Me lo recordó mi amigo Jesús Fernández mientras veíamos el partido. Jesús y yo tenemos la misma edad y vimos mucho fútbol del bueno en el Estadio Insular, vimos a Germán y a Tonono, a Brindisi, a Morete, a Narciso, a Coke Contreras, a Alexis Trujilo, a Orlando o a Robayna. Pero vieron más otros aficionados que acuden al estadio de Gran Canaria, vieron a Silva y a Mujica, a Guedes, y mucho antes vieron a Pacuco Jorge o a Luis Molowny jugando con el Victoria y el Marino. Jesús me recordó lo que dijo Ángel Cappa cuando entrenaba a Las Palmas. El entrenador argentino, catador de la belleza futbolera y sabedor de los mitos de este deporte, dijo una frase sobre los aficionados de Las Palmas que quizá deberíamos recordársela a Ayestarán antes de que sea demasiado tarde. “Cuando el cemento sabe de fútbol”. Da lo mismo que el estadio sea nuevo, que sea frío, que juguemos un lunes o que esté medio vacío. Aquí se sabe de ese fútbol que he nombrado recordando a varios jugadores, pero también podría recordar al Luis Molowny entrenador, al gran Pierre Sinibaldi, que venía del Anderlecht y que fue precursor de la defensa adelantada, a Miguel Muñoz, a Roque Olsen, a Pacuco Rosales, a Paco Jémez antes de que desoyera la coherencia, o a Quique Setién, que supo conectar con la sapiencia, el mito y lo que buscaba ese cemento desde hacía muchos años. El Celta, que es un equipo de nuestra Liga, que siempre ha sido un rival cercano a los aconteceres de la Unión Deportiva, se puso cero a tres, y marcó luego dos goles más incluso con un jugador menos sobre el campo. Y el Celta no es un Leganés o un Éibar que venga a encerrarse en su campo, ni un Barça o un Madrid que te asuste con sus estrellas. Al Celta había que jugarle sin complejos y sin reservas en el banquillo, de tú a tú, buscando el balón y tratando de proponer esa belleza que propone Jonathan Viera antes de que el balón pase por sus piernas. Y no sé ustedes, pero ni yo, ni creo que ese cemento del que hablaba Cappa, entienda que la Unión Deportiva pueda dejar a tres jugadores internacionales (Vitolo, Rémy y Lemos) en el banquillo, eso me parece una boutade peligrosa, una incoherencia, una declaración de cobardía justo cuando te presentas ante tu afición jugando con un equipo que se entiende que propone tu mismo juego. Solo le faltó a Ayestarán dejar en el banquillo a Jonathan Viera para hacer un pleno al cinco de internacionales a la sombra. No lo entiendo, y entiendo todavía menos que, a no ser que mediara lesión, a Vicente Gómez se le deje en el banquillo todo el encuentro. Lo poco que sé de fútbol lo aprendí en ese cemento del Insular del que hablaba a Ángel Cappa, y en ese cemento, que un jugador tan determinante, inteligente y creativo como Vicente no tenga ningún minuto perdiendo dos a cinco contra el Celta me dice que Ayestarán sabe poco de lo que aquí saben nuestros viejos ( y recordemos que los goles de Las Palmas fueron anecdóticos, después del minuto noventa, con el cemento más cemento y más vacío que nunca, y con dos goleadores, Vitolo y Rémy, que salieron al campo con todo perdido). Siempre intento ser optimista cuando escribo de la Unión Deportiva, pero hoy traicionaría a la memoria de ese cemento que tanto sabe de fútbol si no escribiera esto.
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