domingo, 18 de diciembre de 2011

La apreciación de una caída

En el fútbol, como en la vida, no siempre gana quien lo merece. Hoy en el estadio de Gran Canaria pudieron perder o ganar la Unión Deportiva Las Palmas o el Deportivo de La Coruña. También pudieron haber empatado, y entonces sí estaríamos hablando de una cierta justicia futbolística. No hubo grandes diferencias entre ambos conjuntos, apenas tiraron a portería y se mostraron igual de temerosos ante el equipo contrario. Ese temor que demostró todo un Deportivo de La Coruña hacia la Unión Deportiva, debería servirle a los amarillos para dejar a un lado los complejos y las tácticas defensivas y salir a ganar los partidos sin tantas especulaciones y sin tantas renuncias a su propio talento.
En la primera parte brilló con luz propia Jonathan Viera; pero se veía venir su falta de fuelle en la segunda mitad: un jugador con sus características no debería salir desde su propio área. Solo Di Stéfano, Pelé, el Maradona del Mundial 86, Messi en estos momentos, y otro par de elegidos a lo largo de la historia, lograrían sortear a todo el que se les cruzara en su camino. El control magistral, o esos dos primeros regates de Viera, deberían acontecer de medio campo hacia delante. No solo se desperdicia su talento obligándolo a bajar tanto, sino que además se le funde físicamente en medio tiempo. Una lástima, porque todos nos habíamos encomendado a su inspiración y al buen momento mental y físico con el que salió a afrontar este encuentro.
También valía la pena ver el partido por tener delante a Juan Carlos Valerón. Junto a Germán, y a los dos Silva (a Alfonso por lo que me cuentan los mayores), el mejor jugador canario de todos los tiempos, alguien que en sus años de gloria en el Deportivo puso en pie a San Siro, Old Tratford, el Bernabéu, el Nou Camp o el Olímpico de Munich, un talento inigualable que encima tiene la virtud de ser una excelente persona (recuerdo a Xavi Hernández en una entrevista en El País, cuando era suplente de Valerón en la Eurocopa de Portugal, decir que verle entrenar y jugar era un aprendizaje diario para él). También pudimos ver unos minutos a Manuel Pablo, otro ejemplo de superación, pundonor y profesionalidad en el que pueden mirarse los canteranos canarios. Pero el destino, que a veces es cruel escribiendo la tragicomedia de la vida ( y por ende la del fútbol) –y si no que le pregunten a los griegos clásicos o a Zidane- quiso que Valerón protagonizara la jugada determinante del partido. No se tiró, pero creo que su caída tampoco fue penalti. Es entendible el error del árbitro porque en la rapidez de la jugada podía dar la impresión de que había intencionalidad en el derribo por parte de David García cuando porfiaba con el jugador de Arguineguín. Ese penalti en el primer minuto de la segunda parte, que en mi opinión fue totalmente inexistente, acabó decidiendo este partido matinal en el Gran Canaria.
Esta vez la moneda cayó por el lado equivocado para los amarillos. Nos mantenemos en mitad de la tabla. Para los que seguimos pensando que hay equipo para estar más arriba es una posición algo frustrante, en tanto que para los que consideran que la Unión Deportiva solo puede aspirar a mantenerse en Segunda es una posición privilegiada que hubieran firmado en el mes de agosto. Por eso el fútbol es tan incoherente y nos engancha tanto. Un mal paso, un resbalón, un error arbitral, un soplo de talento, un portero con el santo de cara, un despiste o cualquier detalle imprevisible puede decantar un resultado. Hoy el destino no se levantó con ganas de que ganara la Unión Deportiva. Poco más se puede contar de este partido.

3 comentarios:

  1. El partido estaba para un empate clarísimamente, y a ser posible a cero. Las Palmas no hizo un buen partido ofensivo, pero es que el Deportivo a mí particularmente me decepcinó. Esperaba un Deportivo similar al Real Betis del año pasado. Nada que ver. Incluso sin ganar el año pasado el Betis (2-2) y pudiendo perder el equipo verdiblanco, dejó mejores sensaciones que este rácano Depor. Sobre la jugada del penalti y los arbitrajes que últimamente nos azotan, esto escribí yo en el último párrafo de mi crónica en Vavel.com. "Ni Las Palmas ni Deportivo a tenor de lo visto sobre el terreno de juego se hicieron acreedores de la victoria, máxime cuando el único gol del partido se produjo con un penalti muy discutido. La honestidad y honorabilidad del colectivo arbitral está fuera de toda duda, pero sí que es indudable que la Unión Deportiva está teniendo muy mala fortuna esta temporada con los arbitrajes. Es curioso como con los dos grandes clubes del fútbol nacional (según el partido concreto del equipo de turno y/o los años en los que domina uno u otro) se genera mucho ruido con los errores arbitrales o con las jugadas dudosas, dado que estos gigantes disponen de grandes altavoces a través de los medios de comunicación; mientras que el resto de clubes de Primera y Segunda deben aceptar, con muy buen criterio, que esas jugadas forman parte del juego". http://www.vavel.com/futbol/segunda/udlaspalmas/51713-el-deportivo-vence-a-las-palmas-con-la-ley-del-minimo-esfuerzo.html
    Un saludo Santiago.

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  2. Lo que hay que decir de una vez por todas es que todo jugador canario que viene con otra camiseta es nuestro rival no el almendro que viene a casa por navidad. Pisalo, pisalo.

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  3. Disculpen el retraso en la publicación de los comentarios.
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    Estoy de acuerdo con lo que escribes, Bryan, el Depor no fue un conjunto ambicioso ni hizo mérito alguno por ganar. Y como siempre agradezco tu ponderada y entendida argumentación futbolera.
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    Lo del Pisalo, Pisalo de Bilardo está en las antípodas de mi concepto del fútbol. Y en mi opinión, silbar Manuel Pablo, y, sobre todo, a Juan Carlos Valerón me parece casi una herejía. A mí me criaron con otro concepto del fútbol. Me gusta ganar, pero sobre todo me encanta disfrutar de un juego tan sorprendente como maravilloso ( y del fair play, por supuesto). Simpatizo con el Madrid, pero disfruto como un enano viendo ganar y jugar de maravilla al Barça de Guardiola. No puedo entender ese espíritu gregario que está a las puertas del desprecio y la violencia.

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