sábado, 12 de diciembre de 2015

Extraños en la noche

Hoy hubiera cumplido cien años Frank Sinatra. Fue alguien que siempre se mantuvo fiel a su estilo. Vio pasar modas e ídolos que luego se quedaron en nada, y tuvo que aprender a soportar más de un fracaso. La Unión Deportiva Las Palmas se asemeja al cantante de Nueva Jersey. Por su fidelidad al toque de balón. Por las incomprensiones, y un poco también por la suerte. Bordamos el fútbol en el primer tiempo, pero no fuimos capaces de rubricar lo que íbamos escribiendo en el centro del campo. Nos asemejamos otra vez a esos escritores que narran y narran sin llegar a ninguna parte y sin saber cómo finalizar las historias. Nos sentíamos extraños en la noche jugando contra un Betis azul. Un Betis azul es casi como un perro verde, una rareza incomprensible, una visión que nos aleja del misticismo que puede tener el fútbol. No me imagino a Cardeñosa o a Gordillo vestidos de azul; pero ya sabemos que ahora vale más el merchandising que el lirismo.
Y la noche, como en esa canción de Sinatra, iba pasando de largo, y no llegaba el gol, y todo parecía condenado nuevamente al fracaso del empate en casa o de la derrota. Pero Setién fue fiel a su romanticismo hasta el último momento, y apostó por Valerón a falta de pocos minutos, y antes lo había hecho por Nauzet y por Willian José. Siempre buscando el ataque, siempre mirando hacia el marco contrario. Y llegó el delirio en el descuento. Y hubo justicia poética, y nos enamoramos otra vez del fútbol como cuenta Sinatra que se enamoró en esa canción, con esa sensación tan maravillosa y tan placentera que deja el amor o la victoria de tu equipo en el minuto noventa.
Llevábamos todo el partido queriendo encontrar un oasis en alguna parte. Uno no se da cuenta de que está en el desierto hasta que no pasa mucho tiempo sin vislumbrar un oasis. Nos estábamos empezando a parecer a esos personajes de Paul Bowles que se terminan extraviando a sí mismos entre dunas interminables. Sigo siendo igual de optimista que la pasada semana, y si no hubiéramos marcado esta noche seguiría defendiendo a carta cabal la propuesta futbolística de Quique Setién y Eder Sarabia. Es el fútbol que me gusta, el que admiraba cuando era niño y me llevaban de la mano al Insular, el juego de toque, la búsqueda de la portería contraria, lo que aprendí de Germán o de Brindisi. Y me quedo con el estilo antes que con el resultado. De momento tenemos que tratar de mantenernos en Primera. No será fácil, pero me tranquiliza saber que tenemos un Norte bien marcado y que sabemos a lo que estamos jugando. La noche es mágica cuando todo sale como habíamos soñado. Y la suerte, esa que dice el tango de Discépolo que es grela, a veces nos sorprende y nos regala un poco de justicia poética. Nos merecíamos ese triunfo y ese gol en el descuento. Extraños en la noche, pero felices como esos amantes que se encuentran en el último momento.



No hay comentarios:

Publicar un comentario