miércoles, 13 de octubre de 2010

Destinos equivocados



Hay dioses que escriben destinos equivocados. Un mal día o un segundo que desearías olvidar puede escribir para siempre todo tu recuerdo. Le sucedió al Flaco Cardeñosa en el partido contra Brasil durante el Mundial de Argentina. Tenía la portería vacía para rematar a gol, pero nadie sabe cómo se enredó con el balón y acabó estrellándolo lastimosamente contra el cuerpo de Amaral. Tuvo un mal día justo en el peor momento. Nadie recuerda sus partidazos con el Betis ni que fue él quien dio el pase de gol a Rubén Cano para que empujara el balón en aquel partido memorable contra Yugoslavia en 1977, el del botellazo a Juanito, que nos clasificó para el Mundial 78.

Ese mismo recuerdo infausto ha quedado en la Unión Deportiva para Castellano y Félix, dos grandísimos jugadores, salidos de la cantera, y con muchos años en la élite, que fallaron sendos penaltis en momentos claves para el equipo amarillo. El penalti de Castellano contra el Real Madrid que nos pudo dar media Liga me tocó casi recién nacido, por lo que el recuerdo que tengo es el de la memoria de mis mayores; pero el que sí pude ver en directo fue el de Félix en la semifinal de Copa del Rey contra el Fútbol Club Barcelona en 1984. Habíamos perdido dos a uno en el Nou Camp y en la vuelta ganamos uno a cero en el Insular con muchas ocasiones falladas por la Unión Deportiva (entonces en Copa no valían el doble los goles marcados fuera de casa: si hubiera sido así nos hubiéramos plantado en otra final). Recordamos a Félix por el penalti pero nadie recuerda a Maschiarelli rematando penosamente una y otra vez contra la meta de Urruticoechea. En ese partido también destacó el excelente marcaje que le hizo Benito a Maradona, al que prácticamente no dejó tocar la pelota en todo el encuentro. Llegados a los penaltis, le tocó a Félix llevarse la peor parte. Colocó el balón, cogió carrerilla y su disparo se perdió lastimosamente hacia la Grada Curva. Pocas veces he visto el Insular tan apesadumbrado. Bueno, un año antes también nos habíamos quedado de piedra el día del descenso ante el Athletic de Bilbao. Pero esos momentos ya pasaron, ya no volverán, como tampoco llegarán los grandiosos. Habrá otros días de éxitos y fracasos, es algo inevitable si hablamos de competición y de deporte. Un día ganas y otro pierdes, como en la vida. Lo que no vale es asociar a Félix con ese momento azaroso. Durante muchos años fue pieza clave en el centro del campo de la Unión Deportiva en Primera División, sobre todo en los años de Brindisi y de Morete. Posiblemente sea uno de los mejores ejemplos en los que se podría mirar la actual cantera amarilla. Los que le vimos jugar muchas noches partidos memorables tenemos el deber de evitar que su nombre se asocie solamente a un malhadado penalti. Félix y todos los que vistieron la camiseta amarilla durante muchos años en Primera División tienen más historia que casi todos los jugadores que han pasado por el club en los últimos veinte años. Por eso hay que seguir creyendo en la cantera. Los mejores años nos los dieron los jugadores que salían de nuestras playas y de los barrios y los pueblos de las islas.

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