sábado, 30 de octubre de 2010

Un golpe helado

Hasta hoy sabía que los berzianos tenían vinos excelentes y mejores escritores; pero creo que también tienen la suerte de que el Camino de Santiago pase a escasos metros del Toralín y de que estemos en año Jacobeo. Acaba de finalizar el partido entre la Ponferradina y la Unión Deportiva y estoy tan noqueado y tan aliquebrado como todos los aficionados amarillos. Uno no sabe qué diablos ha podido pasar para que ahora mismo no esté escribiendo la crónica de una victoria de Las Palmas. El partido estaba ganado y controlado, con muchas oportunidades falladas y con el enésimo error arbitral que evitó que Edixon Perea (me ha gustado mucho el jugador colombiano, seguimos sumando) se quedara solo delante del portero leonés. Miro mi libreta de anotaciones y sólo leo frases triunfantes que destilan euforia. Tenía incluso el titular: “Esto va en serio”. Lo había escrito a mitad de la segunda parte. Pero en el fútbol no se puede escribir nada con coherencia, y mucho menos hacerlo antes de que finalicen los noventa minutos. ¿Y ahora cómo titulo este comentario? Perdimos, sí, eso queda claro. Íbamos ganando uno a dos y Vicente Gómez tuvo una oportunidad clarísima que casi hizo que mis piernas remataran con las suyas sentenciando el partido. Pero ni mis piernas, ni las del magnifico jugador amarillo, ni tampoco las de todos los aficionados canarios que se levantaron del sillón en el momento del remate, lograron meter la pelota en la portería. Y, claro, en la jugada inmediatamente posterior empató la Ponferradina. Fútbol es fútbol, que decía el sabio Boskov. Después, ya sabemos cómo se escriben esos guiones: partido roto, ataques y contraataques alocados y la suerte jugando sus bazas más que la calidad y las intenciones. Por eso he escrito lo del Camino de Santiago. Sólo asumiendo esa relación seudo mágica puedo entender la derrota de esta tarde.

No estaban los tres jugadores más desequilibrantes del equipo, pero aun así estábamos plantando cara y ganando hasta que el partido se empezó a confundir con la lluvia que estaba cayendo en el campo. Nosotros veíamos por la ventana un cielo azul y cuando mirábamos a la pantalla atisbábamos unos goterones que parecían que iban a lesionar a los jugadores. Todo se fue enfriando, el fútbol y nuestro estado ánimo. Nos metieron el tercer gol y parecía que el agua se había convertido en escarcha. La suerte sigue jugando en nuestra contra en todos los partidos. Vale que cometimos errores en defensa, pero en ataque tenemos que rematar veinte veces en posición clara para marcar un gol. Ya lo he escrito en alguna entrada anterior: esto es imposible que se repita siempre. Ahora sólo nos queda pensar en el partido contra el Elche, nuestro eterno revitalizador. Se nos dan siempre mal esos partidos enredados, bajo un cielo plomizo, con los equipos de la zona de Castilla León. Tiene uno la sensación de haber vivido muchas veces este encuentro en el campo del Numancia, del Valladolid o del Salamanca. No hemos jugado nuestro mejor partido. Esto es muy largo y habrá nuevas ocasiones para resarcirnos. Lo que sí tiene que hacer el director deportivo de la Unión Deportiva cuanto antes es mirar las condiciones contractuales y las cláusulas que hay que pagar para que la suerte se alinee alguna vez en nuestro equipo. Nos falta ese pequeño empujón que consolide las victorias que tenemos una y otra vez en nuestra mano. Respiremos hondo, nosotros y sobre todo los jugadores, tan castigados por ese azar y por ese trencilla ladino y arbitrario que en todos los partidos tiene que restarnos algún punto. La tarde de hoy podía haber sido mil veces mejor. Qué vamos a hacer. Vuelvo a Vujadin Boskov: fútbol es fútbol, y no hay más ciencia ni tenemos que buscar más explicaciones. Un día se gana y otro se pierde.

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