Escribía Neruda que las nieves eran más crudas en abril, aunque uno quería pensar más en la noche sosegada de Juan de la Cruz, o en el abril de romances y primaveras; pero no estaba la Unión Deportiva para regalarnos primaveras. No lo está hace tiempo, y parece un castillo de naipes que se ha venido abajo y que se tendrá que reconstruir de nuevo. Así sucede siempre. Nada es eterno, pero a veces nos duelen algunos finales. Éibar fue un naufragio, un final de viaje, un epílogo que nadie hubiera imaginado en octubre o en noviembre, un ejemplo más de lo que suele pasar en estas islas, un no saber cuidar lo que vale la pena, un dejar a la deriva todo lo que roza la belleza y el talento. Si fuera ajedrez, escribiría que este partido fue el jaque mate de un gran sueño que habíamos esperado muchas décadas.
El partido contra el Éibar era más trascendente de lo que muchos pensaban. Perdimos tres a uno. Y encima, cuando pudimos reaccionar después del golazo inolvidable de Lemos, nos vimos con un penalti en contra. A mí, la verdad, lo único que me consuela del encuentro es que no vestimos de amarillo.
Estos días sonaban los tópicos por todas partes como suena esa música de fondo, machacona y cansina, en los hilos musicales. Todo el mundo repetía que lo de Setién era una cosa lógica del fútbol, que el fútbol es lo que es o que ese susodicho deporte (porque no olvidemos que es solo un deporte) a veces es injusto. Pero el fútbol, como digo siempre, se termina pareciendo a la vida (Setién diría que a una partida de ajedrez), y aquí lo único que importa hace mucho tiempo es el dinero. Los sentimientos los ponemos los aficionados (como esos seguidores amarillos que no dejaron de animar en Ipurúa toda la tarde). Todo lo demás es oferta y demanda, y ese parné que cuando llega a la casa del pobre suele arrasar con todo lo que se le pone delante. Pasara lo que pasara en Éibar, Setién, por lo menos para quien esto escribe, es el mejor entrenador que ha pasado por Las Palmas en casi cuarenta años. Por señorío, educación, saber estar y, sobre todo, porque concibe el fútbol como lo concebimos muchos aficionados de Las Palmas. Lo que venga ahora será una incógnita. Y a todos nos apena lo que ha sucedido; pero ocurre lo mismo si un jugador destaca tres partidos. Todo lo desestabiliza el dinero. Me quedo con todo lo bueno que nos han dejado Quique Setién y Eder Sarabia. Tiempo al tiempo. Acabaremos contando lo que hemos vivido como cuentan los viejos las grandes gestas del pasado. Da lo mismo que no ganáramos nada. Fuimos felices. Y eso, en el mundo que vivimos, ya es más que suficiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario