domingo, 14 de octubre de 2018

Volvamos a la arena para no extraviarnos

Nos gusta un estilo y una forma de jugar: no nos vale solo el resultado. Aquí, como dijo en su día Ángel Cappa, el cemento sabe mucho de fútbol. Siempre que nombro a Quique Setién me dicen que me aferro al pasado, pero es que ese pasado fue ayer mismo, y nos gustaba a todos, nos volvimos a enamorar del fútbol de la Unión Deportiva, y casi nos daba lo mismo el resultado. Setién, por mil motivos y porque le hicieron la vida imposible, se fue de la Unión Deportiva, y de repente, como para vengar esa afrenta, se decidió cambiar el discurso, buscar otro fútbol, vestirnos de verde, como si nuestra escuela viniera del barro, de trescientos días de lluvia y de patadones en busca de un rematador aguerrido que pusiera la cabeza o el muslo para meter el balón en la portería contraria. Se prometía la victoria, la solidez defensiva, y una y otra vez, en todas las entrevistas de esta pretemporada, se decía que se había terminado la poesía, que la belleza y el fútbol de toque no servían para subir de categoría. Y todos esperamos, y es verdad que esto no ha hecho más que comenzar, pero no ganamos y encima hemos renunciado a nuestro estilo, no creamos oportunidades, no combinamos, y no nos divertimos viendo ningún partido.
Nos eliminaron de la Copa en casa en el primer emparejamiento, y no lo hizo el Real Madrid o el Barcelona sino el Rayo Majadahonda. Algo falla, y creo que no es la plantilla. De haber tenido un portero como el que tenemos esta temporada y la delantera que se ha fichado no creo que hubiéramos descendido el pasado año, o igual sí, porque la debacle comenzó cuando no se cuidó lo que teníamos y se pensó que Setién podía ser sustituido por cualquiera. No es fácil dar con la tecla. Nos costó casi treinta años encontrar a alguien que entendiera al aficionado y que convenciera a sus jugadores y, sobre todo, que fuera valiente para defender a carta cabal su estilo de juego, que tanto se parecía al que había escrito la mejores páginas en la historia de la Unión Deportiva. He visto los dos últimos partidos en diferido y conociendo el resultado. No creo que haya condena mayor para un aficionado amarillo. Cuando lo ves en directo todavía te queda la emoción o esa jugada aislada que salve un partido, y te queda la incógnita del resultado, ese mantra que repiten siempre los pragmáticos y al que tanto se aferraron al principio de temporada, el resultado y la solidez defensiva. Si ves esos partidos te das cuenta de que el equipo no juega absolutamente a nada, y que encima carece de esa solidez defensiva inexpugnable. Sí tenemos un porterazo. Si no llega a estar Raúl Fernández, podríamos estar hablando de algunas goleadas bochornosas. Lo de los árbitros es azaroso, y un equipo que se confecciona para pasar como un rodillo donde quiera que juegue en Segunda, no se puede ver nunca afectado por la contingencia de una decisión aislada (porque en otros partidos esas equivocaciones nos han beneficiado).
Es verdad que esto está comenzando, pero si te despistas te puedes quedar atrás. Creo que hay jugadores como para mantener esa solidez defensiva y para salir a jugar al fútbol combinando y buscando de vez en cuando un regate o un pase inesperado. Por lo menos así serían menos amargas las derrotas y sería menos tedioso el tiempo que miramos los partidos. Si te aferras solo al resultado corres el riesgo de verte desnudo a las primeras de cambio, entre otras cosas porque el resultado en el fútbol ya sabemos que casi siempre es azaroso. Lo que casi nunca es azaroso es el estilo y la coherencia. Y dejemos a Setién, hablemos de Alfonso Silva, de Juan Guedes o de Germán Dévora, del fútbol que nace en las playas de arena o en los solares pedregosos, de la técnica que tenía que vencer todas las dificultades del terreno. Lo pueden llamar luego poesía o belleza, pero se trata de eso, de hacerlo bien jugando bonito y queriendo agradar a quien te mira. Volvamos a la arena cuanto antes.

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