domingo, 29 de marzo de 2015

Araujo y el bolero de la suerte

La alegría ahuyenta los malos farios y espanta al miedo. En medio del caos o de las derrotas, el hedonismo nos sirve para alejar temores. También es el tiempo el que escribe casi todos los guiones y el que convierte a los hombres en poetas, ese tiempo de Machado y sus estelas en la mar, o aquel de Gil de Biedma cuando decía que de casi todo hacía ya más de veinte años. La Unión Deportiva hace más de veinte años que, parafraseando a Neruda, ya no es la misma. Ha cambiado mucho el fútbol y todas sus circunstancias; pero ahora siguen siendo las victorias las que curan casi todas las heridas, y las que acaban con esas crisis que parecen peores que las de los filósofos existencialistas. Anoche volvió Araujo, el mismo que nos mantuvo toda la primera vuelta como líderes. Un equipo no es un jugador, o sí, o a veces, o sí lo es cuando ese jugador decide el resultado. Había mucho de mal fario y de mala suerte en el sino del Araujo de los últimos partidos. Nunca dejó de luchar y de intentar meter esos goles que marcó ante la Ponferradina. ¿Qué ha cambiado para que el destino no golpee el balón contra el poste o lo desvíe a cualquiera de los lados de la portería? Probablemente no ha cambiado nada, o lampedusianamente todo parece que cambia para que lleguemos a ese ascenso que todos anhelamos. Espero que en Soria se trazara esa línea del olvido que uno quisiera ir dibujando cada vez que nos vienen mal dadas. Nuestra suerte, como cantaba el bolero, necesita de la suerte de Araujo, y él nos necesita mucho más. Nunca le ha fallado la afición al Chino ni a la Unión Deportiva. Y desde anoche espero que, por fin, se hayan virado esas tornas que nos estaban alongando hacia el abismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario