domingo, 15 de mayo de 2011

Decisiones

Hace algunos años, un partido televisado de la Unión Deportiva Las Palmas era un acontecimiento. Había un solo canal, un solo partido a la semana, y la Segunda División era una especie de ente esotérico y sin imágenes en la que jugaban equipos que se llamaban Calvo Sotelo o Ensidesa. Entonces Las Palmas era un equipo de Primera, pero aun así la veíamos menos en la tele de lo que podemos ver hoy al Vecindario o al Universidad de Las Palmas. Hay más canales y más audiencia, pero al final el fútbol sigue siendo lo mismo, veintidós jugadores detrás de un balón tratando de lograr un sueño en nombre de todos nosotros. Nos hemos acostumbrado tanto a las retransmisiones televisivas que cuando no nos ponen el partido en directo parece como si volviéramos de inmediato al Paleolítico. Hoy no televisaban el partido de Las Palmas. Me fui a almorzar a Casa Brito, en Arucas, y llamé a Antonio Aguiar, el amigo y compañero bloguero, cuando el partido estaba todavía en la primera parte. Medio apesadumbrado, me dijo que nos acababan de marcar el tercer gol. Nos despedimos y puse algo de música camino de Agaete. Reconozco que daba el partido por perdido. Mucho más tarde, en la zona de la avenida de Los poetas, muy cerca de Las Salinas, un señor de unos setenta años iba con su transistor pegado a la oreja.
-Cómo va Las Palmas-le pregunté esperando lo inevitable.
-Vamos ganando tres a cinco y quedan cinco minutos- contestó con esa cara de satisfacción que se nos pone a los aficionados de Las Palmas cuando damos fe de noticias o de resultados como esos.
Compartí la alegría con aquel hombre con cara de haber vivido intensamente el domingo, y luego confirmé el resultado final en la edición digital de Canarias 7. No estamos salvados, pero los ocho puntos de ventaja de la zona de descenso a falta de tres jornadas nos dejan como si hubiéramos ganado la Liga de Campeones. Y es que cada uno se reconforta con sus pequeñas y necesarias victorias cotidianas, y ésta, qué duda cabe, nos alegra a todos el fin de semana y el fin de temporada. Para llegar aquí han hecho falta decisiones necesarias y comprometidas, la primera de ellas la apuesta por Juan Manuel Rodríguez. Yo creo que seríamos injustos si no valoráramos esas decisiones ahora que parece que el objetivo se ha conseguido. La cabeza fría y la determinación correcta de la directiva y de la comisión técnica han propiciado este salto dominguero de alegría. Sería injusto si no valorara ese camino acertado de quienes tienen que barajar las cartas de la Unión Deportiva. Ya luego son el destino y los jugadores los que la juegan. También la suerte. Hoy estamos todos muchos más contentos y relajados. Los horizontes se atisban más venturosos, y además sabemos que hay jugadores para encarar un futuro con otras miras más ambiciosas. El Barça B no es un equipo cualquiera. Hablamos de la antesala del mejor conjunto del mundo. Los nuestros, después de la gesta de esta tarde, están llamados a llevarnos a ese camino de la gloria que casi siempre, llegados a momentos como el de hoy, se tornaba gafado y perdido. Las matemáticas no nos garantizan la salvación, pero la próxima jornada contra el Numancia podríamos abrazar ese éxito que compensa la zozobra de una temporada ciclotímica en la que pudimos tocar el cielo o acabar en el más profundo de los infiernos. De momento nos mantenemos vivos, y eso, estando como está el fútbol y la Segunda División, es como para salir a la calle a cantar píopíos hasta quedarnos roncos de contento.

PD: Lo único que temo de esta victoria es que el Barça vaya definitivamente a por Jonathan Viera. No he visto el partido, pero es normal que con espacios y con un fútbol similar al de Primera marque tres goles. Es un jugador casi estratoférico, genial y sorprendente. A ver si tenemos suerte y lo vemos en Primera, pero vestido con la camiseta amarilla de la Unión Deportiva. Llegará todo lo lejos que se proponga.

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