Los finales no siempre son imprevistos. No recuerdo a Guedes, pero siempre será el mito, vi jugar a Tonono cuando era muy pequeño y a Germán no tuve la suerte de seguirlo en sus grandes momentos. No había nacido cuando jugaron Padrón “El Sueco”, Ángel Arocha, Timimi, Miguel “El Palmero”, Pacuco Jorge, Rosendo Hernández, Lobito Negro, Alfonso Silva, Mujica, Luis Molowny, Felo, Vicente González o Correa. Betancort fue el mejor portero canario de la historia. David Silva me parece un jugador excepcional con un currículum que será difícil que vuelva a igualar algún futbolista de las islas. Jesé y Pedro son grandes jugadores, lo mismo que lo fueron Felipe, Barrios, Gerardo, Juanito, Narciso, Alexis, Orlando, Socorro o Toni Robaina. Siempre ha habido mucho talento en estas islas, pero para mí no ha habido ninguno como El Flaco.
Juan Carlos Valerón ha dibujado en cada pase, cada control y cada regate lo que yo dibujaría si me pidieran que representara el fútbol canario. Y además es noble, humilde, como casi todos los grandes que realmente son grandes más allá de lo que hacen. Se va dejando esa estela de los mitos que se quedan para siempre en el recuerdo. Esta tarde, en el estadio de Gran Canaria, viviremos uno de esos momentos gloriosos que jamás olvidaremos. Valerón es de los jugadores que se han quedado en los fotogramas de nuestra memoria. No recuerdas una jugada concreta. Es una suma de genialidades lo que hace grande a un futbolista. Vamos a tener la suerte de despedirlo en casa, vestido de amarillo y con un estadio que se pondrá en pie como pocas veces lo habrá hecho. Creo que deberíamos retirar la camiseta con el número 21 y colgarla bien visible en el Gran Canaria como hacen en la NBA con los jugadores que han marcado una época. El paso del tiempo se lleva por delante todo lo que algún día fue joven, novedoso o sorprendente; pero ese mismo tiempo, como decía Borges en la literatura, es el gran antólogo, el que coloca todo en su sitio y el que realmente escribe las páginas gloriosas de lo que vamos viviendo. Aplaudamos a ese genio que salió de Arguineguín casi sin hacer ruido y que se retira sin más estridencias que los aplausos que ha recibido en todos los campos que ha visitado en los últimos veinte años. Mañana dará la vuelta al mundo esa retirada de un genio irrepetible. Pongámonos en pie donde quiera que estemos cuando abandone el campo. Que resuene su nombre en todas partes. A partir de ahora será la memoria la que se encargará de hacerlo cada día más grande.
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