domingo, 4 de diciembre de 2016

La caraja

Hace años los vestuarios eran espacios casi sagrados. A veces se escuchaban arengas o cánticos para levantar el ánimo, pero últimamente los partidos están empezando diez minutos, ya no en el túnel que lleva al campo sino en el vestuario mismo, con los jugadores a medio vestir y los entrenadores tratando de que no olviden el trabajo de toda la semana. Hoy hubo coincidencia en los dos vestuarios. Pedían concentración, intensidad y pases fáciles en los primeros minutos, y Quique Setién, con esa flema cantábrica que casi parece inglesa, fue todavía más clarividente cuando les pidió a los jugadores que tuvieran cuidado con la caraja. No veo yo a Tana o a Jonathan Viera utilizando la palabra caraja, pero el idioma también es gestual y tiene mucho que ver con el contexto. Todos entendimos que la caraja era el despiste inicial que sufrimos en casi todos los partidos fuera de casa.
También cuando los jugadores saltaron al césped hubo otro detalle visual curioso: los del Alavés ya salían con sus camisetas, como si estuvieran deseando que empezara el partido mientras que los de la Unión Deportiva parecían que estaban en Tejeda un día de enero, con la parte de arriba del chándal y más pendientes del frío que se debía sentir en Mendizorrosa que del balón y de las porterías que ya tenían delante. La consecuencia de todo eso fue que el Alavés llegó al partido veinte minutos antes que nosotros y sobre la marcha se adelantó en el marcador con el enésimo balón aéreo que llegó a nuestra portería.
Pero el lento despertar de Las Palmas este año en los encuentros fue haciendo que poco a poco nos hiciéramos con el control del partido y que, como mismo sucedió en Pamplona, domináramos por completo la segunda parte hasta que marcó Livaja para rimar y hacer un pareado que compensara la caraja de los primeros minutos. No fue nuestro mejor partido, pero volvimos a ser un equipo solvente y bien plantado en el campo y, además, sumamos un nuevo punto. Yo creo que si todo va bien y ganamos un par de partidos más, nuestros jugadores van a darnos muchas alegrías en la segunda vuelta. De momento ya han conseguido veinte puntos, arañando de un lado y de otro, y teniendo en cuenta que nos robaron un par de partidos. Hoy marcó Livaja, pero si el jugador quiere tener continuidad en Las Palmas debe controlar sus prontos dentro y fuera del campo. No se ajusta a lo que uno espera de la Unión Deportiva, por los niños que estén viendo el partido y por la deportividad que siempre le vamos a exigir a nuestro equipo. Estoy seguro de que Setién, como buen conocedor de los códigos secretos del fútbol, lo irá metiendo en vereda poco a poco, aunque lejos de esas cámaras que no creo que les hagan mucha gracia a los entrenadores. Todos rompimos alguna vez un juguete para ver lo que tenía dentro y nos llevamos una decepción enorme. Dejemos que el juguete del fútbol se juegue en el campo. Hoy nos desvelaron medio argumento de la trama antes de empezar el encuentro. Acabó todo más o menos bien. Podíamos haber ganado perfectamente, pero volvimos a salir airosos en uno de esos estadios que sí consiguen que el fútbol siga pareciéndose a un divertido juguete de infancia.

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