sábado, 10 de diciembre de 2016

Los nombres del pasado

Leganés es un nombre que nos viene bien recordar de vez en cuando para no extraviarnos con cantos de sirena. Seguiremos soñando con toda la fuerza que podamos y trataremos de convertir al fútbol en un juego de bellas combinaciones, regates y goles inolvidables. Pero no podemos olvidar que durante veinte años nuestro historial se escribió en campos del extrarradio de las grandes ciudades o de pueblos perdidos en el mapa de España. Muchos años antes, sí es cierto que esa misma historia se gestaba donde mismo la estamos trazando ahora, entre los grandes, cerca de los focos que alumbran lo épico y con esa ilusión que uno descubre cuando se acerca al estadio y contempla la mirada de quienes caminan como si buscaran un sueño cuando se asoman al césped a ver a los jugadores de la Unión Deportiva Las Palmas.
Recuerdo algunas mañanas de frío y niebla en esos campos que poco tenían que ver con nuestra historia. Por eso ahora casi me pellizco cuando veo a la Unión Deportiva jugando donde juega. Esta noche contra el Leganés creo que desenterramos buena parte de ese pasado que aún nos atemoriza cuando miramos los calendarios. Nos faltó la intención de quien sabe que persistiendo en la presión y en la magia de quienes son capaces de ver más allá de lo que tenemos delante se puede construir ese sueño que llevábamos demorando desde hacía mucho tiempo. El poeta Cesare Pavese escribía que la sorpresa era el móvil de cada descubrimiento. No sabemos lo que hay más allá del minuto siguiente o del paisaje que tenemos delante de los ojos. Y si no arriesgamos, si no embellecemos y hacemos lo que nadie espera todo se acabará volviendo monótono. Lo que nos ha atraído de Las Palmas es esa capacidad para la sorpresa que destilan jugadores como Roque, Tana o Jonathan Viera. En algunos de sus movimientos y en sus pases hay algo que ni el contrario ni quienes vemos los partidos percibimos hasta que no vemos la conclusión de la jugada o descubrimos que ese pase inesperado deja al delantero mano a mano frente al portero. Pero hoy no fue el día para ver nada de eso. Y encima el empate lo logramos con un gol en fuera de juego. Viene bien recapacitar sobre esas manipulaciones arbitrales, que nos han perjudicado contra conjuntos de grandes presupuestos como el Sevilla o el Villarreal y que nos han beneficiado jugando con equipos más pequeños como el Éibar o el Leganés.
Subimos y bajamos, así es este juego, pero uno intuye que esa contingencia que nos mueve de lugar cada semana no terminará empujándonos hacia abajo como hace años. Cada nuevo partido es una propuesta para reconducir ese sueño que tanto nos ha costado. Así ha sucedido esta temporada cada vez que nos han derrotado o que han salido partidos extraños, embarullados y raros como el de hoy. No se vence fácilmente a quienes saben hacia dónde deben dirigir sus sueños y sus pasos. García Márquez decía que la vida no era sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir. También el fútbol.





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