Desde casa siempre resulta fácil jugar al fútbol. No duelen las patadas ni los balonazos, jamás nos rompen la tibia o el peroné y no hay nadie que maldiga a nuestra madre o que nos saque una tarjeta roja sin que hayamos hecho absolutamente nada. Tampoco hace frío. Nosotros vemos los huecos, los pases imposibles, el escorzo más conveniente para los regates y hasta los segundos exactos que quedan para que todo termine. Los que están en el campo viven otro partido que no tiene nada que ver con el nuestro. Por eso no entendemos muchas veces lo que está pasando. Durante años veíamos cómo Las Palmas acababa casi siempre goleada en los campos pequeños del Norte de España. Hoy pudo haber sido otro de esos días. Empezamos perdiendo con un gol tan accidental como inesperado, uno de esos goles que otras temporadas solo era la antesala de una goleada y de muchos contraataques. Pero eso era antes. Hoy el equipo se repuso, empató, volvió a empatar otra vez cuando la Ponferradina se puso nuevamente con ventaja y no ganó de puro milagro. No encontramos muchas fisuras en este equipo. Ni siquiera cuando lo vemos por la tele. Toca ganar en casa nuevamente para seguir arriba, aunque espero que vistamos el azul y el amarillo que aguardaba la gente de la peña de La Bañeza. No puedo creer que jugáramos con calzón blanco para no coincidir con la Ponferradina. Si es por esa razón, cuando estábamos en Primera teníamos que haber cambiado el equipaje contra casi todos los rivales. Extraña ver a la Unión Deportiva vestida con otras combinaciones que no reconocemos. Alguien me contaba no hace mucho que su padre había perdido buena parte de su memoria, pero que sin embargo jamás olvidaba los colores de la Unión Deportiva Las Palmas. Aunque apenas recuerda su nombre y casi no reconoce a sus hijos y a sus nietos, jamás deja de saltar ante cualquier gol de su equipo. Muchas veces no sabe ni contra quién se enfrenta ni lo que se está jugando, pero desde que reconoce el pantalón azul y la camiseta amarilla espanta al olvido casi tan lejos como al fracaso. Espero que ese hombre haya saltado hoy con los dos golazos de Las Palmas. No hay desmemoria que pueda con las pasiones que se fraguan en la infancia.
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