sábado, 27 de octubre de 2018

Tridentes y temblores

Lo puedes tener todo y no darte cuenta. El famoso tridente de Las Palmas podría ser la delantera de cualquier equipo de media tabla de las grandes ligas europeas. Los tres jugadores marcan goles, combinan, presionan, regatean y asustan a las defensas contrarias. Araujo, en el estado de forma que está, lo raro es que siga en el equipo amarillo después de navidades. En menos de quince minutos esos jugadores, participando los tres en cada uno de los goles, ya ganaban cero a dos al Mallorca.
Ya todos sumábamos los tres puntos, hacíamos combinaciones y calculábamos lo que esa suma podía suponer antes del partido contra el Deportivo. Nos traicionaba la coherencia futbolística y lo vivido en un tiempo cercano. Nos olvidábamos de los temblores de Jiménez, de que el equipo no juega a nada y de que, desde que el Mallorca presionara más de la cuenta, nos meteríamos atrás, a defender, una vez más, hasta que nos empataran. Esta vez, además, falló nuestro portero, pero eso fue una anécdota. Lo hicimos con el Reus en el primer partido de Liga y lo repetimos siempre que vamos por delante en el marcador.
No sirve de nada ese tridente si el equipo no va a ganar creyendo en sus posibilidades y mirando solo a la portería contraria. De poco vale la calidad de la plantilla si a las primeras de cambio jugamos a no perder y a buscar el contraataque. Si queremos subir a Primera no podemos especular con el resultado de una manera tan burda. No perdimos. Cualquiera que lea esta crónica sin conocer el resultado podría colegir que salimos goleados. Empatamos a dos, pero hay empates que duelen más que una goleada en casa, por lo que podía suponer ganar en la isla balear, por el golpe en la mesa, y porque creíamos que, por fin, la Unión Deportiva iba a consolidar lo que vimos ante el Numancia; pero todo es un espejismo, también el partido contra el equipo soriano: no jugamos a nada, no sabemos lo que es el centro del campo, y lo fiamos todo a un tridente que no supera los temblores y el canguelo.
Así solo seremos como un Neptuno que reina debajo de las aguas, un tridente que solo exhibiremos como un trofeo casi protocolario. Y decir eso viendo jugar a Araujo es casi una herejía, pero uno se vuelve hereje cuando deja de creer en las incongruencias. Y cada vez creemos menos en Jiménez. Nos vendió fiabilidad defensiva y contundencia. Ganando cero a dos y con Rubén Castro, Rafa Mir y Araujo en el campo no se puede especular nunca con el resultado. Jamás. Si se hace eso se pierde o se empata. Sufrimos el mal menor: el empate, pero ese resultado jamás puede servirnos de consuelo. Cortázar decía que en la novela se gana a los lectores a los puntos y en el cuento con un knockout. Las Palmas no tiene ni novela ni cuento. No tiene quien le escriba, ni quien le trace unas líneas maestras para no extraviarse en el campo. Y así estamos, como aquellos niños consentidos que tenían el mejor balón de reglamento, pero que no sabían luego ni golpear de puntú, ni regatear su propia sombra. Lo tenemos todo, un tridente letal que mete miedo, pero sin estilo no canta ni Bob Dylan.

sábado, 20 de octubre de 2018

Que así sea

Podríamos escribir amén, pero preferimos escribir que así sea, y que sea en muchos partidos, que encontremos el gol en los primeros minutos y que nos abran las barreras y las cerrazones defensivas, y que se aparten las guaguas con las que llegarán casi todos los equipos al estadio de Gran Canaria. Si marcamos pronto, como sucedió con el gol de Araujo a las primeras de cambio, ya el viento sopla a nuestro favor el resto del encuentro: aparecen los huecos, te tienen que atacar y se acaba la defensa férrea y la especulación que vuelve aburridos e interminables los partidos. Nosotros no hemos cambiado mucho. Hemos ganado después de mucho tiempo, y esa es la gran noticia, pero seguimos sin jugar al fútbol que nos gusta, y sigo insistiendo en que tenemos jugadores para salir a ganar no solo con el patadón y el remate letal en el área pequeña.
En estos partidos en los que se abren espacios, y con los delanteros que tenemos, lo raro es que no ganemos seis a cero. Pero no todos los equipos serán el Numancia, no siempre jugaremos en casa, y no vale confiar solo en el azar de ese gol que abra la lata de la que hablan siempre los futboleros cuando los partidos se vuelven insufribles y solo quiere jugar al fútbol uno de los dos equipos.
Seguimos arriba, era importantísimo vencer; pero ahora tenemos que refrendar esta victoria yendo a Mallorca sin complejos y sin especulaciones, creyendo en la plantilla y en la calidad de cada uno de los jugadores de Las Palmas. Sigo manteniendo que tenemos una plantilla de mucha calidad, pero estas victorias no pueden cegarnos. Tampoco las derrotas. Hay que seguir buscando un estilo de juego más allá del resultado. Ya digo que no todos los equipos tendrán la candidez del Numancia, ni tampoco tendremos el santo de cara en el primer rebote dentro del área. De este partido sí salimos esperanzados con la implicación, la verticalidad y la definición de Araujo. Esa es, sin duda, la gran noticia del encuentro. Jugando así, el jugador argentino ya fue clave para subir a Primera. Si Jiménez, como ya consiguió en Grecia, lo logra centrar y consigue que se crea lo gran jugador que es, podemos ser muy optimistas y podemos volver a soñar con regresar a la máxima categoría por la vía directa.
Hay que ser críticos cuando el equipo juega mal y pierde la esencia de su fútbol, y hay que felicitarle cuando gana, pero sin lanzar las campanas al vuelo cuando esa victoria no va a unida a un fútbol que nos enamore y nos levante del asiento. Mejor eso que nada, y mejor que salgamos cuanto antes de este pozo que si se eterniza nos hace olvidar que somos un equipo que tiene que aspirar siempre a estar entre los grandes. No vale hundirse después de desastres como el de Almería, pero tampoco vale ponerse gallitos por ganarle al Numancia. Nos satisface que los jugadores supieran resarcirse de la derrota en tierras andaluzas y salieran al campo con fe en la victoria desde el primer minuto. Eso es, de entrada, lo que les pedimos: entrega, compromiso y determinación, pero no dejaremos de ser más exigentes: también les pediremos que nos diviertan. El estilo es clave para no perder el norte. Alguien dijo una vez que un cuento siempre es más importante que el cuentista. La Unión Deportiva Las Palmas siempre ha de ser más importante que quienes la presidan o que quienes salten al campo. Es el cuento que queremos que nos haga felices. No solo es ganar. También queremos que su juego esté bien trazado y bien escrito, que nos sorprenda, y que se fije en la memoria de quienes buscan algo más que goles en este deporte de tantas subidas y bajadas repentinas.


domingo, 14 de octubre de 2018

Volvamos a la arena para no extraviarnos

Nos gusta un estilo y una forma de jugar: no nos vale solo el resultado. Aquí, como dijo en su día Ángel Cappa, el cemento sabe mucho de fútbol. Siempre que nombro a Quique Setién me dicen que me aferro al pasado, pero es que ese pasado fue ayer mismo, y nos gustaba a todos, nos volvimos a enamorar del fútbol de la Unión Deportiva, y casi nos daba lo mismo el resultado. Setién, por mil motivos y porque le hicieron la vida imposible, se fue de la Unión Deportiva, y de repente, como para vengar esa afrenta, se decidió cambiar el discurso, buscar otro fútbol, vestirnos de verde, como si nuestra escuela viniera del barro, de trescientos días de lluvia y de patadones en busca de un rematador aguerrido que pusiera la cabeza o el muslo para meter el balón en la portería contraria. Se prometía la victoria, la solidez defensiva, y una y otra vez, en todas las entrevistas de esta pretemporada, se decía que se había terminado la poesía, que la belleza y el fútbol de toque no servían para subir de categoría. Y todos esperamos, y es verdad que esto no ha hecho más que comenzar, pero no ganamos y encima hemos renunciado a nuestro estilo, no creamos oportunidades, no combinamos, y no nos divertimos viendo ningún partido.
Nos eliminaron de la Copa en casa en el primer emparejamiento, y no lo hizo el Real Madrid o el Barcelona sino el Rayo Majadahonda. Algo falla, y creo que no es la plantilla. De haber tenido un portero como el que tenemos esta temporada y la delantera que se ha fichado no creo que hubiéramos descendido el pasado año, o igual sí, porque la debacle comenzó cuando no se cuidó lo que teníamos y se pensó que Setién podía ser sustituido por cualquiera. No es fácil dar con la tecla. Nos costó casi treinta años encontrar a alguien que entendiera al aficionado y que convenciera a sus jugadores y, sobre todo, que fuera valiente para defender a carta cabal su estilo de juego, que tanto se parecía al que había escrito la mejores páginas en la historia de la Unión Deportiva. He visto los dos últimos partidos en diferido y conociendo el resultado. No creo que haya condena mayor para un aficionado amarillo. Cuando lo ves en directo todavía te queda la emoción o esa jugada aislada que salve un partido, y te queda la incógnita del resultado, ese mantra que repiten siempre los pragmáticos y al que tanto se aferraron al principio de temporada, el resultado y la solidez defensiva. Si ves esos partidos te das cuenta de que el equipo no juega absolutamente a nada, y que encima carece de esa solidez defensiva inexpugnable. Sí tenemos un porterazo. Si no llega a estar Raúl Fernández, podríamos estar hablando de algunas goleadas bochornosas. Lo de los árbitros es azaroso, y un equipo que se confecciona para pasar como un rodillo donde quiera que juegue en Segunda, no se puede ver nunca afectado por la contingencia de una decisión aislada (porque en otros partidos esas equivocaciones nos han beneficiado).
Es verdad que esto está comenzando, pero si te despistas te puedes quedar atrás. Creo que hay jugadores como para mantener esa solidez defensiva y para salir a jugar al fútbol combinando y buscando de vez en cuando un regate o un pase inesperado. Por lo menos así serían menos amargas las derrotas y sería menos tedioso el tiempo que miramos los partidos. Si te aferras solo al resultado corres el riesgo de verte desnudo a las primeras de cambio, entre otras cosas porque el resultado en el fútbol ya sabemos que casi siempre es azaroso. Lo que casi nunca es azaroso es el estilo y la coherencia. Y dejemos a Setién, hablemos de Alfonso Silva, de Juan Guedes o de Germán Dévora, del fútbol que nace en las playas de arena o en los solares pedregosos, de la técnica que tenía que vencer todas las dificultades del terreno. Lo pueden llamar luego poesía o belleza, pero se trata de eso, de hacerlo bien jugando bonito y queriendo agradar a quien te mira. Volvamos a la arena cuanto antes.