domingo, 25 de octubre de 2015

Mejor en La Cícer

Baudelaire decía que había que tratar de ser sublime sin interrupción. Él se refería a la escritura, pero si se hubiera referido al fútbol habría que explicarle que lo sublime se queda en nada cuando se juega sobre un campo que no te permite dar dos pases seguidos. Se puede cambiar de entrenador, de sistema de juego, de plantilla y hasta de nombre (aunque ya decía Galeano que lo único perenne e innegociable es la afición a tu equipo de infancia). Puedes fichar a Messi o a Ronaldo, o recuperar a Germán o a Brindisi. No habría nada que hacer. A veces manda el terreno de juego. Es verdad que estaba en mejores condiciones que el día del Eibar, y que con las tormentas de los últimos días ha podido sufrir más de la cuenta, pero así no hay quien juegue al fútbol. Es como pretender tocar la Novena Sinfonía de Beethoven solo con un bombo y unos platillos. Da lo mismo que tengas las partituras. Si no tienes instrumentos, importa poco los músicos que pongas encima del escenario.
De haber estado el césped en unas condiciones aceptables, estoy seguro de que hubiéramos visto un gran partido de fútbol. Lo tenía todo, jugadores virgueros y entrenadores con una apuesta decidida por el ataque. Ese ha sido el gran cambio de la Unión Deportiva, la puesta en escena, la recuperación de jugadores como Vicente Gómez y Tana, y una intención irrenunciable de manejar la pelota y buscar el uno contra uno desde que hubiera ocasión para ello. También el Villarreal de Marcelino saltaba con esa misma intención al campo, pero luego ese propio campo aventaba cualquier atisbo de juego porque era imposible que el balón siguiera una trayectoria más o menos previsible. No había manera de combinar al primer toque, y cualquier jugada se ralentizaba y se quedaba en nada tras un control que se hacía necesario si el jugador no quería vérselas con un saltaperico dislocado entre sus piernas. Esperemos que para el partido de la Real Sociedad tengamos por fin un césped de Primera. Ese día, además, cambiará por completo el aspecto del estadio con la apertura de la Grada Sur. Ahí empieza nuestra nueva Liga y el ciclo de Quique Setién. Pero antes visitaremos el Bernabéu. Jamás hemos ganado en Chamartín, y ya saben de mi optimismo exagerado. Nunca tiro la toalla, y en el fútbol siempre digo que el Guía o el Arucas le pueden ganar al Real Madrid. A lo mejor solo sucede una vez en la vida, pero ya son muchos años de historia sin vencer en ese templo de la Castellana. No perdemos nada y tenemos mucho que ganar. Por lo menos tendremos un césped en condiciones para que se luzcan Tana, Viera, Araujo y compañía. Aquí, si no se arregla la cosa en estas dos semanas, habrá que ir pensando en jugar en La Cícer (aunque con las lluvias La Cícer está casi peor que el estadio). Solo tendríamos que tener en cuenta las mareas y colocar una grada en la Avenida de Las Canteras. Al fin y al cabo nuestro fútbol viene de la playa, y creo que se jugaría mejor allí que en un césped que tiene de césped lo que Gatusso pudo tener de Maradona.


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