miércoles, 19 de enero de 2011

Rivalidad

El fútbol nunca sería fútbol sin rivalidad entre los contendientes. Cuando alguien que no lo conoce lo ve desde fuera lo describe como un deporte insufrible y lento. O tiramos de mitos, pasiones e infancia o no hay forma de entenderlo. De todas maneras el amor tampoco se entiende y todos estamos de acuerdo en que no hay nada más importante después de la salud. Tampoco entendemos de qué va la vida o para qué diablos estamos aquí, pero no por ello renunciamos a ser felices y a tratar de aprovechar hasta el último segundo de nuestra existencia mientras nos dejen seguir participando en la fiesta.

En esa felicidad, los futboleros no podemos dejar al margen los grandes partidos que nos predisponen a la emoción muchos días antes de que el árbitro indique el comienzo y el balón empiece a cumplir nuestros sueños o a convertir en añicos las ilusiones que alentamos toda la semana. Uno de esos partidos es sin duda el que enfrenta, cada vez que coincidimos en la misma categoría, a la Unión Deportiva Las Palmas y al Club Deportivo Tenerife. Importan poco los otros derbis del pasado. El que vale es siempre el siguiente, el que nos tiene en vilo toda esta semana. No hay nada más tedioso y más aburrido que un partido amistoso, pero al mismo tiempo no hay nada más emocionante y más grandioso que un partido de máxima rivalidad. Tenemos que conseguir que los cuatro exaltados de cada equipo no nos echen a perder la fiesta. Los buenos futboleros de ambos conjuntos sólo tenemos en cuenta lo que sucede dentro del terreno de juego. Ahí es donde confluyen todos nuestros sueños de grandeza y todas nuestras ilusiones. Al finalizar el partido no deberíamos olvidar nunca la grandeza de la lucha canaria que nos transmitieron nuestros abuelos, aquel gesto en el que el perdedor alza el brazo del que gana reconociendo deportivamente la victoria. De entrada, y hasta que no se demuestre lo contrario, firmo una victoria contundente de Las Palmas. En Tenerife volveremos a recuperar las ilusiones perdidas las últimas semanas. Cada jugador necesita un partido para empezar a consagrarse como una estrella. El de Tenerife será el de Jonathan Viera. Por eso soy tan optimista.

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