sábado, 16 de abril de 2011

Una visión de conjunto

A veces no sabe uno si la vida es una coartada o una estrategia. Si fuera una coartada estaríamos todo el tiempo esperando esos finales deseados que casi nunca llegan, y si fuera una estrategia quedaría fuera la magia y toda esa sinrazón que nos hace salir cada día a la calle con todas las ilusiones intactas. La Unión Deportiva tiene coartada, y la utiliza de maravilla para plantear los partidos y seguir las pistas (las buenas, no esas otras que afean y que alejan los goles y las alegrías) que conducen a la victoria. También tiene estrategias que conforman un equipo cohesionado que sabe jugar sin remiendos y sin descosidos irremediables; pero junto a todo ello tiene talento, tiene suerte y cuenta con una afición que sabe cuándo llega su momento en cada partido.

Yo hoy me llevé mi moleskine al estadio y estuve anotando detalles todo el partido, pero ahora no sé dónde diablos la solté. Escribo por tanto sin el apoyo de las referencias escritas, pero con las sensaciones intactas. Ganamos, y al día de hoy estamos a once puntos del descenso. Me quito el sombrero ante el trabajo realizado por Juan Manuel Rodríguez. No era fácil su empresa, y sin embargo ha sabido embridar todas las circunstancias y nos ha enseñado que el fútbol es un deporte de equipo. Ya sé que eso se dice siempre, y que casi suena a tópico volver a escribirlo de nuevo. No importa. Para entender lo que ha hecho el entrenador amarillo hay que tirar de ese esfuerzo colectivo, del trabajo y del orden táctico. En medio, claro, juega el talento, y si no ahí están los destellos de Jonathan Viera en los tres o cuatro balones que tocó en quince minutos, y sobre todo en el inicio de la jugada del segundo gol. Ya casi salvados y con menos presión, estoy seguro que despediremos la Liga como la empezamos, apostando por el espectáculo y arriesgando en cada jugada. Lo bueno es que ahora sabemos, y lo saben los jugadores, que hay murallas que no se desmoronan como castillos de arena a las primeras de cambio.

El gran milagro de Rodríguez es la recuperación de la confianza colectiva de Las Palmas. Al portero le ha hecho recuperar su condición de portero, y no la de recogepelotas de goles encajados a tutiplén; los defensas son defensas, y por donde ellos se mueven no hay lugar para los delanteros contrarios; los centrocampistas construyen y crean, suben y bajan, y apoyan atrás cuando hay que defender, y en la delantera, cuando llega su momento, está el talento y la verticalidad, el remate certero que hace ganar los partidos. No he querido dar nombres, precisamente porque creo que estamos ante un equipo que va a dar mucho de sí en el futuro y que está compuesto por jugadores intercambiables y motivados que asumen su rol con la naturalidad que se espera de su talento. El entrenador ha recuperado a jugadores como Sergio Suárez o Pedro Vega que parecían perdidos para el fútbol de élite, y ahora anda empeñado, y estoy seguro de que lo va a conseguir, en recuperar la autoestima y el fútbol de seda que lleva Jorge Larena en sus botas.

No se disfruta de buen fútbol en el Gran Canaria; no hay lugar para ello. Se trataba de ganar y de alejar fantasmas y pesadillas del pasado. Nos da lo mismo lo que les suceda a los otros. Nuestro equipo está demostrando que se merece nuestro apoyo y nuestra presencia en el estadio. Hay mimbres para armar un gran conjunto la próxima temporada. De lo que queda de ésta, prefiero no hablar de objetivos. Llevamos toda la temporada cambiando aprisa y corriendo los guiones de nuestros objetivos. Sí creo que estamos muy cerca de la salvación, y de ahí en adelante puede suceder cualquier cosa. Lo bueno es que haremos la pretemporada del próximo año en los últimos partidos de ésta, y que se planificará, se subirán canteranos al primer equipo y se trabajará aún más con ese conjunto de jugadores a los que agradecemos su esfuerzo, su talento y las alegrías que nos han dado en las últimas semanas. Ya no salimos del estadio tratando de ahuyentar las sombras de mal augurio. El cambio de hora y las victorias nos devuelven a casa con una sonrisa de oreja a oreja, y eso, en estos tiempos tan atrabiliarios y marrulleros que vivimos, es como para salir sobre la marcha a bailar la Rama aunque no estemos en agosto. Queda lo mejor. Aquellos nubarrones de febrero están cada vez más lejos. El viento favorable que mueve a este equipo ha sabido imponerse a la contrariedad y a las malos farios. Llegarán lejos.

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