sábado, 26 de agosto de 2017

Las improvisaciones

No, no siempre resulta fácil agradar a los demás. Tampoco convencer. Uno no sabe a veces qué es lo que hace para que las cosas rueden de maravilla o para que todo se refrene o se quede en intentos baldíos, en esas derrotas de las que tenemos que recuperarnos cuanto antes. Escribe Kipling que el fracaso o el éxito son igual de impostores y que uno debe estar siempre por encima de esas contingencias y proseguir con su lucha diaria por alcanzar las metas, aunque las metas haya que alejarlas muchas veces para que sea el camino, como escribía Kavafis, el sentido de todo esto.
Con esta introducción poética-filosófica trato de entender lo que le sucede a la Unión Deportiva Las Palmas, por qué nos movemos en un tiovivo tan peligroso y por qué, históricamente, hemos sido capaces de lograr gestas casi imposibles y de fracasar luego en lo que estaba al alcance de la mano. Parece que por fin se rearmará el centro del campo con las llegadas de Samper, Aquilani y, sobre todo, con la recuperación de Vicente Gómez, un jugador ante el que siempre me quito el sombrero. Y es evidente que no era el Atlético el mejor equipo para salir de una crisis, y mucho menos sin tener armada esa sala de máquinas en la que se genera el fútbol se juegue a lo que se juegue. Enfrente teníamos a la efectividad y a la antítesis de lo que nosotros proponemos, y nuevamente nos vapulearon sin piedad. Muchos temíamos que la inercia de la segunda vuelta del pasado año siguiera en agosto, y así ha sido, como hace un año seguimos al comienzo de Liga con la inercia positiva que traíamos de la anterior temporada. Pero no solo son inercias. Nos sigue fallando la contundencia y la colocación defensiva y, aunque me repita, carecemos de centro del campo, y presentarte en una Liga como la española con esas carencias es casi un suicidio futbolístico.
Solo llevamos dos jornadas de Liga, pero creo que un equipo debe llegar armado y con su sentido de juego definido antes de que comience la temporada. Siempre cuesta más remontar que remar a favor del viento, y la confianza, como en todo en la vida, se presenta como un arma casi victoriosa incluso cuando hay que derrotar a los pronósticos. La confianza y la planificación, que ya luego es la suerte la que determina el resultado, aunque la suerte, como el destino, la escribamos cada uno de nosotros en esas previsiones y con esas fuerzas que sacamos cuando todo nos sale de maravilla y parece que el balón se ha puesto de nuestra parte. Empieza otra Liga después de que juegue la selección la próxima semana. Es tiempo de rearmarnos y de conjurarnos para volver a creer en que somos nosotros los únicos hacedores de nuestros propios milagros. Y, por desgracia, también somos los que hemos dejado que se vaya alejando un sueño que hace un año casi nos obligaba a pellizcarnos para creernos que era cierto.




viernes, 18 de agosto de 2017

Los peligros del páramo

No es verdad que no tropecemos dos veces con la misma piedra o que el azar convierta en real lo que parecía una quimera. El mismo lugar y el mismo equipo, idéntico comienzo, pero ni nosotros ni ellos, parafraseando al poeta, éramos los mismos. Los dos conjuntos ya no se parecen a los de agosto del pasado año: uno por defecto y otro por exceso, uno porque no se ajustaba su clasificación con el presupuesto, y el otro, el nuestro, porque creo que no supo manejarse en las alturas. Este nuevo Valencia cuenta con uno de los entrenadores más solventes y fiables del mundo del fútbol, alguien que no se casa con nadie y que sabe que solo desde el orden se puede aspirar luego a la floritura y al arabesco.
Resulta paradójico que el único partido que ganamos el pasado año lejos de Gran Canaria fuera el primero, y además en Mestalla, y con un juego que no se parecía al que preconizaba Setién. Aquel fue un partido de zarpazos y de efectividad plena. Este de ahora fue extraño desde el principio, pero quien llegaba en la primera media hora era el Valencia, y el hueco, la vía de agua, se abría justo donde tenía que estar Roque Mesa o un jugador con solvencia que le sustituyera. Desde allí no partían las jugadas, realmente no partían de ninguna parte, y desde allí, desde ese hueco vacío, nos marcaron el primer gol de la temporada.
Y luego está el árbitro, como estuvo en aquellos partidos de Sevilla y Villarreal en el inicio de la pasada temporada. La expulsión de Halilovic condicionó el resto del encuentro, y fue una expulsión injusta, una agresión inexistente, otra de esas decisiones que acaban determinando el resultado. También es verdad que al equipo se le ve como si no fuera capaz de liberar las piernas y el talento, sin los necesarios tránsitos, sin un juego fluido y sin aquellas combinaciones que nos levantaban del asiento hace un año. No vienen partidos fáciles. Y creo que debo escribir sobre Vitolo. No lo vi. No estuvo como uno esperaba. No fue ese jugador que veíamos el pasado año con la selección y con el Sevilla. Espero que no sea otra decepción como Jesé y que nos ayude a ganar partidos antes de marcharse en enero. Es cierto que no le llegaban balones, pero entonces es que tenemos dos problemas, o más de dos si le sumamos los desastres arbitrales.
Nos queda todo el año y toda la Liga por delante. Fuera cual fuera el resultado no debíamos olvidar nunca que estábamos en agosto. Y eso haremos. Ya saben que este es un mundo de subidas y bajadas, un tiovivo en el que solo se mantiene el equilibrio si se aprende a mantener la calma todo el tiempo. El equipo tuvo al Valencia encerrado en su campo durante buena parte del segundo tiempo, pero estamos en agosto y esa baja de un jugador tanto tiempo se terminó notando en el estado físico de los jugadores, y además te cansas mucho más cuando el balón no circula con fluidez, ni con primeros toques, desde el centro del campo. Ya sé que acabo de escribir que estamos en agosto y que es solo el primer partido, pero hay que cambiar muchas cosas si queremos ser competitivos y no vernos a las primeras de cambio en los puestos bajos de la tabla. El calendario, desde luego, no ayuda. Pero las soluciones son nuestras. Todos veíamos ese páramo peligroso en el centro del campo, y sin centro del campo no hay fútbol, y mucho menos un fútbol como el que queremos que juegue Las Palmas.



El efecto Sparwasser

No siempre sucede, pero a veces de lo que creíamos que eran errores aparecen los mejores aciertos de nuestras vidas. No es un contrasentido. Si cada uno de nosotros mira al pasado descubrirá que muchas veces lo que creíamos que nos condenaba fue lo que finalmente nos terminó salvando. Creo que a la actual Unión Deportiva Las Palmas le puede estar pasando algo parecido. Perdimos a Setién y esa es una pena que nos quedará a muchos para siempre. Creíamos que teníamos fichado a un entrenador italiano durante muchos meses y al final, casi improvisando, tuvimos que poner al frente del equipo al entrenador que ya estaba programando la pretemporada con Las Palmas Atlético. Yo les confieso que desconfiaba de la eficacia del entrenador italiano. Ni conocía el idioma, ni sabía nada de Gran Canaria, ni tampoco creo que supiera del ADN del futbolista canario y de la psicología de esos jugadores y de la propia isla, tan extraña, tan surrealista, que muchas veces creo que sale adelante por esa suerte del error bien empleado que contaba hace un momento.
Me quedé más tranquilo cuando anunciaron a Manolo Márquez. Primero porque conocía de sobra el sistema de Quique Setién, y segundo porque conoce mejor que nadie a los canteranos. Y además me parece un hombre honesto, preparado y discreto. Su paso por Las Palmas, si le acompaña la suerte, puede ser exitoso, por el equipo que tenemos, sobre todo del medio campo hacia delante, y por ese empuje de los canteranos que ayude a reavivar las ilusiones que nos fue matando el malhadado final de temporada del pasado año (esto fue escrito cuando todavía estaba Boateng, ahora sigo pensando lo mismo, pero con la marcha del internacional ghanés y con la de Vitolo en enero sí es cierto que tal vez hay que rebajar un poco esas pretensiones de grandeza).
Hablo del efecto Sparwasser porque ese jugador de Alemania Oriental que marcó el gol que derrotó a la Alemania favorita del Mundial 74, a la Federal y posterior campeona del mundo, siempre confesó que la clave de aquel gol había estado en el control defectuoso del balón. En lugar de pararlo con la cabeza o el pecho le dio con la nariz, y ese golpeo hizo que Beckenbauer y Berti Vogts se fueran al lado equivocado y lo dejaran solo delante de Sepp Maier. A Las Palmas creo que también le está pasando eso. Llega Vitolo tras una operación que parecía de ciencia ficción futbolística, aparece un delantero centro como Calleri que llevábamos buscando desde que se fue Willian José (si el año pasado hubiéramos tenido un jugador como Calleri nuestra historia hubiera sido otra muy distinta) y, de momento, tenemos a Viera (hoy por hoy es el estandarte del equipo, el que pone la magia). Halidovic está empezando a demostrar su clase, Vicente Gómez está a punto de recuperarse y hay que anotar algunos nombres de canteranos como Borja Herrera y Fabio que pueden ser importantes. Me preocupa la defensa y la ausencia de alguien que supla con garantías a Roque Mesa. El portero sí nos ha llegado por ese mismo efecto Sparwasser del que hablaba hace un momento, y si juega como en el Carranza Chichizola es una garantía para la portería amarilla.
No tenemos un arranque fácil, pero no debemos olvidar nunca que la Liga, como la vida, es larga, y que al final nos enfrentaremos contra todos los equipos. Creo que del año pasado debemos aprender a contener las euforias y a no perder nunca la motivación si llegaran las derrotas. Pase lo que pase hay que aprender a vivir el fútbol con mesura y encarando cada partido como si fuera el más importante de la temporada. Hace unas semanas creíamos que no teníamos ni equipo, ni proyecto, ni entrenador, y ahora escuchas a todo el mundo con las euforias desatadas. Así es el fútbol. Pasión sin términos medios. Principios y finales inesperados. Y sí, también un gran negocio, pero nosotros seguimos viendo las camisetas con los ojos de los niños que siguen soñando con las grandes gestas de su equipo. Un año más, nuestra alegría dependerá en buena medida de las luces o las sombras de la Unión Deportiva Las Palmas. Pero sí es cierto que casi todo lo que rodea al mundo del fútbol, sobre todo con las insolencias y con esos dinerales bochornosos que se están pagando cuando hay gente que no tiene ni para comer cerca de nuestras casas, es como para salir corriendo.