sábado, 18 de marzo de 2017

Un caballero de rojo y negro

Hay personas que cambian los ciclos, que nos ilusionan, que contagian su alegría y que son capaces de doblegar al desánimo o a lo que parecía que iba ser siempre una misma historia de hastío y aburrimiento. Aparecen de vez cuando, casi siempre cuando menos lo esperas. Gracias a esas personas seguimos viendo el fútbol y seguimos buscando ese detalle, ese gesto o esa filosofía que se acerque a la belleza o a la emoción, y que nos recuerde aquellas pequeñas ilusiones de la infancia que, como las del fútbol, no llevaban a ninguna parte y, sin embargo, nos subían al séptimo cielo.
Ya, ya sé que el mundo es el que es y que cada vez hay menos espacio para los soñadores y los románticos. También sé que el fútbol hace tiempo que es un deporte en el que se mueven intereses que tienen poco que ver con el amor a las camisetas. Setién compareció de rojo y negro en la rueda de prensa, como en la novela de Stendhal. En esa novela, un soñador llamado Julián Sorel quiso cambiar el mundo y su mundo al mismo tiempo, pero acabó derrotado por esos sistemas y esos pragmatismos que terminan ganando casi siempre. Eso sí, de los sueños que se siembran seguimos viviendo los que aún creemos en esa poesía de lo cotidiano que asoma a veces donde menos lo esperas.
Setién fue un caballero en la rueda de prensa de despedida, el caballero que ha cambiado la historia de la Unión Deportiva y que, después de muchos años, logró que los aficionados nos reconociéramos en los movimientos y en las osadías de unos jugadores que empezaron a cumplir nuestros propios sueños. No somos capaces de conservar casi nada de lo que vale la pena. Hablo de estas islas tan ingratas y tan poco dadas a reconocer el esfuerzo y el talento. Perdimos el Estadio Insular y otras tantas referencias sobre las que se gestan las pasiones y los mitos. El tiempo es lo de menos. Setién en dos años ha logrado lo que otros no consiguieron en décadas. Quique Setién y Eder Sarabia. No olvidemos a Eder Sarabia, que será un grande del fútbol antes de que nos demos cuenta.
Queda el proyecto. Queda la Unión Deportiva Las Palmas. Y eso es algo innegociable para los que amamos al equipo amarillo. Pero queda también una tristeza y una magua como hacía tiempo que no se vivía en esta isla. Le pedimos que se quedara. Unánimemente. Pero entendemos que quiera ser feliz donde desarrolle su trabajo diario. Nos duele que no haya encontrado esa felicidad en Gran Canaria. Le deseamos toda la suerte del mundo. Y le agradecemos todos esos grandes momentos vividos en estos dos años. Hablo de detalles, de jugadas, de goles y hasta de la manera en que los jugadores saltaban al campo. El señorío de Quique Setién iba con la Unión Deportiva a todas partes. Y muchos creíamos que esa unión iba a durar muchos años. No será fácil que aparezca alguien con ese saber estar, esa inteligencia y esa educación tan exquisita. Un caballero. Uno de los nuestros para siempre.




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