miércoles, 6 de octubre de 2010

Las pistas

Soy de los que no entienden la necesidad de colocar pistas de atletismo en los estadios de fútbol. Y mucho menos que esas pistas te acaben separando de tu equipo. A lo mejor algún día podremos hacerlas desaparecer, pero de momento es lo que tenemos y hay que acostumbrarse a ellas. Al fin y al cabo al fútbol se juega en el terreno de juego, y si esa lejanía la compensamos con talento la cosa puede ir equilibrándose.

El Insular ya no existe. No podemos comportarnos como niños recreando lo que pudo haber sido y no fue. Soy de los devotos del estadio de Ciudad Jardín (les recomiendo lo que ha escrito Malena Millares en su blog Al Golpito sobre el Insular: transmite magistralmente la emoción y todo lo que vivimos en ese espacio siempre añorado), pero como me recuerdan siempre los pragmáticos allí nos fuimos a Segunda B, y con todo ese apoyo cercano nos costó una barbaridad salir de ese pozo de olvido. No nos queda otra que arrimar el hombro y acostumbrarnos a lo que tenemos. Que las gradas están lejos, pues gritemos y aplaudamos más para que nos escuchen los jugadores y se sientan arropados por el público. La vida es una constante aventura en la que tenemos que ir capeando lo que nos va viniendo. No se puede vivir anclado en el pasado porque entonces no das un paso adelante y te estancas lastimosamente. Lo que fue, lo que vivimos y lo que nos contaron está bien para la literatura, para la épica o para estos blogs; pero luego, en ese presente que palpita cada dos semanas en el estadio de Gran Canaria, tenemos que apostar por la felicidad con todas las consecuencias transmitiendo todas nuestras buenas vibraciones a los jugadores. Con los sueños de grandeza no se va a ninguna parte. También nuestros abuelos echaron de menos el estadio de Campo España cuando asistieron las primeras veces al Insular. El día que subamos a Primera División y empecemos a acumular gestas en el Gran Canaria, éste se irá asentando también en nuestra memoria más forofa y sentimental.

Algún día haremos desaparecer las pistas y lograremos culminar la obra con un cerramiento digno en todos los puntos cardinales del estadio, pero de momento vamos a empujar entre todos para hacerlo nuestro. Lo que nos interesa es que los once jugadores amarillos que salten al campo jueguen como si los estuviéramos llevando en volandas. Y para ello también se requiere un esfuerzo por nuestra parte. Si sólo miramos atrás corremos el riesgo de quedarnos anclados en el tiempo como aquellas bíblicas estatuas de sal de las que nos hablaban en el colegio. Nos vemos todos el próximo fin de semana en el estadio de Gran Canaria para asistir al partido contra el Betis, un encuentro que espero que sea sólo un anticipo del que se jugará la próxima temporada en Primera División. Nosotros somos los únicos que podemos cambiar la historia de ese estadio. Les recuerdo que Argentina ganó el Mundial 78 con una afición que supo llevar a su equipo en volandas en un estadio con pistas de atletismo. Si nos lo proponemos, los jugadores de la Unión Deportiva podrán sentir nuestra cercanía en cada jugada. No habrá nada, ni siquiera esa aberración fría y distante que tenemos que hacer desaparecer cuanto antes, que impida que nuestros ánimos y nuestra euforia acaben confundiéndose con el juego vistoso y alegre de nuestro propio equipo.

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