No siempre sucede, pero a veces de lo que creíamos que eran errores aparecen los mejores aciertos de nuestras vidas. No es un contrasentido. Si cada uno de nosotros mira al pasado descubrirá que muchas veces lo que creíamos que nos condenaba fue lo que finalmente nos terminó salvando. Creo que a la actual Unión Deportiva Las Palmas le puede estar pasando algo parecido. Perdimos a Setién y esa es una pena que nos quedará a muchos para siempre. Creíamos que teníamos fichado a un entrenador italiano durante muchos meses y al final, casi improvisando, tuvimos que poner al frente del equipo al entrenador que ya estaba programando la pretemporada con Las Palmas Atlético. Yo les confieso que desconfiaba de la eficacia del entrenador italiano. Ni conocía el idioma, ni sabía nada de Gran Canaria, ni tampoco creo que supiera del ADN del futbolista canario y de la psicología de esos jugadores y de la propia isla, tan extraña, tan surrealista, que muchas veces creo que sale adelante por esa suerte del error bien empleado que contaba hace un momento.
Me quedé más tranquilo cuando anunciaron a Manolo Márquez. Primero porque conocía de sobra el sistema de Quique Setién, y segundo porque conoce mejor que nadie a los canteranos. Y además me parece un hombre honesto, preparado y discreto. Su paso por Las Palmas, si le acompaña la suerte, puede ser exitoso, por el equipo que tenemos, sobre todo del medio campo hacia delante, y por ese empuje de los canteranos que ayude a reavivar las ilusiones que nos fue matando el malhadado final de temporada del pasado año (esto fue escrito cuando todavía estaba Boateng, ahora sigo pensando lo mismo, pero con la marcha del internacional ghanés y con la de Vitolo en enero sí es cierto que tal vez hay que rebajar un poco esas pretensiones de grandeza).
Hablo del efecto Sparwasser porque ese jugador de Alemania Oriental que marcó el gol que derrotó a la Alemania favorita del Mundial 74, a la Federal y posterior campeona del mundo, siempre confesó que la clave de aquel gol había estado en el control defectuoso del balón. En lugar de pararlo con la cabeza o el pecho le dio con la nariz, y ese golpeo hizo que Beckenbauer y Berti Vogts se fueran al lado equivocado y lo dejaran solo delante de Sepp Maier. A Las Palmas creo que también le está pasando eso. Llega Vitolo tras una operación que parecía de ciencia ficción futbolística, aparece un delantero centro como Calleri que llevábamos buscando desde que se fue Willian José (si el año pasado hubiéramos tenido un jugador como Calleri nuestra historia hubiera sido otra muy distinta) y, de momento, tenemos a Viera (hoy por hoy es el estandarte del equipo, el que pone la magia). Halidovic está empezando a demostrar su clase, Vicente Gómez está a punto de recuperarse y hay que anotar algunos nombres de canteranos como Borja Herrera y Fabio que pueden ser importantes. Me preocupa la defensa y la ausencia de alguien que supla con garantías a Roque Mesa. El portero sí nos ha llegado por ese mismo efecto Sparwasser del que hablaba hace un momento, y si juega como en el Carranza Chichizola es una garantía para la portería amarilla.
No tenemos un arranque fácil, pero no debemos olvidar nunca que la Liga, como la vida, es larga, y que al final nos enfrentaremos contra todos los equipos. Creo que del año pasado debemos aprender a contener las euforias y a no perder nunca la motivación si llegaran las derrotas. Pase lo que pase hay que aprender a vivir el fútbol con mesura y encarando cada partido como si fuera el más importante de la temporada. Hace unas semanas creíamos que no teníamos ni equipo, ni proyecto, ni entrenador, y ahora escuchas a todo el mundo con las euforias desatadas. Así es el fútbol. Pasión sin términos medios. Principios y finales inesperados. Y sí, también un gran negocio, pero nosotros seguimos viendo las camisetas con los ojos de los niños que siguen soñando con las grandes gestas de su equipo. Un año más, nuestra alegría dependerá en buena medida de las luces o las sombras de la Unión Deportiva Las Palmas. Pero sí es cierto que casi todo lo que rodea al mundo del fútbol, sobre todo con las insolencias y con esos dinerales bochornosos que se están pagando cuando hay gente que no tiene ni para comer cerca de nuestras casas, es como para salir corriendo.
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