domingo, 19 de abril de 2015

La fe ciega

Cuando la lógica, los resultados y las evidencias te dejan sin argumentos, no te queda más remedio que aferrarte a la fe ciega. En el fútbol no cabe el agnosticismo ni las medias tintas. O estás o no estás. Unas veces andarás encumbrado por los triunfos y otras te reconocerás cabizbajo y aliquebrado por las derrotas inesperadas. Lo decía Galeano. Puedes cambiar de mujer o de religión, pero nunca de equipo de fútbol. A veces es cierto que uno desearía divorciarse de sus colores y empezar otro idilio con un equipo lejano y, a ser posible, con vitola y marchamo de ganador. No nos valen los segundos equipos. Esos Real Madrid o Barcelona que sumamos a la Unión Deportiva no nos quitan el sueño a los forofos amarillos. Lo que duele es siempre lo cercano. Y también lo que se disfruta más intensamente.
No esperaba la derrota ante el Mirandés. Tenía fe ciega en mi equipo, sobre todo teniendo en cuenta que, si ganaba, seguiría dependiendo de sí mismo para lograr el ascenso directo; pero mi equipo volvió a fallar y se dejó llevar por esa indolencia que le aleja de aquel conjunto solvente y confiado que saltaba al campo hace un par de meses. Aún nos quedan posibilidades matemáticas para el ascenso directo; pero los que llevamos años en esto ya estamos empezando a asumir una nueva promoción. Después de lo del Córdoba es lo último que hubiéramos deseado, pero a lo mejor es que la suerte nos debe un ascenso de esa manera para compensar aquel desastre de 2014 en el Gran Canaria.
No me queda más remedio, como dije al principio, que mantener la fe ciega. Si no fuera por esa creencia que no admite ningún tipo de raciocinio, no seguiría, año tras año, haciendo depender mis ánimos de los desastres o las gestas amarillas. No puedo cambiar de equipo. Eso sería como renegar de mis recuerdos o de mis ancestros. Y ahora no me queda otra que volver a ilusionarme con el fin de semana siguiente. Nunca jugamos nosotros. Ese es el gran contrasentido del fútbol, que dejamos nuestras ilusiones en manos de otros que a veces no son conscientes de todo lo que nos importa el equipo. Pero tampoco puedo renegar de mis jugadores porque son los únicos que pueden conseguir el ascenso. Me imagino que ellos serán los que peor llevan los malos resultados. Por lo menos aquellos jugadores de la cantera que no pueden tener otro equipo por mucho que jueguen con otras camisetas. Son mayoría en la Unión Deportiva los que seguirían siendo amarillos aunque jugaran en el Osasuna o en el Manchester City. Apelo a esos jugadores. Ellos, mejor que nadie, saben lo que sentimos los que estamos en las gradas. De su fe ciega en el ascenso dependerá nuestro futuro optimismo

domingo, 12 de abril de 2015

El reencuentro

Volvemos a empezar, pero en puesto de ascenso directo y, por tanto, dependiendo de nosotros mismos para volver a Primera. Nos toca visitar al Mirandés. Todos están hablando de campo maldito y de todos esos tópicos que a veces se repiten hasta la saciedad en el fútbol. Si la Unión Deportiva sale a ganar contra el Mirandés no hay mitología que la detenga. El fútbol es una suma de voluntades y una confianza que puede haber recuperado Las Palmas tras la victoria ante el Girona. Queda mucho y no queda nada, y hace falta mantener la cabeza fría y seguir buscando la portería contraria. Después del partido del domingo todos repetían que se habían recuperado sensaciones. Ahora hay que lograr que esas sensaciones nos sirvan para no volver a bajar la guardia. Ojalá haya pasado ya nuestra inevitable pájara de todos los años.
A veces cuesta reencontrarnos con nosotros mismos cuando llevamos mucho tiempo extraviados. Si se trata de un conjunto de extravíos la cosa se complica un poco más, y un equipo es una suma de ilusiones o de extravíos que adelantan o refrenan sus propias circunstancias. Creo que ha habido un reencuentro que puede ser determinante para no volver a mirar atrás. Lo que está por venir solo lo sabe el tiempo. Pero ese tiempo pertenece ahora mismo a los jugadores de la Unión Deportiva Las Palmas. Y también a sus aficionados. Unos y otros tenemos que aprender a navegar más allá de las revolturas de un resultado fallido o ventajoso. Que no nos ciegue la pasión desmedida y que tampoco nos frenen esos apocalipsis que queremos encontrar en todas las derrotas. Recuperemos sensaciones. Ya sé que vuelvo al tópico; pero por ascender soy capaz de agarrarme a un tópico o a un clavo ardiendo.