miércoles, 20 de octubre de 2010

Conexiones

Las nuevas tecnologías llegan al fútbol sólo a través de los aficionados. La FIFA sigue queriendo vivir en el siglo diecinueve y mantiene los goles fantasmas como prueba de ese anacronismo decrépito que no les deja asomarse al futuro. Sin embargo, los medios de comunicación, la mayoría de los clubes y los aficionados sí que nos hemos adaptado a esas nuevas tecnologías en beneficio del fútbol y de nuestros equipos. Esta página web de la Unión Deportiva sería un ejemplo de esa salida de la noche de los tiempos que parece promover la FIFA. En fin, allá ellos.

Nosotros sí que podemos seguir los partidos y los resultados de Las Palmas aunque estemos lejos de casa. No se imaginan la satisfacción que siente uno cantando en directo un gol de Las Palmas en Nueva York, en París o en Viena. Me da lo mismo que los vecinos me tomen por loco. Conectado a Internet uno puede seguir la narración como si estuviera en casa. Ya conté en una entrada anterior las peripecias de la generación de mi abuelo con las palomas mensajeras para poder seguir los resultados de la Unión Deportiva. Pero es que yo recuerdo que cuando Las Palmas jugaba en Segunda B y yo vivía en Madrid sólo podía enterarme del resultado de un partido llamando por teléfono o esperando a los periódicos del día siguiente, aunque muchas veces seguíamos al equipo en aquellos encuentros de infausto recuerdo en Móstoles, Leganés o Fuenlabrada.

Y si me remonto unos pocos años antes, a finales de los ochenta, me veo en Londres moviendo como un loco la antena de una radio para intentar sintonizar Tablero Deportivo cuando Las Palmas, en Segunda División, jugaba los domingos por la tarde. Canté muchos goles entre sonidos rarísimos que a veces no me permitían saber ni siquiera el nombre del goleador. Ahora, sin embargo, conectas el portátil y te llegan las incidencias del partido como si estuvieras en Ingenio o en San Mateo. Y además yo soy de los que muchas veces prefiere seguir el partido por la radio antes que por la tele.

Es cierto que no te puedes llevar casi nada cuando te vas lejos de casa por un tiempo, pero teniendo la cercanía de tu equipo te llegas a sentir menos extraño y menos desubicado. Hay una serie de automatismos que si desaparecieran de nuestras vidas nos dejarían desorientados y con la sensación de que nos falta algo para armar el rompecabezas de nuestra propia existencia cotidiana. El seguimiento de los resultados y las incidencias del equipo de fútbol que ya nos quitaba el sueño desde que íbamos al colegio es una de esas rutinas innegociables. La sensación de felicidad y de alivio tras una victoria merecida, y no digamos trascendental, nos sigue elevando sobre la marcha al séptimo cielo que frecuentábamos casi a diario en los años de infancia.

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