillas. De momento, urge ganarle al Recreativo para terminar con una dinámica que sólo nos puede conducir al descenso. Mucha suerte.

¿De qué hablamos cuando hablamos de vergüenza?

No merecen esa falta de respeto Mujica, Alfonso Silva, Juan Guedes o Tonono. No la merecen los que hicieron grande a este club vistiendo la camiseta amarilla, ni nuestros abuelos, ni nuestros recuerdos, ni ninguno de los miles de aficionados que viven pendientes del destino de la Unión Deportiva Las Palmas en cualquier parte del planeta. Lo de Alcorcón fue una vergüenza; lo de hoy supera el ridículo. Podría escribir esperpento, pero es una palabra demasiado literaria para expresar el enfado y la desazón que sentimos casi todos los seguidores de la Unión Deportiva.

No me sirve el argumento de que aún no ocupamos posiciones de descenso. Estamos sufriendo una humillación casi semanal de la que tendremos que rendir cuentas en el futuro. Ya no nos vale ni siquiera el talento. El equipo se muestra inmaduro, no está trabajado en defensa ni en jugadas a balón parado y hace aguas en todo lo relacionado con la organización. ¿Qué le salva? Lo que no tiene que ver con la lógica que depende del entrenador. No creo que haya ningún equipo de Segunda (y en Primera serían contados) con un jugador que se inventa un rabo de vaca antes de un gol y que da un pase de tacón que sólo te esperarías en la selección de Brasil del Mundial 82, en el Barça de Guardiola o en la selección española que ganó el último campeonato del Mundo. Un equipo que cuenta con un jugador como Jonathan Viera no puede perder cinco a dos jamás en la vida. Y mucho menos cuando ese equipo juega con un jugador más ganando por uno a dos. Lo del principio de temporada fue fruto de ese talento canterano. Vitolo, Viera, Aythami, Armiche, Vicente Gómez y compañía vienen del esfuerzo de entrenadores anónimos de nuestros pueblos y de nuestros barrios, y también del trabajo de los responsables de la cantera amarilla. Desde que se demanda organización de equipo, empaque defensivo o racionalidad en lo que se hace estamos perdidos, desorientados, y parecemos guiñapos a merced de cualquier contrario, ya sea éste un conjunto apañado como el Alcorcón o esa supuesta “mejor plantilla de Segunda” que tiene el Granada. No se merecen este escarnio los aficionados amarillos. No sé si Jémez se dedicará otra vez a atacar a los que hemos criticado el juego amarillo en los últimos partidos. Hubo fallos puntuales realmente calamitosos que no tuvieron nada que ver con el entrenador, pero un equipo gobernado con criterio y bien trabajado jamás se desmigajaría como lo ha hecho hoy la Unión Deportiva. No se entiende, por ejemplo, que cuando se requería una solución sacara al jugador creativo del campo y apostara otra vez por el patadón a Quiroga, toda una fidelidad al sistema. En el cuerpo humano, y en cualquier equipo, la carencia de un cerebro que organice conduce al desastre. Cuando vi salir a David González (entiendo que el cambio de Josico sería por algún problema físico, porque si no sí que estaríamos hablando de un nuevo harakiri) ya sabía que estaba todo perdido. Sólo quedaba por ver cuántos goles más encajaríamos jugando con superioridad numérica. Una cosa de locos. Y voy a parar porque escribo esto como aficionado, no como periodista ni como escritor, y a cualquier aficionado de Las Palmas que le pusieras un teclado en estos momentos se le saltarían las letras (y seguro que también los improperios) por el cabreo y por la vergüenza que acaban de sufrir.

No podré asistir al partido ante el Recreativo el próximo miércoles, pero creo que si no se cambia cuanto antes a quien capitanea este barco a la deriva nos vamos directos a Segunda B. Da lo mismo que pasemos a los puestos de descenso más adelante. Un equipo deslavazado y roto siempre estará condenado al naufragio. Ni Messi, ni Jonathan Viera pueden hacer nada cuando desde el banquillo no se aportan soluciones coherentes. Mientras tomaba notas durante el partido escribí que sólo por la cola de vaca del gol y por el pase de tacón de Jonathan Viera valía la pena perder en casa una tarde luminosa como la que había hoy en Gran Canaria. No, no vale la pena. Encajar cinco goles ofreciendo una imagen lamentable echa abajo hasta esos destellos inolvidables. Urgen soluciones. Por encima de todo está la Unión Deportiva Las Palmas. Lo que estamos consintiendo en los últimos partidos es una vergüenza para el club, para quienes lo hicieron grande y para todos los que sufrimos viendo a nuestro equipo ofrecer una imagen como la de esta tarde en Granada. Deberían cambiarle el estribillo al pasodoble de inmediato. Granada ya no sólo está ensangrentada por sangre de toros. Lo que se desangra junto a La Alhambra también es amarillo, y esa es una herida que nos duele a todos. Hoy somos un poco Boabdil y casi lloramos como niños lo que otros no supieron defender nunca como hombres. Disculpen los tópicos; pero es lo único que queda cuando no se encuentran razones para entender algunos empecinamientos.


Nota: En el título me apoyo en Carver (¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?) y en Murakami (De qué hablo cuando hablo de correr?). En este caso me sirven esas referencias para preguntar por la vergüenza y por sus posibles consecuencias.

miércoles, 23 de febrero de 2011

La grada

No es que cuando vamos al fútbol cambiemos de carácter o de forma de ser. Sencillamente somos otros. No hay directores de bancos, fontaneros, periodistas, parados o policías. Desde que nos sentamos en la grada quedamos a merced del azar, de los recuerdos y de los sueños. Otros, en cambio, a los que deberían no dejar entrar en un estadio, vienen sólo a gritarle al jugador que falla una jugada o a insultar al árbitro por no poder cantarle nunca las cuarenta a la cara a su jefe o al propio destino. El futbolista, hay que reconocerlo, tiene un trabajo delicado. Usted o yo nos equivocamos o acertamos en nuestro quehacer diario y no tenemos a miles de personas recriminando o aplaudiendo nuestro proceder. Hace falta tener nervios de acero y la cabeza muy bien amueblada para no desnortarse en esos extremismos populares. Pero por suerte, en líneas generales, la afición de la Unión Deportiva siempre ha sido tranquila, bonachona y pacífica. Digamos que se acostumbró a ver buen fútbol desde siempre, y lo único que pide es respeto al balón y a la camiseta, y una cierta dosis de fantasía en cada jugada. También quiere ganar, por supuesto, pero nunca a costa de renunciar al juego preciosista e imaginativo.

Una vez, estando todavía en el Insular, escribí un reportaje sobre las cuatro gradas del estadio. Dividí el partido en cuatro partes y fui pasando de la Curva a la grada Sur, y de allí a Naciente y a Preferencia. Es verdad que los ambientes y las caras variaban, y que no era lo mismo la euforia y el griterío de la Naciente que la actitud más reconcentrada de Preferencia, pero en lo esencial, en la mirada al césped y en los anhelos, los que llenaban las cuatro gradas se podrían reconocer como hermanos unos a otros mientras duraba el partido. Ahora en el Gran Canaria, si alguna vez paseo la mirada por los cuatro puntos cardinales del recinto, también sigo encontrando esa misma afición incondicional y a prueba de fracasos y pistas de atletismo. Desde que vemos a los jugadores amarillos sobre el césped nuestro corazón toma el dominio de nuestra cabeza y convierte cada minuto en una aventura irrepetible y aislada por completo del resto de nuestra vida cotidiana. Por eso nunca será lo mismo un partido visto por la tele que esa cercanía con el aficionado que tenemos al lado o con ese olor a césped y a emoción que nos llega de vez en cuando desde el terreno de juego. Juegan ellos, los que están abajo, pero todos sabemos que realmente somos nosotros los que acabamos moviendo el balón de un lado para otro.

sábado, 19 de febrero de 2011

Así sí, Paco; pero así no

Así sí, Paco, con jugadores creativos, con Barbosa de portero y con un fútbol sin pelotazos; pero así no, Paco, porque te equivocas cuando insinúas en rueda de prensa que muchos te hemos criticado por criticar, por desestabilizar al equipo o por maldad. No es cierto. Quien puso a Pindado en Alcorcón fuiste tú, quien dejó a David González en la isla (viendo cómo bordaba el fútbol hoy en el Gran Canaria más incomprensible resulta esa ausencia) fuiste tú, quien no convocó a Quero fuiste tú (otro jugador que hoy estuvo a gran altura) y quien sentó a Javi Guerrero en el banquillo también fuiste tú. Qué pretendías, que después de perder por cinco a cero con esas renuncias te hiciéramos la ola y te riéramos la gracia. No, Paco, no fueron los periodistas ni los aficionados críticos los culpables de aquel dislate o de la apuesta descarada por el patadón en el partido contra el Huesca. Fuiste tú el que renunció al estilo, no nosotros. Hoy volviste a tus principios y quisiste jugar a lo que siempre habías intentado. Y fíjate que empatando, salimos todos satisfechos del Gran Canaria. Las semanas anteriores, como te escribí en la última entrada, tú mismo te encargaste de dejarnos sin argumentos. Y te aseguro, y si no te invito a leer mi blog con mirada retroactiva, que yo he sido de los que he defendido tu manera de entender el fútbol antes de que te apuñalaras a ti mismo haciéndote un harakiri que no entendíamos ni en Arinaga, ni en La Aldea. Considero que es oportunista y de muy mal gusto aprovechar un buen partido para poner al pie de los caballos a los que te hemos criticado una o cien veces, da lo mismo. Tampoco te equivoques, Paco, con la afición. Yo, modestamente, escribo este blog como aficionado, y te aseguro que hoy, desde el calentamiento, no he hecho otra cosa que aplaudir a la Unión Deportiva. Nuestro amor por estos colores está muy por encima de tus devaneos viscerales. Qué te creías, que íbamos a recibir al equipo con silbidos y con insultos. Qué poco nos conoces. Como habrás podido comprobar hoy, nos conformamos con poco cuando vemos entrega y una apuesta decidida por el buen fútbol. Con cero a uno reaccionamos con aplausos. Y aplaudimos los mismos que sentimos vergüenza por tu alineación y por tu planteamiento en Alcorcón. Así que no te confundas, no pienses que lo del otro día fue cosa de algún periodista con ganas de incordiar . Si hoy te hubieras atrevido a sacar a Pindado de titular o hubieras dejado en la grada a David González y a Quero no te hubieras librado de una pitada. Y te digo esto porque estaríamos hablando de cero a tres o cero a cuatro. Con los buenos jugadores se gana o se pierde con dignidad. Si se renuncia a ese principio lo más probable es que se pierda como el sábado pasado o que se empate lastimosamente.

Tendría que haber escrito sobre el partido contra el Villareal B. Como vengo diciendo, recuperamos la cordura en la alineación y nos quedamos con la magua de haber podido ganar el encuentro por coraje, por calidad técnica y por entrega. Jugamos con diez casi todo el encuentro, y aun así supimos empatar y ponernos por delante en el marcador. Y al final tuvimos un par de ocasiones clarísimas que nos echaron abajo la mala fortuna o el portero rival. Pero ese es el camino, Paco. Así, incluso perdiendo, nunca te pediríamos que te fueras. No sabemos qué harás en los próximos partidos. A mí, y creo que al resto de los aficionados, nos importa una higa quién esté en el banquillo de la Unión Deportiva. En tu lugar ha habido auténticas leyendas del fútbol, y también petardos que ni siquiera merecen ser nombrados. Lo que queremos es que el equipo nos represente dignamente, que intente jugar lo mejor que pueda y que en el campo estén siempre los mejores jugadores. Tu suerte, en estos momentos, es nuestra suerte. No olvides eso nunca. Ojalá te quedaras muchos años en el banquillo de la Unión Deportiva. Eso significaría, de entrada, que este año no terminaríamos descendiendo a Segunda B. Tú mismo nos dejaste sin razones la semana pasada en Alcorcón. No es justo que a la primera oportunidad saques pecho y dispares contra los mensajeros. Nos alegra comprobar que el equipo está contigo. Lo contrario sí sería preocupante. Vienen jornadas muy difíciles. Si no pifias renunciando al estilo de juego que siempre defendiste, y si no te empeñas en borrar de las alineaciones a los mejores jugadores, no tendríamos por qué tener problemas para ir remontando posiciones en la tabla de clasificación. Nosotros no hacemos más que contar lo que vemos. Y recuerda que podemos equivocarnos. Lo que quiero que no olvides nunca es que en la crítica no se esconde más maldad que la que tú quieras ver.

sábado, 12 de febrero de 2011

Paco Jémez nos deja sin argumentos

Así no, Paco. Colocar a Pindado en la portería es una provocación. Incluso tenerlo en el banquillo resulta humillante para cualquier equipo que quiera aspirar a algo en esto del fútbol. El primer golpe por tanto nos lo diste en la frente. Los otros golpes fueron definitivamente mortales. Jugar sin jugadores creativos que bajen el balón es un suicidio. No sé qué pasó por tu cabeza hoy. Te he defendido a carta cabal, y lo seguiría haciendo si hubieras sido medianamente fiel a tu estilo y a tu planteamiento ofensivo. Ese es el fútbol que nos gusta en las islas, y por eso te encumbrábamos y dábamos la cara por ti incluso en las derrotas dolorosas y ante algunas decisiones desacertadas que tenían que ver con esos cambios drásticos de jugadores que se mueven entre la grada y la titularidad de una forma incomprensible (ese caprichoso vaivén ha hecho que algunos hayan acabado dudando hasta cuando se amarran los cordones de las botas). No entiendo por qué tuviste que cambiar justamente a Hernán cuando nos metieron el segundo gol. Esas son las decisiones a las que me refiero. Si querías buscar un culpable tenías que haber quitado a Pindado, que acababa de cantar una vez más con un envío al delantero rival que firmaría Michael Laudrup. Si lo hubieras quitado nos hubiéramos ahorrado un quinto gol con el culo (y siento ser tan ordinario) que nos ha dejado definitivamente hundidos. Puesto a realizar ese cambio tenías a Borzani y a Sergio Suárez con tarjeta y jugando mil veces peor que el canterano. Y lo lamentable es que a Quero, que fue de los pocos destacados la semana pasada, y a David González los dejaste en la isla para que siguieran el partido desde el televisor. No sé quién te dijo que el Alcorcón iba a jugar como los equipos de Maguregui o de Clemente. Anquela ya le ganó cuatro a cero al Real Madrid de Pellegrini jugando con rapidez y sin patadones. El esquema ultradefensivo no tenía sentido. Me quedé de piedra cuando Jesús Alberto comentó en la Autonómica que las medidas del estadio de Santo Domingo eran las mismas que las del Gran Canaria. Ahí sí me dije que la cosa se presentaba realmente jodida. Sé que has tenido mala suerte con las lesiones y con algunas decisiones arbitrales en los comienzos de la temporada, pero lo del Huesca, que ya fue un ensayo del antifútbol, y lo de hoy echan abajo todos los argumentos que queramos esgrimir los que te hemos defendido hasta el momento. Me preocupa más el destino de la Unión Deportiva que el tuyo, y creo que si te quedas nos podemos ver irremediablemente en Segunda B.

Verás, soñé la otra noche que ganábamos cuatro a cero este partido. Malena Millares tiene por escrito ese resultado porque se lo puse en un correo electrónico. Me alegraba por ti, porque recuerdo que en mi sueño el equipo amarillo jugaba vertical, combinando, buscando pases al hueco y rematando con claridad, pero, claro, en mi sueño no veía el escudo del equipo amarillo, y al final era el Alcorcón el que estaba destinado a cumplir ese vaticinio. No sé si dimitirás (yo en tu lugar lo haría) o si la Unión Deportiva te va a ratificar o te cesará de inmediato. No escribiría esto si hoy hubieras sacado un equipo con intención de jugar al fútbol y si no hubieras traicionado tus mensajes de principio de temporada. No es éste el sistema de Guardiola que preconizabas. No se parece en nada. Incluso ganando hubiera escrito desencantado con el fútbol de pelotazos y sin centrocampistas creativos por el que has optado hoy. Si hubiéramos encajado esos cinco tantos con un planteamiento medianamente ofensivo, te aseguro que sería el primero que defendería tu continuidad; pero tú mismo has echado tierra sobre tus propias razones apostando por el patadón desde el primer minuto. Y así nos has dejado a todos sin argumentos.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Las camillas del Insular

El fútbol es pasión y epopeya de noventa minutos que casi siempre se olvida tras el pitido final. Hay mucho de vuelta a la infancia y bastante de emoción. Y lo que quisiéramos todos es encarar la portería como hizo Maradona ante Inglaterra en Méjico 86, estar en la piel de Tardelli cantando el gol de la final del Mundial 82 o en la de Iniesta cuando batió a Stekelenburg. Como no pudimos llegar nos conformamos luego con ver a Juan Carlos Valerón inventando los regates y los cambios de ritmo que nosotros hubiéramos querido protagonizar.

Cuando me senté delante el ordenador, la imagen que me movió a escribir de fútbol fue la de aquellas camillas rudimentarias, casi tercermundistas y patéticas, en las que sacaban a cuatro o cinco espectadores en cada partido de máxima rivalidad que se jugaba en el Insular. Recuerdo estar más pendiente de que mi padre o mis conocidos no fueran carne de camilla que del mismísimo partido. Los bajaban entre la multitud, dando tumbos, y los subían en aquellos cuatro palos desconchados que cargaban presurosos un par de voluntarios de la Cruz Roja. Yo me sentaba detrás del banquillo de Las Palmas, y por tanto veía a menos de medio metro cómo llegaban los infartados, moribundos o angustiados, camino de la bocana de los vestuarios. Siempre los dejaban con los brazos colgando, bamboleándose a medida que corrían los sufridos camilleros en busca de la ambulancia que los llevaría al servicio de Urgencias del Pino.

Hablo de los años en que Germán plantaba el señorío en el centro del campo, o de la ecuación perfecta que formaban Brindisi y Morete: pase al hueco del ocho y carrera de caballo desbocado del nueve que se resolvía con el balón en el fondo de las mallas. Era normal que los corazones palpitaran como lo hacían, sobre todo los corazones que habían visto antes a Silva, a Molowny, a Mujica o a Juan Guedes. Ahora ya no se escucha el eco de la trompeta de Fernando el bandera con los riqui raca simbombaca de entonces. Tampoco se escucha ya el Kalise p’a los nervios. Fíjense que todo ha venido con la imagen de la camilla por los angostos laterales del Insular. Lo demás ha salido solo: el olor a puro y a césped recién regado, los sucesivos equipazos amarillos que se codeaban con los equipos más poderosos y los mil recuerdos que todavía hoy nos mantienen esperanzados. Y ya sé que de nostalgia ni come ni vive el hombre. He discutido mucho sobre ese asunto con los futboleros más pragmáticos. Pero es que el fútbol no es otra cosa que mito y nostalgia de cuando éramos niños y nos creíamos todos los sueños.

sábado, 5 de febrero de 2011

La realidad

Uno quisiera que el fútbol fuese una ficción. Y que en la medida de lo posible esa ficción, cuando tocara escribir sobre nuestro equipo, nos correspondiera inventarla a cualquiera de nosotros. Si el fútbol no fuera tan real como la vida misma, a esta hora nos imaginaríamos a Las Palmas jugándole de tú a tú al Barça de Guardiola o disputando la final de la Champions contra el Chelsea de Fernando Torres y Carlo Ancelotti. En esa ficción jugaríamos intemporalmente con un equipo en el que estaría Daniel Carnevalli (hoy me lo presentó Manolo Borrego y me sentí igual que cuando con doce años lo veía volar de poste a poste en el Insular; sólo me atreví a decirle que para mí era un honor estrecharle la mano: los mitos crecen con nosotros y nunca dejan de salir en las estampas), Felipe Martín, Tonono, Guedes, Silva, Mujica, Germán, León, Correa, Juani, Brindisi, Morete, Jorge, Narciso, Contreras, los hermanos Valerón y hasta el mismísimo David Silva. En los sueños cabe todo lo que es grandioso. Por eso nunca soñaríamos con un partido soporífero en casa contra el Huesca, casi a las puertas del descenso de Segunda División, y con un equipo que ha olvidado cómo se juega al fútbol. Lo de hoy fue realidad, con todo lo prosaico y doloroso que tiene lo real cuando se cruza con nuestros sueños de grandeza futbolística. Hemos perdido el potencial de las primeras jornadas: no está Vitolo, no volverá a jugar Cejudo y Viera está temporalmente (y menos mal que en este caso hablamos de temporalidad, si no la cosa se presentaría realmente fea)fuera de combate. Sin ellos, David González es un pasador sin destino, Guayre un delantero sin música de fondo y Javi Guerrero cambia el chaqué por el mono de trabajo que le aleja de la excelencia. Querer tener lo que teníamos hace unos meses es tan impensable como esa alineación de mitos que planteaba al principio de esta crónica. Toca sufrir y apretar los dientes. Ahora sólo nos queda el patadón y la solidez defensiva. La afición no se merece esa propuesta, pero esto es Segunda División, la suerte ha sido adversa con las lesiones y el potencial es el que es, con jugadores que se borran lastimosamente cada vez que se les da una oportunidad para demostrar el talento que les suponíamos: nos ha pasado con Jorge en varios partidos, y ya se repite peligrosamente con jugadores como Sergio Suárez o el mismo Pedro Vega. Lo de los laterales, como decía un vecino de asiento, es para subir a Lourdes descalzos ahora mismo. Pierden la posición cada dos por tres, no son contundentes y generan una inseguridad tremenda. Me paro. No todo va a ser negativo. Claro que no: está Matías Lequi, sin duda el mejor del partido. Su presencia nos hace ser menos pesimistas para el futuro. Gran fichaje el suyo. Algo parecido podríamos decir de Quero. La pena es que los regates no los intente más cerca del área contraria, pero es un jugador con decisión, con buena técnica y comprometido a carta cabal con el equipo.
Uno, como ya he dicho, preferiría la ficción o seguir escribiendo sobre aquellas expectativas que todos, y digo todos porque escuchando algunas emisoras de radio parece que los ilusionados éramos sólo cuatro imbéciles, teníamos en el mes de octubre. La Liga es larga y coloca a todo el mundo en el lugar que merece. No había dinero y tocaba tirar de la cantera, de la épica y de ese trabajo que preconiza Paco Jémez. Muchos se burlan de su mensaje, pero yo no conozco otro camino en la vida, en el fútbol, en la literatura, en la agricultura o en la ingeniería aeroespacial que el trabajo, el trabajo y el trabajo; sobre todo cuando no dispones de dos Brindisis, tres Messis, un Beckembauer, un par de Germanes, algún Valerón y un killer tipo Torpedo Muller o Mario Alberto Kempes. Tenemos lo que tenemos y hemos de estar con el equipo. Sigo apostando por Jémez pase lo que pase. Quiero mirar al futuro y a un proyecto que, al margen de la categoría en la que juguemos, nos ayude a reconocernos en el terreno de juego. No hablo de los balonazos de hoy, ni de los desastres de los últimos partidos. Es más una cuestión de propósitos, y ya sabemos que los propósitos sólo se pueden cumplir cuando las circunstancias lo permiten. Estas circunstancias empiezan a ser preocupantes, pero creo que estamos mejor que otras temporadas. Este año, por lo menos, nos queda la memoria cercana de la excelencia. Confiemos en ese trabajo semanal e intenso que defiende el entrenador, dejemos un margen de posibilidades a la suerte y vayamos haciendo poco a poco el equipo que en los próximos años nos suba definitivamente a Primera División. Volverán Vitolo y Viera, entrará Tyronne y aparecerán otros canteranos rutilantes. Junto a ellos, jugadores como Lequi, Barbosa, Quiroga o Quero nos harán más grandes. Ahora es cuando hay que estar con Las Palmas. En las tempestades hay que mantener el timón firme y saber desplegar las velas para no zozobrar. Ya volverán las aguas calmas más adelante. Los mejores nadadores y los más conspicuos navegantes suelen ser los que primero se ahogan. No debemos confiarnos porque nos iremos al fondo de la clasificación a las primeras de cambio. La realidad exige compromiso por parte de todos. Dentro de unas semanas espero que el tiempo contradiga estas derrotas y estos miedos como mismo ha contradicho la euforia del principio. No hay nada que no arregle el tiempo. Ya ganaremos. No nos queda otra que confiar en los jugadores que tenemos. Sólo ellos son los que están capacitados para afrontar esa realidad adversa que nos tiene a todos tocando madera.