El que resiste, gana. Lo decía Cela siempre que tenía ocasión. Resistir y seguir luchando. No desfallecer y creer en los sueños aunque a veces parezca que se viene todo abajo. No sé si recuerdan lo que muchos decían de la Unión Deportiva hace pocas semanas. Casi nos veían en Segunda. Lo mejor, además de resistir, es no hacer caso a los agoreros que luego, cuando ganas, te dicen que ellos siempre habían creído en ti, como todos los que ahora se pondrán la medalla por estos triunfos de Las Palmas. Seguimos en la brecha. Se jugó de maravilla frente al Barça, ganamos en Eibar y refrendamos ese buen momento con la goleada ante el Getafe. Queda mucho, pero el equipo ha demostrado esa personalidad de los valientes y de los osados que no dejan de avanzar y de apretar los dientes entre los cañonazos o entre el griterío de los furibundos que pasan del cielo a la tierra como esas estrellas fugaces que viajan hacia la nada. Y volverán los días aciagos y los malos resultados, es ley de vida y ley de fútbol; pero yo me conformo ahora mismo con comprobar que mi equipo sabe a lo que está jugando más allá del resultado o de la inmediatez pasajera de una jornada.
Es casi tan histórico mantenerse como haber ascendido, incluso diría que quedarte en Primera es un paso que nos vuelve a poner delante del espejo de nuestra propia historia. A la hora que terminó el partido, casi todos los niños estaban durmiendo. Mañana, cuando despierten y conozcan el resultado, se sentirán como nosotros cuando ganábamos casi todos los encuentros de casa en los años setenta. No se puede vivir del pasado, pero el pasado sí sirve para engrandecer el escudo que llevas en tu camiseta. Esos niños se aficionarán a Las Palmas como lo hicimos nosotros en su momento, y renovarán la ilusión con toda esa savia nueva que dentro de treinta o cuarenta años hará que se sumen otros hijos y otros nietos. A medida que pasan los años cada vez soy más escéptico y más descreído, pero también se multiplica la alegría ante lo que queda a salvo de las decepciones del tiempo. Y la Unión Deportiva siempre ha quedado salvo, aun en todos esos funestos años que hoy nos sirven para valorar todavía más lo que vivimos. Subió la marea, y de qué manera. Cuatro goles en una noche de marzo que no olvidaremos. Seis puntos en menos de cinco días. Hay veces en que los números se convierten en la mejor noticia. Los números y el eco de esos goles que parece que nos alejan cada vez más del abismo.
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