sábado, 19 de noviembre de 2011

Cerocerismo otoñal

Hace falta ser muy amarillo para no sonrojarse en el estadio de Gran Canaria. Una hora antes del partido estaba comiendo en Casa Brito, en Arucas. Todos me decían que cómo me podía levantar de la mesa para marcharme al estadio. La verdad es que mirando el condumio era casi un sacrilegio renunciar a los placeres gastronómicos, pero los que vimos jugar a Germán y a Brindisi seguimos soñando con lo imposible cada vez que juega la Unión Deportiva. Y qué les cuento. Más de lo mismo. Segunda División con todas sus consecuencias. Noventa minutos perdidos lastimosamente. Impotencia futbolera, nada que valiera la pena, miradas a un césped que no sale corriendo porque está plantado sobre la tierra, pistas de atletismo vacías de alicientes, lluvia, mucha lluvia para mojar las penas del juego. Sabemos que el fútbol no tiene nada que ver con lo que hemos visto esta tarde. Si fuera eso, no lo seguiría ni el más fanático del pueblo, qué cosa, por dios, patadones y rechaces, un equipo aplicando una defensa a ultranza y el otro preocupado de que no le marcaran un gol, y en medio más de diez mil personas, que se dice pronto, aguantando estoicamente alguna genialidad de Jonathan Viera. Hoy no inventó nada del otro jueves, pero si no estuviera en el campo yo creo que el estadio se hubiera vaciado de público desde el minuto veinticinco de la primera parte. Juraría que nos robaron un penalti, pero el destino es sabio y creo que no se pitó porque no merecimos ganar, porque no supimos, y no digo porque no quisimos porque faltaría a la verdad; pero así no se puede ganar ningún partido. No se jugó nada más que a no perder. Y jugando a no perder solo se empata o se pierde. Lo más interesante del partido estaba sucediendo en Twitter. Daba tiempo de tuitear sin problemas porque no te estabas perdiendo nada en el terreno de juego. Ni siquiera se escuchó un pío pío en todo el partido. Lo único poético de hoy fue la lluvia, una lluvia mansa que volvía aún más gélido un estadio que parece que fue construido para espantar a los sueños. Lo demás no importa. Quedamos cero a cero. No hubiera sucedido nada si no se hubiera jugado el encuentro. Cerocerismo otoñal, lastimosa tarde robada al hedonismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario