Cuando llegamos hoy al estadio de Gran Canaria nos encontramos una gran noria. En principio no estaba funcionando, pero no recordábamos que la vida y el fútbol se mueven con los mismos ritmos y las mismas subidas y bajadas que las norias. Unos días estás arriba y otros abajo. Unas noches tocas el cielo y otras te acercas peligrosamente al infierno. Hoy nos tocó terminar arriba, en lo más alto, ganando y respirando satisfechos al final del partido. Quince minutos antes del final estábamos abajo, y la verdad es que veíamos difícil que el mecanismo del azar se moviera y nos volviera a elevar a las alturas. Otros partidos habíamos caído en los últimos minutos. Hoy ganamos. Siempre he escrito que la suerte no iba a estar eternamente en nuestra contra. Pero también he sostenido que la suerte sólo la encuentra quien la busca. Me quito de nuevo el sombrero ante Paco Jémez. Fue fiel a su estilo y le ganamos a un señor equipo que podría estar perfectamente en Primera División.
Jugó Jorge Larena y ganamos el partido. No tuvo la soltura ni el desparpajo de los que llevan muchos partidos, pero logró mantener el equipo armado y supo poner la inteligencia en todo lo que intentaba. Les recuerdo que Josico, la temporada pasada, cuando jugaba tan poco como Jorge en ésta, parecía un jugador acabado, y ya ven ahora cómo está rindiendo cuando sale al campo. Por tanto hemos recuperado a Jorge para el resto de la temporada. Y también hemos descubierto que su alumno más aventajado, Vicente Gómez, tiene mucho que decir en el futuro. Me gusta la demarcación en la que ha jugado hoy, y sobre todo me gusta cómo lo ha hecho. Puede ser la combinación perfecta de Busquets y de Juan Guedes. Ojo al futuro que viene de la mano de Vicente Gómez. Partidazo a pesar de algunas precipitaciones. Otro mérito de Paco Jémez su reconversión en el campo.
Pero quien estaba en el terreno de juego era Jonathan Viera, y eso son ya palabras mayores. Cuanto más lo veo jugar más entregado estoy a su forma de entender el fútbol. Somos unos afortunados por tenerlo en nuestro equipo. No sé lo que aguantará porque vendrán muchos grandes a intentar ficharlo, pero los dos o tres detalles que nos deja en cada partido nos seguirán llevando al estadio cada quince días como quien acude a ese restaurante en el que sabes que siempre hay alguna delicatessen que quedará grabada para siempre en tu recuerdo más sibarita. Lo mismo podría escribir de Vitolo. Desde que coja el ritmo volverá a llenar de sutileza y poesía el juego de su banda.
Hoy no voy a escribir del árbitro. Me molesta que haya expulsado a Jémez. Habría que sacarlo en volandas de los estadios por su contribución al fútbol bello y al espectáculo. Era mentira que no sabíamos ganar. Ganaremos muchos más partidos y estaremos arriba toda la temporada, pero no me gustaría estar en la piel de Paco Jémez. Tiene una veintena de jugadores que pueden jugar y que merecerían ser titulares indiscutibles. Qué me dicen de las jugadas de Pedro Vega o del gol de Quiroga, otro que se suma a la fiesta. Les recuerdo que no pudieron jugar Josico, Guayre o David González, y que no olvidamos a Juanpe o a Armiche. No éramos unos locos soñadores. La noria se movía con su propio mecanismo, pero más tarde o más temprano iba a terminar poniéndonos a la altura de nuestro fútbol y de nuestro compromiso con el espectáculo. Hoy estamos todos un poco más felices.
PD: Le pediría al responsable de la megafonía del estadio que no nos silenciara poniendo el himno a todo volumen según pita el árbitro el final del partido. Hoy nos hubiera encantado que los jugadores hubieran escuchado el eco ensordecedor de nuestros aplausos. También el otro día, contra el Girona, dejaron que el árbitro se marchara sin escuchar la música de viento que mereció su desvergüenza.
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