El único aficionado de la Unión Deportiva que debe estar alegre ahora mismo se llama Juan Antonio García Melián. Sólo sé que es de Agüimes y que a la salida del estadio de Gran Canaria había una señora con un pequeño megáfono gritando que había encontrado su cartera. La señora jugaba con la socarronería canaria y decía que en ese caso no se había producido un robo como el que hoy sufrió el equipo amarillo. La encontró en el suelo y su intención, si no aparecía el dueño, era llevarla a la policía. A esta hora supongo que García Melián estará dando saltos de alegría si está leyendo este texto o si ya le han avisado del hallazgo. La señora repetía que menos mal que fue ella la que encontró la cartera y no el árbitro que hoy se suponía que debía impartir justicia en el partido que enfrentaba a la Unión Deportiva Las Palmas con el Girona. El trencilla, al que me niego a ponerle nombre para no hacerle publicidad (la mejor venganza es siempre el olvido y el silencio) sí que nos robó la cartera pitándonos un penalti más que dudoso en el último minuto y no queriendo ver uno posterior a favor de Las Palmas en el descuento.
Se nos ha vuelto a quedar cara de tonto. Vale que Paco Jémez dice que esos goles en los momentos finales se deben a fallos del propio equipo. Estoy de acuerdo con él, pero no me negará que en circunstancias normales, y a pesar de esos fallos infantiles en el marcaje, el Girona nunca habría empatado si no se pita ese penalti y se mira para otro lado cuando hay que pitar el otro. Qué pena esas pistas de atletismo. Todo queda lejos, para el árbitro y para ese portero impresentable que también tenemos que devolver cuanto antes al olvido (quién es, quién ha sido, adónde ha llegado: no es más que un mindundi provocador e inmaduro que tampoco verá escrito aquí su nombre). El nombre que sí escribo es el de Jonathan Viera. Qué quieren que les diga: yo hoy vi tres o cuatro jugadas que quedarán grabadas para siempre en mi memoria (eso es lo que tienen los grandes y los que valen la pena, que se asientan para siempre en nuestro recuerdo tirando de su talento y su genialidad). No voy a describir ninguna de esas jugadas, pero si el fútbol estuviera estructurado por géneros como la literatura, esas creaciones sólo se podrían concebir como poesías sublimes sólo al alcance de los elegidos. Tampoco me quiero olvidar de los detalles de Armiche. Dará mucho que hablar. Tiempo al tiempo. Tiene descaro, velocidad y una técnica exquisita. Y qué puedo decir de Josico. Cuando se va el equipo se desmorona. Los otros tienen que aprender cuanto antes y ser capaces de repetir lo que él hace. Su ausencia se nota sobre todo en la presión. No hay inteligencia ni ayudas, y en un visto y no visto el equipo contrario se planta en nuestro área. Esto sigue siendo fútbol. Por tanto viva la fiesta, aun cuando nos toque llorar últimamente y además a última hora, que es cuando más amargo es el llanto. Yo decía en la entrada anterior que la mala suerte no podía durar siempre, y lo mismo escribí en la contracrónica de hace dos partidos, y en el partido del Huelva, y en el del Granada e incluso en el del Betis. Faltaba el colmo de la mala suerte: que te metan un gol decisivo en el último minuto del partido y de penalti más que dudoso, o por lo menos de un penalti de los que habitualmente no se pitan, y menos al equipo de casa. Digo yo que llegados al colmo, a partir de ahora sólo cabe ir mejorando. No quiero creer a Paco Jémez cuando dice que el equipo no está para luchar por el ascenso. Supongo que buscará una motivación renovada en los jugadores con esa cura de humildad y que, al mismo tiempo, pretende que los aficionados aprendan a valorar la salvación como el gran objetivo irrenunciable. Ni en la vida ni en el fútbol sabemos qué pasará mañana, pero sigo siendo optimista a pesar de estos varapalos que nos están echando abajo las ilusiones de los fines de semana. No sé si es verdad que se perdió más en la guerra de Cuba. Pero hoy necesito tirar del tópico para consolarme. Por más que busco no encuentro ningún argumento razonable.
Grande, Santiago. Con lo cabreado que salí del estadio has hecho que, a pesar de todo, me salga una sonrisa.
ResponderEliminarGenial....
ResponderEliminar