sábado, 26 de noviembre de 2011

Fútbol incoherente

Juan Manuel Rodríguez: dícese del entrenador que, teniendo todo a su favor, se empeña en complicarse a sí mismo. Perdiendo dos a cero, con dos penaltis en contra perdonados por el árbitro, jugando con el colista y sin haber tirado a portería ni haber dado dos pases seguidos, vemos cómo el árbitro expulsa al entrenador de la Unión Deportiva Las Palmas. Francamente, yo me quedé sin palabras. Ni Sinibaldi, ni Heriberto Herrera, ni Miguel Muñoz, ni Roque Olsen,ni Ruiz Caballero, ni ninguno de los entrenadores que, cuando yo era niño, veía en el banquillo de la Unión Deportiva, se comportaba así. Tampoco eran incoherentes en sus planteamientos. Te podían gustar más o menos, pero sabían a lo que jugaban. Yo no le voy a restar méritos a Juan Manuel porque nos salvó el año pasado y porque cuando comenzó esta temporada nos ilusionó con los resultados, pero desde hace unas semanas parece como si su carta astral se hubiera desnortado por completo. No entiendo a lo que juega ni cómo coloca al equipo en el campo. Y a los jugadores los veo como pollos sin cabeza sin saber por dónde moverse ni a quién pasar la pelota. Creo que no exagero si digo que el partido que ha jugado hoy la Unión Deportiva en El Alcoraz es uno de los peores que recuerdo en la historia del equipo amarillo. No se merece nuestra afición un espectáculo tan bochornoso como el que hemos visto esta tarde. Escribo como aficionado, que es como me invitaron a opinar en este blog. Sería injusto si no contara el ridículo vergonzante de hoy. Sólo me apena que a Raúl Lizoain le haya tocado ese partido en su debut. Para contar lo que está haciendo Juan Manuel Rodríguez ahora mismo serían necesarios cronistas de ciencia ficción.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Cerocerismo otoñal

Hace falta ser muy amarillo para no sonrojarse en el estadio de Gran Canaria. Una hora antes del partido estaba comiendo en Casa Brito, en Arucas. Todos me decían que cómo me podía levantar de la mesa para marcharme al estadio. La verdad es que mirando el condumio era casi un sacrilegio renunciar a los placeres gastronómicos, pero los que vimos jugar a Germán y a Brindisi seguimos soñando con lo imposible cada vez que juega la Unión Deportiva. Y qué les cuento. Más de lo mismo. Segunda División con todas sus consecuencias. Noventa minutos perdidos lastimosamente. Impotencia futbolera, nada que valiera la pena, miradas a un césped que no sale corriendo porque está plantado sobre la tierra, pistas de atletismo vacías de alicientes, lluvia, mucha lluvia para mojar las penas del juego. Sabemos que el fútbol no tiene nada que ver con lo que hemos visto esta tarde. Si fuera eso, no lo seguiría ni el más fanático del pueblo, qué cosa, por dios, patadones y rechaces, un equipo aplicando una defensa a ultranza y el otro preocupado de que no le marcaran un gol, y en medio más de diez mil personas, que se dice pronto, aguantando estoicamente alguna genialidad de Jonathan Viera. Hoy no inventó nada del otro jueves, pero si no estuviera en el campo yo creo que el estadio se hubiera vaciado de público desde el minuto veinticinco de la primera parte. Juraría que nos robaron un penalti, pero el destino es sabio y creo que no se pitó porque no merecimos ganar, porque no supimos, y no digo porque no quisimos porque faltaría a la verdad; pero así no se puede ganar ningún partido. No se jugó nada más que a no perder. Y jugando a no perder solo se empata o se pierde. Lo más interesante del partido estaba sucediendo en Twitter. Daba tiempo de tuitear sin problemas porque no te estabas perdiendo nada en el terreno de juego. Ni siquiera se escuchó un pío pío en todo el partido. Lo único poético de hoy fue la lluvia, una lluvia mansa que volvía aún más gélido un estadio que parece que fue construido para espantar a los sueños. Lo demás no importa. Quedamos cero a cero. No hubiera sucedido nada si no se hubiera jugado el encuentro. Cerocerismo otoñal, lastimosa tarde robada al hedonismo.

domingo, 13 de noviembre de 2011

El taxista y el mal de altura

Acabo de hablar por teléfono con el escritor José Luis Correa. Me preguntó que cómo había quedado finalmente la Unión Deportiva. Me tocó volver a dar la mala noticia. La verdad es que los del Atleti se quejan por Pupas, pero nosotros es que apenas podemos dar una alegría por teléfono a quienes nos llaman desde cualquier parte del mundo preguntando por los resultados. Qué vamos a hacer. El escritor canario me llamaba desde un taxi. El taxista medió sobre la marcha en nuestra conversación telefónica diciendo que había apagado la tele con el tres a uno, y que se había subido al coche para ver si por lo menos la tarde le deparaba un par de buenos viajes que compensaran los desastres amarillos. Pepe Correa siguió su camino y yo me estoy sentando delante del ordenador para intentar contar el descalabro en el Nuevo Colombino. Hoy, para variar el contenido de otras semanas, tiraré de imaginación y trataré de reseñar el partido como creo que lo contaría el taxista suponiendo que hubiera visto los noventa minutos:

“Sabe que lo digo, que los jugadores salieron dormidos al campo, oh, fíjese usted que en el primer balonazo nos marcaron el uno a cero. Lo metió uno de Gáldar que se hizo el dueño del partido; ese muchacho, que se llama Javi Álamo, le dio un baile a Corrales. Yo no sé a qué está esperando Las Palmas para ficharlo cuanto antes, y lo de Corrales fue de juzgado de guardia, un coladero por todas partes, que digo yo que debe ser porque ha estado lesionado, porque a mí ese muchacho me ha gustado en otros partidos. Uno del bar que estaba conmigo viendo ese disparate decía que Las Palmas parecía que tenía el jenlan, eso, el jetlag, que era como si se hubieran bajado sonámbulos del avión y los hubieran soltado a jugar al fútbol, qué cruz, el Huelva llegaba y metía gol solo con empujar la pelota, igual que aquellos partidos del año pasado, los de las goleadas, con la defensa como un flan haciendo aguas por todas partes. Y encima no me podía largar un par de lingotazos porque tenía que coger el taxi otra vez. El mismo que decía lo del jenlag ese, que es un poco enterao de la caja del agua, también iba diciendo que Las Palmas es que parece que siempre que está a punto de ir para arriba se achanta y empieza a perder partidos, eso lo decía él, no yo, y lo comparaba con no sé qué de Bolivia, donde los equipos se asfixian porque juegan a más altura que el Roque Nublo. La segunda parte ya fue otra cosa, pero por haber dormido tanto en la primera no logramos arreglar el partido. Por lo menos el equipillo se vino arriba y empezaron a jugar el Viera, que es un fenómeno, y el otro chiquillo, el virguero que yo no quitaría nunca del campo porque es el mejor que sabe mover al equipo, equilicuá, David González. Te quedas con la magua de no haber ganado a un equipo que no era nada del otro mundo, y ya son muchos partidos pasando por lo mismo, regalando el primer tiempo y con los jugadores medio despistaos y como fuera del partido; y para mí no es culpa del entrenador, las cosas como son, el míster hizo un par de cambios y consiguió que el bote empezara otra vez a remontar, pero ya digo que era tarde. Nada, seguiremos sufriendo, qué vamos a hacer, esto es lo que hay. A ver si con el Jerez la próxima semana jugamos con más jeito y no salimos tan apaguatados, iba a decir otra cosa, pero me la callo, usted sabe a lo que me refiero, que lo que no puede ser es que los jugadores entren a los partidos como si fueran a un Asalto musical de los de mi época en el Polonia o en el Marino, que esto es fútbol, carajo, y hay que salir enchufados desde el primer minuto, que aquí si te duermes te lleva la corriente para la mar fea y por más que quieras flotar te vas p’al fondo. Y conste que sigo diciendo que hay equipo de sobra para subir a Primera, aunque lo de hoy prefiero pensar que no lo he visto”.

sábado, 5 de noviembre de 2011

El mundo al revés

Ya uno no sabe si encomendarse a Antonio Machado, a Gabinete Galigari o a Javier Marías (reconocido seguidor del Numancia) para ganar en Soria. En esos campos de Castilla machadianos casi nunca tenemos suerte. Parece como si el frío nos tuviera congelados en la derrota, aunque esta tarde, la verdad, no ganamos porque no teníamos el santo de cara. Hubo ocasiones, nos pusimos por delante con un golazo de Jonathan Viera y perdimos de penalti casi en el último minuto. Claro que el Numancia también jugó de maravilla, combinando, buscando el área rival y con una verticalidad que lo dejó varias veces delante de un providencial Mariano Barbosa. Siempre duele perder, pero si lo haces como hoy sabes que esa derrota es pasajera, no más que un accidente en el camino seguro por el que transita un equipo cada vez más asentado y con mejores recursos. Volvió la estrategia de Juan Manuel dejando que el contrario se desgastara en la primera media hora y dando zarpazos puntuales que nos terminaron llevando al empate antes del descanso. Fue un encuentro impropio de Segunda División, o más parecido a un partido de la Premier por el ritmo trepidante de los dos equipos y por el poco tránsito del balón por el centro del campo. Lo imprevisto fue el guión de los últimos minutos. Ver a un jugador como Nagore entrando al área como si fuera Messi es algo que se puede observar pocas veces en la vida, y para mí que hasta los jugadores de Las Palmas se quedaron sorprendidos y casi no le entraron al verlo aparecer driblando y fintando como un fantasista. Esa jugada derivó en un remate que sacó Javi Guerrero bajo palos cuando acababa de entrar para intentar marcar el gol de Las Palmas en los últimos cinco minutos. Por eso digo que el mundo estaba hoy al revés: no marcamos nosotros, como viene siendo habitual, en las postrimerías del partido, Nagore jugó como Messi y Javi Guerrero terminó haciendo de portero. Ese surrealismo inesperado de quien escribía el guión de este partido nos ha dejado a todos amaguados y un poco cabizbajos. Pudo ganar cualquiera de los dos equipos, pero uno siempre quiere que gane el suyo. Los sorianos estarán libando Riberas del Duero con esa cara de satisfacción que se les queda a los que ganan en la vida. Nosotros hoy tenemos que conformarnos con desear que llegue cuanto antes el próximo partido para ver si la suerte juega ese día con nosotros. El talento – visto el partido de hoy, y lastimando todavía el trallazo al poste de Sergio Suárez- lo seguimos teniendo de nuestra parte.