viernes, 21 de agosto de 2015

Tiempo al tiempo

Uno quisiera coger un pincel y pintar una puesta de sol en Las Canteras como pintaba Manet las aguas del Sena. O escribir en este mismo teclado una novela como Fortunata y Jacinta de Galdós. O agarrar un trozo de piedra en un barranco y crear algo tan hermoso como La Victoria de Samotracia. Para mí el fútbol también tiene mucho de arte, tal vez porque cuando tengo un balón entre los pies se me enreda como si tuviera un trasmallo. Uno termina admirando lo que ha sido incapaz de conseguir. Por eso me emociona tanto un regate de Garrincha, un control de Maradona, un pase largo de Brindisi o una carrera por la banda de George Best. Pero para llegar a esa perfección, además de talento, hizo falta tiempo y mucha paciencia.
No podemos pretender que la Unión Deportiva Las Palmas salga al campo en pretemporada y juegue como Brasil del 82 o como el Barça de Guardiola. Ni siquiera podemos esperar que juegue como jugó el pasado año cuando estaba en racha y con toda la confianza del mundo. Todo lleva su tiempo. Y sigo insistiendo en que tenemos talento de sobra, y en que estos jugadores, cuando estén en forma, recuperen la confianza y vean que ganan partidos, se irán asentando poco a poco en Primera División. Lo que no parece lógico es que se silbe al equipo a las dos semanas de comenzar la pretemporada y en una pachanga sin ninguna trascendencia.
No me gustó ni cómo jugó Las Palmas contra el Tenerife ni cómo se comportó una parte de la afición. Lo del equipo tiene remedio, y hasta cierto punto es lógico que suceda; pero creo que los aficionados que silbaron no deben olvidar que hace menos de dos meses saltaban como chiquillos celebrando el ascenso que llevábamos buscando desde hacía años. No puede fallar ese engranaje. El día del Zaragoza fue clave el empuje de la grada, y cuando estábamos en Primera, en nuestros años de gloria, fue la fuerza de esos mismos aficionados la que consiguió ganar numerosos partidos. Nosotros no podemos fallar, y a los jugadores tenemos que dejarles que se preparen para que dibujen algún trazo inolvidable sobre el césped. Ya habrá tiempo de enmendar errores si una vez preparados, y después de pagar los tres o cuatro tributos inevitables de todos los novatos, vemos que la cosa no arranca; pero de momento solo cabe ilusión, euforia y creencia desmedida y optimista en los jugadores que integran el equipo. Vuelvo a repetirme: en los jugadores que nos han traído hasta aquí, hasta este sueño que comienza en el Manzanares. Hay que sacudirse cuanto antes los complejos y los miedos. En el fútbol hay equipos con grandes presupuestos y equipos con grandes aficiones. Nosotros somos de los segundos, y esos clubes también han ganado Ligas, Copas y hasta Copas de Europa. Volvemos a casa. Al Olimpo en el que queríamos estar hace muchos años. Seamos consecuentes con nuestros sueños y nuestras esperanzas.

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