sábado, 7 de mayo de 2016

Un hombre de palabra

A veces se cumplen los sueños. La vida cuenta con esas vías extrañas que no conocemos y que, de repente, nos cambian el guion de nuestra propia existencia de arriba abajo. Los seguidores amarillos llevábamos décadas soñando con un juego como el que proponen Quique Setién y Eder Sarabia. Casi nos daba lo mismo estar en Segunda o en Primera. Lo que queríamos era ver a nuestros canteranos y a jugadores que entendieran el fútbol como lo entendemos quienes vimos jugar a Germán o a Brindisi. Setién los tuvo que ver también de cerca alguna vez, como vería al Ajax de Cruyff o al Brasil del 82. Vino con una idea romántica del fútbol y demostró que a veces las intenciones de los soñadores se imponen a los delirios de los pragmáticos. Él sabe, además, que no hay sueño que no se logre sin esfuerzo y sin constancia. Desde que le dimos tiempo comenzó a dibujar en el terreno de juego las jugadas que nosotros habíamos imaginado mil veces en nuestra cabeza. Y además lo hacía jugando en Primera División, entre los grandes de la Liga más grande del mundo, ante millones de personas de todo el planeta, donde se gestan las leyendas y donde se consiguen esos aficionados que se vuelven fieles para siempre.
Era lógico que Quique Setién recibiera ofertas o que el mismísimo Julio Maldonado, “Maldini”, uno de los hombres que más saben de este deporte, lo propusiera como sustituto de Vicente del Bosque en la selección española. Uno hubiera entendido que se hubiera marchado siguiendo el camino de cualquiera de esas ofertas astronómicas que le han llegado estos días; pero este señor es un hombre de palabra, en el terreno de juego y también lejos de la cancha, uno de esos románticos que aún cree que la belleza y la honradez son las únicas que pueden derribar las montañas del tedio y las de ese negocio que muchos confunden con el fútbol y con lo que significa el fútbol para quienes amamos este deporte. Este año ha sido grande y confío en que los próximos sean todavía más gloriosos. Me gusta lo que dijo Setién el otro día, que quiere que a este equipo se le recuerde por cómo juega y no por cómo gana. Así es como se gestan los mitos, con los hombres de palabra que además saben soñar sin ponerle límites a ningún mapa que se trace entre dos porterías y un centro del campo.








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