A veces solo nos salva lo que creemos, lo que hacemos y lo que seguimos intentando. Mirar atrás también es un aprendizaje si cuando miramos aprendemos a valorar lo mucho que hemos mejorado y también esos milagros que parecían imposibles. Borges decía siempre que el mejor antólogo es el tiempo. Lo decía refiriéndose a la literatura, pero podríamos aprovechar esa cita para referirnos también al fútbol, una entelequia, al fin y al cabo, como la que crean a veces las ficciones con sus nudos y sus desenlaces. Hemos llegado a la mitad de la travesía. Si miramos atrás veremos que no ha sido fácil navegar después de tantos años lejos de un océano tan complicado y, por momentos, tan revuelto y turbulento. Si alzamos la mirada hacia delante creo que esos horizontes que difumina la distancia nos parecen menos complicados que hace unos meses, o por lo menos ya creo que nos consideramos tan buenos navegantes como la mayoría de los equipos que nos acompañan en Primera División. Cerramos la primera vuelta fuera del descenso, con jugadores que no existían en septiembre o en octubre y que ahora no concebimos fuera del equipo titular. Bendito Setién solo por haber recuperado a Vicente Gómez o a Tana. Y por hacernos creer otra vez en la cantera. Y por jugar, con todas las consecuencias, al juego que llevábamos demandando desde hacía años.
Yves Saint Laurent repetía siempre que en la moda el estilo es eterno. Y también lo es en el fútbol. Nosotros, después de muchos años desnortados, después de haber visto a nuestro equipo en estadios de medio pelo y después de tantos y tantos experimentos fallidos, seguimos recordando el estilo de Silva y de Mujica, el de Germán, Tonono y Guedes, el de Brindisi, el de Narciso, el de Alexis Truillo, el de Coke Contreras, el de Robaina, el de Orlando, y por supuesto el estilo de Juan Carlos Valerón. Todo lo demás era mentira. Y ahora estamos en Primera, en mitad de esa travesía que sabíamos que iba a ser tempestuosa y complicada, y creemos a pie juntillas en que lo que nos queda será aún más grandioso. Sabemos a lo que jugamos. Ramón Gómez de la Serna, en una de sus muchas frases geniales, escribió una vez que si te conoces demasiado a ti mismo, dejarás de saludarte. A nosotros nos había sucedido algo parecido durante muchos años. Hablábamos siempre del fútbol canario y de la cantera, pero luego nos encontrábamos con planteamientos más propios del catenaccio o con jugadores que no tenían nada que ver con nuestra idiosincrasia. Creíamos conocernos tanto que nos estábamos equivocando todo el rato. Ahora todo es distinto. Y creo que estamos de acuerdo en que con este estilo llegaremos lejos. Y no solo es ganar o perder. Eso, y no porque lo dijera Coubertin, a veces es lo menos importante. Lo que vale es que nos divirtamos y que salgamos del estadio con esa sensación de que realmente nuestro equipo ha querido que su fútbol se parezca al que soñamos la mayoría de los aficionados.
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