jueves, 1 de diciembre de 2016

Cuando llega el frío

Hacía frío. Daba lo mismo donde vieras el partido. Uno temía que hasta la pantalla del televisor se volviera escarcha antes del remate de una falta o de un regate de cualquiera de nuestros jugadores. Primero había que buscar el encuentro entre decenas de canales. Hoy casi televisan hasta los entrenamientos y hay fútbol a cualquier hora que enciendas la televisión. Hace años los partidos de Copa eran una rareza porque se jugaban entre semana. Hoy la Copa parece un punto y seguido de la Liga, aunque la gran diferencia es el cruce de equipos de distintas categorías y esa condición efímera de que todo tenga que suceder en ciento ochenta minutos. No hay segundas oportunidades y sobrevives paso a paso hasta llegar adonde llegamos nosotros hace unos años. Para mi generación la Copa fue la proeza, lo más grande que hemos podido vivir como aficionados amarillos, aquella final con el penalti inexistente a favor del Barça que condicionó el partido y el golazo sin ángulo de Brindisi. Nunca he entendido a los que dicen que prefieren dejar de competir en la Copa para centrarse en la Liga. Un equipo como la Unión Deportiva debe ser copero siempre, y más si, como quiere Setién, defendemos un estilo y una forma de jugar sin complejos con la que sabemos que le podemos ganar a cualquier rival.
Me alegra comprobar que este año tenemos plantilla como afrontar con garantías las dos competiciones. Los equipos son más equipos cuando los suplentes y los titulares pueden alternarse en cualquier momento. Marcaron algunos de los olvidados, como Asdrúbal y Hernán, y todos fuimos un poco Javi Castellano cuando lo vimos saltar al campo y tocar el balón como en los días en que la Unión Deportiva se movía con sus cambios de juego y sus pases precisos.
No era fácil jugar contra el Huesca, y no solo por el frío. El conjunto oscense se mostró correoso y cuenta con jugadores de mucho talento. Logramos ser efectivos y pragmáticos durante algo más de cincuenta minutos. Ganábamos cero a dos y creíamos que la eliminatoria ya estaba decidida, pero nos relajamos más de la cuenta y recibimos un gol que quebró esa tranquilidad que se confundía con el vaho que aparecía en la pantalla cuando enfocaban a los jugadores. Luego, mientras veíamos cómo los espectadores se escondían tras las bufandas otoñales, nos marcaron el segundo tanto y nos acabamos desfondando física y moralmente. Pudimos haber perdido. El Huesca nos dominó por completo en el último tramo de partido. Quedaron en evidencia las carencias físicas y la falta de rodaje de muchos de nuestros jugadores. No será fácil eliminar al Huesca en el Gran Canaria. Ya casi no hay nada fácil en el fútbol, ni ningún guion que no cambie de repente en cualquier momento. Ya dije que hacía frío. Eso es lo que nos queda de este encuentro: una sensación gélida de noche de fútbol sin esa magia que se suele vestir de amarillo en casi todos los estadios. Nos espera el Alavés, pero ya con los titulares y con algunas lecciones aprendidas para que ese frío no hiele el fútbol que uno espera siempre de este equipo.


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