viernes, 24 de febrero de 2017

Kerkaporta

Hace más de quinientos años que los otomanos invadieron Constantinopla y terminaron con el último vestigio del Imperio Bizantino. En esa batalla murió el emperador Constantino. Constantinopla estaba protegida por murallas y sus habitantes habían logrado contener los furibundos ataques del ejército de Mohamed. Pero la derrota se produjo por un despiste en una pequeña puerta de servicio que alguien había dejado abierta. Por esa entrada inesperada penetraron los turcos matando y sembrando el terror en Bizancio. Esa puerta se llamaba Kerkaporta. La Unión Deportiva perdió contra la Real Sociedad con un despiste de Varas como el de los bizantinos con Kerkaporta. También caímos derrotados por esa impotencia de no tener quien marque los goles partido tras partido.
La Unión Deportiva era hasta hace unas semanas un equipo que se parecía a esas murallas que protegían Bizancio, pero alguien abrió una kerkaporta que no debía y ya nadie pudo contener el desastre. Lo sufrimos durante varios partidos seguidos. Por eso sabíamos que el partido de hoy era determinante. Y no se trataba de ganar o perder. Era una cuestión de actitud y de confianza. Queríamos ver al equipo que transmitía alegría en cada uno de sus movimientos, al que buscaba la belleza insistentemente costara lo que costara, al que sabía que para lograr esa belleza había que trabajar con denuedo y que presionar previamente, aquel equipo que nos hizo soñar nuevamente con el fútbol y que ya casi veíamos jugando en Europa o tuteando a los grandes. Y vimos a ese equipo en algunos tramos de la segunda mitad. Duele, claro que duele esta derrota, y el que diga lo contrario miente. Es la segunda seguida en casa y la cuarta consecutiva del campeonato, pero hoy el equipo sí tuvo intensidad, remató a puerta innumerables veces y no tuvo suerte, aquella suerte que nos acompañaba en tantos partidos hace pocos meses. Ahora sí que toca levantar la cabeza y animar al equipo. No merecieron la derrota y se entregaron hasta el último momento.
Confío en que toda esa mala suerte y ese mal fario que tenemos desde el día en que pensábamos que ya estábamos llamando a las puertas de la Champions con los fichajes de invierno, nos compense en el Bernabéu. Hay muchas asignaturas pendientes en la historia de la Unión Deportiva, y una de ellas es ganarle al Real Madrid alguna vez en el Santiago Bernabéu. Creo que este año podemos lograrlo. Escribí al principio de la temporada que había que soñar fuerte. Yo me aferro a esos sueños a pesar de los fracasos. No encuentro mejor manera de reaccionar y de ganar confianza. Si mantenemos la categoría y ganamos en el Bernabéu daré la temporada por buena. También si volvemos a la senda de la belleza y de ese fútbol que estaba enamorando a todo aquel que sueña con que este deporte sea algo más que con un mero juego de intereses.

lunes, 20 de febrero de 2017

Parole, parole

No es un tópico ni una boutade. Al fútbol se juega en el césped. Después de los noventa minutos solo hay periodismo, literatura o tertulia de barra de bar o de estudio televisivo o radiofónico, aunque es cierto que muchas veces es la épica del recuerdo o la exaltación de las palabras lo que hace que un equipo, un partido o una temporada acaben siendo memorables. La Unión Deportiva que entrenan Quique Setién y Eder Sarabia ha hablado muchas veces en el campo y también ha conseguido que sibaritas del fútbol como Menotti o Valdano lo hayan puesto como ejemplo. El ejemplo también es un camino a seguir, como la insistencia y como los errores si aprendemos de ellos y cambiamos a tiempo las coordenadas y las estrategias.
En todo este camino recorrido desde el pasado mes de agosto, creo que ha habido más luces que sombras; pero si buscáramos esos tonos grises, que no negros, los encontraríamos en los partidos jugados fuera de casa. La estadística se compensaba con la imbatibilidad en el Gran Canaria que mantuvimos hasta el partido contra el Sevilla. Llegábamos a Málaga con esa cara de lunes por la noche que nos obligan a poner últimamente, a trasmano del resto de la jornada, y además en un momento en que no sabíamos si mirar hacia arriba o hacia abajo en la tabla clasificatoria. El descenso queda lejos, pero también Europa. Así y todo necesitábamos puntuar en tierras malacitanas para que que no aparecieran los nervios y la zozobra. Y no, no estuvimos en Málaga, como tampoco estuvimos en Granada. Nos falta intensidad y frescura, y crear ocasiones, y disparar a puerta. Sin tirar a puerta el fútbol es un juego sin sentido al que no salva ni el espectáculo.
En Málaga no apareció esa Unión Deportiva que nos había reconciliado con el fútbol de toque, y me preocupa esa indolencia y esa falta de empuje del equipo. Los refuerzos del invierno, de momento, lo único que han conseguido es romper las costuras de un traje que era reconocible y que, aun con sus limitaciones, dejaba retazos de belleza en el campo. Confío en la adaptación de esos nuevos fichajes, pero de momento seguimos echando de menos un buen delantero centro y la fluidez de hace unas semanas.
Ahora llega la Real Sociedad, que fue el equipo que frenó el sueño de la primera vuelta, lo mismo que el Granada fue el que nos permitió alzar el vuelo con aquel cuatro a uno inolvidable en el Gran Canaria. Si miramos esas extrañas coincidencias, el partido contra el conjunto donostiarra puede ser el que nos permita remontar el vuelo (atendiendo a que en Granada comenzó este retroceso). El camino lo inventamos cada uno de nosotros. También en el fútbol no hay más que esbozos y sombras hasta que no comienza a rodar nuevamente la pelota. Parole, parole, como cantaba Nina con su voz ronca. Si no logramos rematar en la portería contraria, ni marcar goles después de acariciar a la pelota por todo el campo, nos quedaremos tarareando esa canción toda la temporada, trazando eufemismos donde deberíamos estar contando y cantando goles que nos permitieran seguir soñando.


domingo, 12 de febrero de 2017

Derrotas e incertidumbres

¿Hasta qué punto puede el fútbol cambiar el estado de ánimo de un entorno? ¿Hasta dónde se pueden ilusionar los aficionados de ese equipo? El poeta T.S. Eliot se preguntaba que quién en un beso puede terminar un beso. Nosotros nos preguntamos ahora que quién puede dejar de soñar a lo grande cuando los mimbres, además de las ilusiones, nos ofrecen argumentos para que cerremos los ojos o imaginemos con los ojos bien abiertos todo aquello que durante años se parecía a uno de esos horizontes que se alejan a medida que se navega hacia ellos. Perdimos contra el Sevilla. En otras circunstancias ese resultado podría haber sido una debacle, pero cuando se sale a combinar, a buscar la portería contraria y a no escatimar esfuerzos ni talento, esa derrota, aun cuando escuece, no es más que una noche pasajera.
Me imagino la ilusión de Jesé al saltar al estadio de Gran Canaria vestido de amarillo. Tenía trece años cuando se marchó lejos. Creo que ha triunfado y que solo una inoportuna lesión lastró una progresión que parecía imparable. Ahora regresa a buscar sosiego, cariño e inspiración en el equipo en el que soñaba jugar alguna vez cuando se marchó a los trece años. Lo mismo cuenta Silva, que dice siempre que quiere retirarse en la Unión Deportiva, y también Valerón repetía ese argumento hasta que un día nos tuvimos que frotar los ojos para creer que volvía a estar vestido de amarillo. Lo mismo dirá Vitolo si se le pregunta, y Sandro, y el hijo de Robaina, Tony Segura (apunten este nombre) estoy seguro que terminará diciendo lo mismo cuando en breve debute en el Real Madrid y sea una estrella. Cualquiera de nosotros soñó a los trece años con jugar, aunque solo fuera unos minutos, en la Unión Deportiva Las Palmas, o por lo menos lo soñábamos los que vimos a Germán o a Brindisi trazar la perfección matemática de los pases sobre el césped. Y es lo que querrán también todos los niños que estén viviendo estos días grandes e inolvidables de la Unión Deportiva Las Palmas. Creo que solo faltaba Silva para que hubieran jugado hoy en el Gran Canaria los mejores jugadores canarios del momento.
El otro día, en una entrevista a Brindisi en Fiebre Maldini, hablaba de los equipos y de la necesidad de que estén aceitados los sistemas. El Sevilla y Las Palmas cuentan con sistemas que ennoblecen el fútbol, pero quizá las incorporaciones de la Unión Deportiva requieren unos días más para que todo fluya como hace unas jornadas. Sufrimos la primera derrota en casa, pero este contratiempo lo podemos compensar ganando en Málaga la próxima semana. Urge ganar para no quedarnos en esa tierra de nadie que es el fútbol cuando no hay objetivos ni alicientes. Vivimos unos días extraños, como de tránsito, pero del partido contra el Sevilla nos queda la sensación de que nuestro equipo consigue que el tiempo se vaya volando cuando juega. Y ya sé que no da lo mismo perder que ganar, ni en el fútbol ni en la vida diaria. Hay que aclarar cuanto antes la renovación de Setién para que todos sepamos hacia dónde vamos. Creo que esa incertidumbre se traslada inconscientemente al terreno de juego. La firmeza y la creencia en un estilo comienza por la certeza de que quien elige el argumento pueda escribir con tranquilidad esas páginas que todos llevamos soñando hace muchos años. No volvamos a quebrar nuestro propio sueño en ningún despacho.