miércoles, 18 de junio de 2014

Lo que queda es sueño

La verdad es que si me dieran elegir siempre me decantaría por el Sporting de Gijón. Es como si a España le dieran a elegir un país contra el que enfrentarse y no optara sobre la marcha por Dinamarca. Ya sé que no se puede creer en metafísicas o en supersticiones cuando hablamos de fútbol, pero está claro que hay rivales con los que uno se siente más tranquilo de antemano. Ojalá España pudiera jugar el próximo partido con los de la patria de Simonsen y Laudrup antes que con los de la garra que estilan los compatriotas de Koke Contreras y de Iván Zamorano.
Después de un final de temporada nefasto, a la Unión Deportiva casi se le apareció la Virgen con el Sporting. Vale que era el rival con más empaque y con más solera; pero todos presentíamos que la suerte volvería a estar otra vez de nuestro lado. El fútbol tiene esas curas repentinas, y lo de Holanda se curó con la euforia del Molinón tras el gol de Asdrúbal y todo lo que eso supone ahora mismo para quienes llevamos más de una década de desencantos amarillos. En ese mismo estadio, cuando era niño, recuerdo una Semana Santa saltando por las calles de mi pueblo cuando Las Palmas se clasificó para la final de Copa ante el gran Sporting de Quini, Morán o Enzo Ferrero. Claro que nosotros entonces teníamos a Carnevali, Felipe, Brindisi o Morete. Gracias a aquellos tiempos, y a los anteriores de Silva y Mujica, o de Germán, Tonono y Guedes, hemos podido aguantar la intemperie futbolística de todos estos años.
Ahora nos quedan dos partidos para poder regresar a Primera. Creo que no nos podrá detener nadie. Tenemos a Valerón, y eso son palabras mayores cuando, además, se junta un grupo de jugadores experimentados a los que solo les faltaba confiar más en su talento y en su profesionalidad que en esos focos de la noche que tantas veces atontan y acaban con los que podían haber llegado a lo más alto. La afición amarilla decidirá más de media eliminatoria. El próximo domingo lo aguardamos como aquellos festivos que no nos dejaban dormir desde muchos días antes. Va por todos los que se fueron sin volver a reconocer a la Unión Deportiva en las clasificaciones donde juegan los grandes. Si todo va bien este año volveremos a estar donde los de mi generación nos acostumbramos a buscar a Las Palmas desde que nacimos hasta que casi cumplimos los dieciocho años. Por eso hemos aguantado pacientemente todo este tiempo. Nos nutríamos de la memoria y de la épica de antaño. Esa misma historia es la que debe empujar a los jugadores para que el ascenso no vuelva a pasar nuevamente de largo.
Ciento ochenta minutos, así sumados de un uno en uno como decía el poeta, casi parecen interminables; pero estamos deseando que lleguen cuanto antes. Llevábamos mucho esperando por ellos. Lo que queda es sueño. Y este sueño no podemos dejar que se nos vuelva a escapar de las manos.





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