sábado, 28 de enero de 2012

Tu equipo es un paquete

A mi sobrino de cuatro años alguien le ha dicho en el colegio que mi equipo es un paquete. Cuando yo tenía su edad mi equipo se codeaba con los grandes, lo entrenaba Sinibaldi y le ganaba al Torino o al Slovan de Bratislava, que entonces eran en Europa lo que hoy pueden ser el Manchester United o el Fútbol Club Barcelona. En aquellos años supongo que el Alcorcón estaría en Regionales y que el Granada solo soñaba con poder estar alguna vez en Primera División. Vale, del pasado no se vive, pero hay días en que el presente se convierte en un insulto para ese pasado que honraron nuestros mayores. Hoy es uno de esos días. Jugamos contra el Alcorcón (¿jugamos contra el Alcorcón?) y nuestro mejor jugador, el más desequilibrante, el que ya veíamos de amarillo cuando llegáramos a Primera División, es vendido al Granada por tres millones de euros. Vaya por delante que entiendo las razones de los dirigentes amarillos -de haber habido veinte mil socios, Viera nunca habría salido de Las Palmas, y hay que recordar la situación ruinosa, al borde de la desaparición, en la que estaba nuestro equipo hace solo un par de temporadas-, pero a uno se le cae el alma a los pies cuando tiene que admitir derrotas. Viera en el Granada, qué triste, no lo veo, la verdad, dando un paso adelante. El fútbol del sustituto de Fabri, Abel Resino, por lo menos por lo que demostró en el Atlético de Madrid o en el Levante, es defensivo y poco amigo de esa poesía que tiene Jonathan Viera en sus botas. Hoy es un día de luto en la historia amarilla, una mañana como aquella en la que descubrimos quiénes eran los reyes magos. Se va Viera, nos quedamos sin poesía y sin improvisación en la Unión Deportiva. Es increíble que una de las diez grandes capitales del país no cuente con empresarios que puedan evitar este fracaso de la economía y de las evidencias. Nos visitan millones de turistas cada año y se entiende que generamos dinerales, pero tenemos un treinta por ciento de parados en Canarias y Granada nos birla la joya de la corona futbolera. Algo no funciona. Esto del fútbol se ha convertido en un burdo negocio. Viera era una de las pocas razones que nos hacía olvidar las pistas de atletismo y la frialdad de un estadio que parece construido solo para espantarnos. Me dolerá no encontrarlo en el campo, nos quedaremos huérfanos cuando no hallemos quién pueda acabar con el tedio; pero le deseo toda la suerte del mundo en su nueva aventura. Duele no volver a verle de amarillo, como dolía no ver a Juan Carlos Valerón o como fastidia no ver a David Silva. Lo que espero es que el dinero de su traspaso sirva para potenciar una cantera que no tenga que irse dentro unos años. También espero que podamos contar cuanto antes con un estadio que se ajuste a la necesidad de nuestros sueños. No me gustaría estar en el pellejo de los mandatarios amarillos. Ellos seguro que son los primeros que habrán lamentado este traspaso, pero vivimos tiempos de derrotas inevitables. A ver qué tal nos va sin Viera en la segunda vuelta. Es un grande. Ha sido un grande. Le deseo toda la suerte del mundo. Nos ha hecho muy felices. Al Granada le ha tocado la lotería. Se llevan a un fenómeno. A ver cómo le puedo explicar ahora a mi sobrino que mi equipo no es un paquete.

PD(lunes 30 de enero de 2012): Acabo de leer en los periódicos que Viera se quedará hasta el próximo 30 de junio en la Unión Deportiva. Una buena noticia que, sin embargo, nos lleva a entender cada día menos los entresijos del fútbol que acontecen fuera del terreno de juego.

viernes, 27 de enero de 2012

Sinibaldi

Sinibaldi es un sonido de mi infancia. Nos llamaba la atención ese eufónico nombre extranjero que repetían todos los mayores con veneración. Mis primeros recuerdos de la Unión Deportiva están asociados a los jugadores que él colocaba en el campo y a su forma de entender el fútbol. Yo en aquella época no entendía de tácticas ni de sistemas; pero supongo que si me gusta tanto el fútbol debe ser porque disfruté mucho viendo al equipo amarillo que entrenaba Pierre Sinibaldi. Fue, además, el entrenador que hizo de puente entre Molowny y Miguel Muñoz, entre el equipo subcampeón de Liga y el que quedó subcampeón de Copa, uno derrotado por el Real Madrid de los yeyés y el otro por el del Barça que comandaban Cruyff y Rexachs.
Me imagino que su estancia en Las Palmas ayudó a que aquella irrupción de finales de los sesenta no quedara en un sueño y a que la Unión Deportiva se mantuviera en Primera División hasta mediados de los años ochenta. Hoy he leído en los periódicos los merecidos reportajes dedicados a su paso por Gran Canaria tras haberse conocido su fallecimiento. En Canarias 7 aparecía una fotografía de su último partido como entrenador, cuando nos jugábamos el descenso frente al Celta del portero Fenoy. Detrás de Sinibaldi aparecen muchos de los que se sentaban junto a mí en el Insular. Me busqué en la foto porque recuerdo perfectamente ese partido. No me encontré, pero me ha bastado con ver las caras de todos los de entonces para reafirmarme en mi afición a un equipo que, estando en la categoría que esté, siempre marcará buena parte de mi estado de ánimo. Qué recuerdos en una sola fotografía. Me llegaba hasta el cercano olor del césped. Para que luego digan que el fútbol no es pasión y no es memoria. Cuando me pregunten que por qué me gusta el fútbol también repetiré siempre el nombre de Sinibaldi.

sábado, 21 de enero de 2012

Despistes y recuerdos

Hoy querría haber escrito sobre el partido entre la Unión Deportiva y el Sabadell. Programé el día pensando que lo televisaban, y casi podría decir que vi el encuentro un par de minutos. Me quedé dormido tras el almuerzo y me desperté a las cinco y diez. Como tenía muy claro que lo televisaban en la tele autonómica canaria, encendí la tele y la dejé sin volumen unos minutos. Jugaba un equipo de rojo y pensé que la Unión Deportiva volvía a vestir el equipaje del Arenas C.F. Seguí un par de jugadas hasta que me di cuenta de que el otro equipo tenía la franja verde del Elche. Mi gozo en un pozo. Inmediatamente me puse a escuchar el encuentro por la radio, pasando como siempre de una a otra cadena para contar con todos los puntos de vista, antes de terminar con esa media satisfacción que dejan los empates. Me alegré por el gol de Juanpe porque creo que es un jugador que aún tiene mucho que decir y al que espero ver de titular indiscutible en el equipo amarillo dentro de poco. Por tanto, del partido de hoy no puedo escribir nada, pero sí lo haré del recuerdo de muchas noches en el Insular.

Les cuento: Radio Nacional de España ha creado una especie de baúl de recuerdos sonoros en el que distintos personajes van contando los momentos que han marcado su vida. El otro día escuché a Juan Luis Cano, uno de los integrantes de Gomaespuma, contar que su momento inolvidable lo asociaba a la infancia, concretamente a cuando iba con su padre bajando la pradera de San Isidro para ir al estadio del Manzanares a ver jugar al Atlético de Madrid. Seguro que Juan Luis Cano vio en su infancia a muchos de los más grandes jugadores amarillos; pero no era de eso lo que yo quería escribir. Cuando lo escuché, yo también recordé sobre la marcha la calle Mas de Gaminde atestada de gente camino del Insular y el runrún futbolero que salía de los bares, la foto de la selección alemana y de la UD subcampeona de Liga en el Don Balón, la melena blanca de Atilio Ley y las caras de todos aquellos aficionados que más que al fútbol parecían que iban a asistir al mejor momento de sus vidas. Recordé a mi padre con cuarenta años menos y a mi abuelo subiendo o bajando las escaleras que comunicaban la Grada Curva con la de Preferencia, me llegó el olor de las jareas y de las arañas, los acordes de la trompeta de Fernando el Bandera y toda aquella luminosidad del cercano césped que todavía me sigue poniendo los pelos de punta cuando se posa en cualquier fotograma de la memoria. Quiero escribir a vuelapluma esos recuerdos para que no se me pierdan y para compartirlos con los miles de aficionados que tuvieron la suerte de vivir aquellos mismos prolegómenos. Fuimos inmensamente felices todos aquellos sábados a las ocho y media de la noche. Seguro que muchos de ustedes también son capaces de revivir aquella ruta sabatina que desembocaba en el escenario más cercano a los sueños que conocíamos entonces. Cualquier noche de sábado se convertía en un acontecimiento inolvidable.

sábado, 14 de enero de 2012

Todo lo demás es tedio

No siempre gana el mejor ni el que más lo merece, pero si no traicionas la esencia del juego, que no es más que un divertimento, y si te aplicas con disciplina dejando total libertad al talento, las probabilidades de ganar aumentan en la misma proporción que el goce del público.
Hoy en el Gran Canaria había dos equipos que querían jugar al fútbol, divertirse, buscar la portería contraria y tratar de agradar a quienes les estuvieran viendo. Y además había talento de sobra en los dos conjuntos. Se juntaba la poética que siempre moverá al jugador canario con la estética que tan bien ha sabido transmitir Guardiola al juego del Barça. Pasaron noventa minutos sin que miráramos el reloj. No apareció el aburrimiento, ni tampoco se dejaron ver los patadones o las incongruencias tácticas. Se salió a ganar y a jugar bien, y se ganó. Se crearon numerosas ocasiones de gol y se dejó claro lo que muchos venimos defendiendo contra los pesimistas que no valoran lo que tenemos: contamos con jugadores talentosos que, si se lo creyeran y mantuvieran una buena racha de resultados, irían lanzados a Primera División. Esa es la categoría natural de la mayoría de ellos, desde Barbosa a Jonathan Viera, desde David García a Vitolo, desde Laguardia a David González. No siempre tendremos enfrente a un equipo que venga a jugar y a dejar que el otro también lo haga. El fútbol, si quiere salvarse de la modorra y la decepción de los aficionados, debería sacar cuanto antes una regla que penara lo destructivo y lo antiestético y que, por el contrario, recompensara planteamientos ofensivos como el que plasmaron hoy sobre el terreno de juego la Unión Deportiva y el Barça B. Ganó el equipo amarillo por tres a uno, pero nos da lo mismo el resultado. Yo me quedo con esta sensación de plenitud futbolera que aún no había vivido en toda la temporada. Que no nos digan mañana que los que defendemos esta manera de jugar al fútbol somos unos ilusos. La defenderé mientras viva. Y si me la niegan apagaré la tele o no acudiré al estadio. Así de sencillo. El fútbol no es tan complicado como algunos quieren hacernos creer para justificar su incapacidad lúdica, festiva y estética. La vida suele ser gris lejos del césped. Si mantenemos la mirada en la hierba es justamente porque aún esperamos encontrar algún bello fogonazo de genialidad que se grabe en nuestra memoria más épica y futbolera. Todo lo demás es tedio.

sábado, 7 de enero de 2012

La rigurosidad arbitral y el triunfo de la racanería

He sido crítico con algunos de los planteamientos de Juan Manuel Rodríguez esta temporada. No me gustaba su especulación, su juego defensivo, ni tampoco la renuncia al ataque en muchos partidos que tenía que haber salido a ganar desde el primer minuto. Pero hoy quiero romper una lanza a su favor. No es que saliéramos como el Barça de Guardiola, pero ya la alineación era una declaración de intenciones ofensiva que no mereció la derrota en Alicante. Ya sucedió lo mismo con el Depor. Entonces escribí que pudimos ganar, perder o empatar; pero un penalti inexistente determinó el partido y acabamos perdiendo. Hoy merecimos ganar. Durante la segunda parte el equipo buscó la portería contraria y mereció marcar un par de goles. Nos adelantamos en el marcador, pero una cantada inexplicable de Barbosa (luego la compensó, como siempre, con un par de paradones soberbios) y sobre todo un penalti muy riguroso (un salto con el codo por delante que como mucho, si el árbitro vio acción punible, se pudo quedar en libre indirecto dentro del área) nos manda para casa con una nueva derrota.
No es momento de buscar culpables ni de perder los nervios. El partido demostró, por ejemplo, que David González o Vitolo empiezan a recuperar su mejor nivel, o que con David García la saga amarilla gana una confianza tremenda. Nos ganó inmerecidamente un equipo con un juego rácano nada acorde a su potencial, y lo hizo porque quien está para impartir justicia se ha vuelto a equivocar en perjuicio del equipo que hoy vestía de rojo como homenaje al Arenas. Poco más se puede contar de este partido.
Ahora viene el Barça B. No es el mejor rival para salir de una crisis, pero por lo menos dejará jugar al fútbol, y eso ya es una buena noticia en la aburrida y tediosa Segunda División. Yo creo que es una categoría que solo siguen los aficionados de cada equipo (y aguantando únicamente la penitencia de su propio partido). Cualquiera que encendiera la tele o acudiera a uno de esos estadios desangelados, saldría corriendo de inmediato. No se juega al fútbol: se especula durante noventa minutos a ver quién recibe el favor arbitral o marca en algún rebote aislado. Hoy Las Palmas quiso jugar a otra cosa, pero ganó el que salió a jugar como dicen que hay que hacerlo en Segunda División. Así es normal que no vaya nadie a los estadios o que no aparezca la publicidad por ninguna parte. Y para colmo la Segunda cuenta con árbitros que hace años hubieran hecho el ridículo en Preferente o Primera Regional. No sé dónde quiere ir a parar la Liga Profesional con estos mimbres, pero están matando al fútbol cada fin de semana. Así y todo, aplaudo la actitud de la Unión Deportiva en partidos como el de hoy. Confío en que el destino nos devuelva poco a poco lo que nos ha ido robando. Precisamos de ilusión cuanto antes. Sigo sosteniendo que contamos con talento y con jugadores que pueden hacer grandes cosas en un futuro inmediato. Pero ahora nos toca lidiar con el presente. Mantengamos la cabeza fría y pensemos que la Liga es muy larga y que nos queda toda la segunda vuelta por delante. Me pueden llamar iluso, pero sigo manteniendo que quien sale a ganar y a tratar de jugar bien al fútbol acaba premiado por el destino más tarde o más temprano.