sábado, 27 de agosto de 2011

Equipo, trabajo y talento

El Guadalajara no es el Celta, el Coruña o el Elche, pero el partido de hoy lo tuvimos que jugar como si nos hubiéramos enfrentado con cualquiera de esos tres equipos. Todo se puso en contra de Las Palmas. Nos quedamos con diez jugadores antes de la primera media hora de partido y, cuando estaba a punto de terminar ese malhadado primer tiempo, nos metimos un gol en propia puerta. A todo ello habría que sumarle un campo pequeño, un calor insoportable y los desajustes inevitables de cualquier estreno. Ya casi nos veíamos escribiendo el mismo comentario que en muchos partidos de las últimas temporadas: balones al área, contraataques letales del contrario y errores defensivos que en cualquier momento nos podían haber dejado con dos o tres goles en contra. La Alcarria, que nada tiene que ver con la que recorrió Cela hace muchos años, estaba a punto de bajarnos a una realidad que los que creemos en este equipo habíamos desterrado hacía semanas. No contábamos con el factor diferencial del entrenador y del descanso.
En la segunda parte la Unión Deportiva jugó como queremos que juegue toda la temporada, esto es, buscando la portería contraria, combinando, anticipándose en defensa, presionando en campo contrario y con ese espíritu ganador que se precisa en los momentos difíciles. Juan Manuel Rodríguez ha sabido transmitir confianza a los jugadores y estos han respondido regalándonos un anticipo de las muchas alegrías que creo que nos esperan en los próximos meses. Quiero destacar, sobre todo, la palabra equipo, desde Barbosa hasta Vicente Gómez, desde Juanpe hasta Corrales, desde Javi Castellano a Jonathan Viera. Contando con esa unión no tenemos nada que temer de cara al futuro; pero es que además es un equipo capaz de sacrificarse y de luchar hasta hartazgo. Nunca pareció que jugaba con un jugador menos. Unos a otros se apoyaban subiendo, bajando y cubriendo las parcelas del campo que quedaban sin color amarillo. Y luego, claro, también está el talento, ese despliegue de verticalidad, regates y combinaciones eléctricas que han vuelto a escenificar Vitolo y Jonathan Viera. Viéndolos en el campo, ya está uno descontando los días que quedan para ver el próximo partido de la Unión Deportiva. Vitolo era el alma y el empuje que perdió este equipo el pasado año. Este año, tanto él como Viera, han vuelto por sus fueros, pero formando parte del conjunto, luchando cada balón y bajando permanentemente a defender o a buscar la pelota. Ya solo con talento eran letales; ahora con trabajo, disciplina y magia lograrán que lo imposible aparezca con naturalidad y que lo genial forme parte del juego habitual de la Unión Deportiva Las Palmas. Nos quedamos, aprovechando que estábamos en tierra mielera, con la miel en los labios y con la sensación de que pudimos haber ganado el partido, pero éste era solo el primer encuentro de la temporada, un prólogo magníficamente escrito por un grupo de jugadores que están llamados a sumar muchos capítulos prodigiosos en los próximos partidos.


lunes, 15 de agosto de 2011

Evidencias

Anoche, mientras veía en la televisión el enésimo partido entre el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona, me volví a dar cuenta de por qué soy de la Unión Deportiva Las Palmas. Aclaro que simpatizo con el Madrid, que fui durante años al Bernabéu y que he celebrado como el que más las grandes gestas del equipo blanco. Pero también quiero explicar que no he visto equipo que juegue mejor al fútbol que el Barça de Guardiola, y que disfruto como un enano cada vez que juega, y también cuando gana, sí, han leído bien, también cuando gana incluso al Real Madrid, sobre todo si el juego del equipo blanco es ramplón y cobarde como el de la temporada pasada o cuando, como ayer, solo apela a la velocidad, a la fuerza y al pase largo.

No me gustan los aspavientos ni las actitudes de Mourinho. Tampoco su forma de entender el fútbol ni sus planteamientos. Todavía no entiendo cómo pudo renunciar a David Silva o no ir en busca de Cesc, Alexis Sánchez o Cazorla para combatir al talento con talento, a la creatividad y al pase corto con la creatividad y el pase corto que conduce inevitablemente a la belleza. Lo de Ozil fue algo casual que se le apareció al portugués tras el Mundial de Sudáfrica, una isla en medio de los patadones y de las carreras alocadas y egoístas de sus compatriotas y de esos Pepes musculados y pendencieros que quiere en su equipo. Escribo esto y a lo mejor dentro de unos meses el entrenador del Madrid está celebrando la Champions, la Liga y, si le hiciéramos caso a Ruiz Mateos cuando presidía el Rayo, también la Copa Korac. De todas formas, después de ver a Alexis Sánchez, y sabiendo quién es Cesc Fábregas, tengo muy claro que se seguirá imponiendo esa manera bella, épica y alegre de interpretar el fútbol que preconiza Guardiola.

Pero me he ido alejando de la idea inicial de este comentario. Decía al principio que sobre todo soy de la Unión Deportiva porque esos equipos estratosféricos están cada vez más lejos de nuestros entornos cercanos y de nuestras memorias infantiles. También sé que soy de Las Palmas porque, incluso siendo entrenador Mourinho, no me consolaría nunca ante una derrota. Y todos sabemos que por aquí ha habido entrenadores más especuladores y con más protagonismo que el portugués y que, aun así, sufríamos cada fin de semana que se perdía y saltábamos de alegría si le ganábamos a cualquier equipo, así fuera el Santa Ana o el Tenerife B.

En este mundo de locos que vivimos, y en medio de tanta y tanta especulación (de la que tampoco se libra el fútbol), los referentes tenderán a ser cada vez más locales y más reconocibles. Y si encima nuestro equipo se presenta con jugadores de la tierra, criados casi a las puertas de nuestras casas, más arraigado estará a la afición que le sigue incondicionalmente. Da lo mismo que por la crisis, o porque nadie puede luchar contra cuatro jeques caprichosos o contra conjuntos con miles de socios o de ingresos publicitarios, nos quiten a los mejores jugadores al final de cada temporada. Seguirán saliendo canteranos, y los que vengan detrás se fijarán en los que están ahora mismo vistiendo de amarillo. Y además tenemos a Germán Dévora capitaneando la memoria necesaria del equipo. Leyendo ayer el magnífico reportaje del Maestro con Vitolo y Viera que firmaba Nacho Acedo en Canarias 7, más claro me queda que a medida que pase el tiempo seré cada vez más amarillo y menos galáctico. No me considero fanático por considerar que haremos algo grande esta temporada. Nos falta apuntalar un poco más la defensa, pero de medio campo hacia delante tenemos talento de sobra para disfrutar de lo lindo según empiece la Liga. Lo cercano, lo que nos ilusionó cuando niños y aún nos sigue emocionando durante noventa minutos cada semana, es lo único innegociable, lo que nos volverá a congregar en el Gran Canaria con todas las ilusiones intactas. Todo lo demás es marketing.