viernes, 23 de octubre de 2015

La gran montaña

Un alpinista sabe que cuando se emprende una subida solo hay que mirar hacia arriba, sobre todo cuando las paredes son verticales y casi no tienes asideros para retornar al campo base. Lo de abajo es pasado, riesgo de vértigo, duda o indecisión en los pasos que nos queden para coronar la cima. Ahora mismo la Unión Deportiva Las Palmas es un escalador que no puede mirar hacia abajo en ningún momento. Cantaba Serrat que los que estaban en el fondo del pozo eran unos bienaventurados porque de ahí en adelante solo podían ir mejorando. No me ha gustado el cese de Paco Herrera. Uno es un sentimental, y no me olvido nunca de que ese hombre efusivo y vehemente fue el que nos sacó del abismo de una Segunda División que amenazaba con eternizar el palmarés amarillo. Pero está claro que los sentimentales no podemos tener puestos de mando. Nos temblaría el pulso y nos dejaríamos llevar siempre por los sentimientos. En esa subida de la que hablaba lo único importante ahora mismo es la Unión Deportiva. Lo dijo el propio Paco Herrera demostrando una vez más su caballerosidad y su saber estar. Por eso no entiendo a los que promueven pitadas contra nuestro propio equipo en un partido en el que nos jugamos buena parte de nuestro futuro. Dejemos los silbidos o los aplausos para final de temporada. Y no olviden que el nuevo equipo técnico no tiene culpa de lo que el propio fútbol genera con sus sus prisas clasificatorias y dinerarias.
Llega Quique Setién. Era de los futbolistas por los que valía la pena pagar una entrada: técnico, desequilibrante e impredecible, casi parecía más un jugador de la escuela canaria que de la cántabra. No hubiera desentonado nunca entre los grandes de la Unión Deportiva. Aquel fútbol que iba desentrañando el camino con regates y escorzos casi imposibles es el mismo que encontramos en el Lugo cuando lo vimos jugar. Propone el control del balón y la búsqueda de la portería contraria; pero sin asumir riesgos suicidas y valiéndose de la calidad de esos jugadores distintos que siempre marcan las diferencias. Las Palmas tiene varios jugadores así, y si él consigue darles el protagonismo y, sobre todo, hacerles creer que pueden llegar lejos, creo que, poco a poco, iremos escalando esa montaña que ahora nos parece casi inexpugnable. Hace unos días escuchaba una entrevista al actual entrenador del River Plate, el Muñeco Gallardo. Venía a decir que lo de menos era ganar o perder, y que lo importante, a veces, es dejar una impronta y un recuerdo de nuestra manera de jugar y de entender el fútbol. También me gustaría recordar lo que sucedió con Del Bosque cuando tuvo que sustituir a Luis Aragonés después de que este hubiera terminado con una sequía de títulos de muchos años. Ojalá Quique Setién sea nuestro Vicente del Bosque. Lo que sí está claro es que Paco Herrera sí será siempre nuestro Luis Aragonés, un hombre íntegro y caballeroso que nos subió al séptimo cielo de la Primera División cuando pocos confiaban ya en nosotros. No perdamos las referencias y pensemos en la Unión Deportiva. Si los aficionados no creemos en el milagro, no creerá nadie, ni siquiera los jugadores. Asumamos la realidad y la gran montaña que tenemos delante. Que sean otros los que miren para abajo.

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