Horacio ya escribió hace muchos siglos que había que aprovechar el día y no pensar en el mañana. Cuando llega la alegría o la belleza hay que saborear cada instante y no dejar que esa nube del futuro que no existe oscurezca lo que brilla intensamente. De ese carpe diem horaciano deberíamos aprender también en el fútbol porque a veces el futuro, lejos de ser un aliado, se convierte en un destrozador sin escrúpulos que se empeña en arrasar con todo lo que fue bello. El ciclo Setién se acabó hace un tiempo. Estos partidos solo son para que los borre el olvido cuanto antes.
El estilo Setién no solo era el arabesco, la construcción de cada jugada desde nuestro campo, la libertad del talento y el disfrute del aficionado que casi se tenía que pellizcar para reconocer como cierto el fútbol que estaba viendo. También era la presión agobiante al contrario, la lucha sin tregua y la solidaridad en el esfuerzo de los once jugadores que saltaban al campo. Así fue como ganamos dentro y fuera de casa muchos partidos, y eso será lo que nos quede a pesar de los varapalos que estamos sufriendo últimamente.
Del partido en San Mamés me quedo con la entrega y el ejemplo de nuestra afición y con las palabras de Vicente Gómez al final del encuentro pidiendo disculpas a esa misma afición que no se merece la imagen que su equipo mostró en Bilbao. Recuerdo el tweet de Vicente el día que Setién anunció que se marchaba. Le agradecía lo mucho que había aprendido a su lado y lo que había disfrutado jugando al fútbol. Vicente no partía con la ventaja de la magia innata que tienen otros jugadores de Las Palmas, pero con esfuerzo, con constancia y con el trabajo diario ha ido creciendo cada día un poco más como jugador. Creo que es el espejo en el que deben mirarse todos los canteranos, por su humildad, por esa constancia y por tener la cabeza en su sitio. Lo de Bilbao puede pasar en cualquier momento, pero la actitud es lo único que nunca debe fallar, por la historia de esa camiseta, por lo que representa, por Beltrán, Tonono o Guedes, por Germán, por Brindisi o por Contreras, por Vinny Sanways o por Juan Carlos Valerón, pero sobre todo por la memoria de todos los aficionados que ya no están entre nosotros, y por los que están y seguimos soñando con nuestro equipo. Por el fútbol, por esos niños que no entienden nunca la desidia y esas goleadas que tanto nos destrozan los ánimos futboleros. Gracias Vicente por entender todo eso.
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