viernes, 18 de agosto de 2017

Los peligros del páramo

No es verdad que no tropecemos dos veces con la misma piedra o que el azar convierta en real lo que parecía una quimera. El mismo lugar y el mismo equipo, idéntico comienzo, pero ni nosotros ni ellos, parafraseando al poeta, éramos los mismos. Los dos conjuntos ya no se parecen a los de agosto del pasado año: uno por defecto y otro por exceso, uno porque no se ajustaba su clasificación con el presupuesto, y el otro, el nuestro, porque creo que no supo manejarse en las alturas. Este nuevo Valencia cuenta con uno de los entrenadores más solventes y fiables del mundo del fútbol, alguien que no se casa con nadie y que sabe que solo desde el orden se puede aspirar luego a la floritura y al arabesco.
Resulta paradójico que el único partido que ganamos el pasado año lejos de Gran Canaria fuera el primero, y además en Mestalla, y con un juego que no se parecía al que preconizaba Setién. Aquel fue un partido de zarpazos y de efectividad plena. Este de ahora fue extraño desde el principio, pero quien llegaba en la primera media hora era el Valencia, y el hueco, la vía de agua, se abría justo donde tenía que estar Roque Mesa o un jugador con solvencia que le sustituyera. Desde allí no partían las jugadas, realmente no partían de ninguna parte, y desde allí, desde ese hueco vacío, nos marcaron el primer gol de la temporada.
Y luego está el árbitro, como estuvo en aquellos partidos de Sevilla y Villarreal en el inicio de la pasada temporada. La expulsión de Halilovic condicionó el resto del encuentro, y fue una expulsión injusta, una agresión inexistente, otra de esas decisiones que acaban determinando el resultado. También es verdad que al equipo se le ve como si no fuera capaz de liberar las piernas y el talento, sin los necesarios tránsitos, sin un juego fluido y sin aquellas combinaciones que nos levantaban del asiento hace un año. No vienen partidos fáciles. Y creo que debo escribir sobre Vitolo. No lo vi. No estuvo como uno esperaba. No fue ese jugador que veíamos el pasado año con la selección y con el Sevilla. Espero que no sea otra decepción como Jesé y que nos ayude a ganar partidos antes de marcharse en enero. Es cierto que no le llegaban balones, pero entonces es que tenemos dos problemas, o más de dos si le sumamos los desastres arbitrales.
Nos queda todo el año y toda la Liga por delante. Fuera cual fuera el resultado no debíamos olvidar nunca que estábamos en agosto. Y eso haremos. Ya saben que este es un mundo de subidas y bajadas, un tiovivo en el que solo se mantiene el equilibrio si se aprende a mantener la calma todo el tiempo. El equipo tuvo al Valencia encerrado en su campo durante buena parte del segundo tiempo, pero estamos en agosto y esa baja de un jugador tanto tiempo se terminó notando en el estado físico de los jugadores, y además te cansas mucho más cuando el balón no circula con fluidez, ni con primeros toques, desde el centro del campo. Ya sé que acabo de escribir que estamos en agosto y que es solo el primer partido, pero hay que cambiar muchas cosas si queremos ser competitivos y no vernos a las primeras de cambio en los puestos bajos de la tabla. El calendario, desde luego, no ayuda. Pero las soluciones son nuestras. Todos veíamos ese páramo peligroso en el centro del campo, y sin centro del campo no hay fútbol, y mucho menos un fútbol como el que queremos que juegue Las Palmas.



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