Si el fútbol no fuera un deporte de imposibles no hubiera enganchado a nadie en estos dos siglos. Yo vi perder varias veces al Barcelona en el Insular, con Cruyff, con Neeskens, con Schuster, y hasta vi cómo derrotábamos al Barça de Maradona (aunque luego perdiéramos la semifinal de Copa en los penaltis) en un encuentro que hubiéramos ganado por goleada si Masciarelli hubiera estado más acertado todas las veces que se quedó solo delante de Urruticoechea. Aquel día Félix Marrero, con el apoyo de Benito, frenó al astro argentino cuando estaba en su mejor momento. Ya sé que ha llovido mucho desde entonces y que hemos pasado de dos o tres extranjeros a distancias siderales en el presupuesto y en las plantillas. Así y todo siguen jugando once contra once y el estado de ánimo, la motivación o el saltar al campo pensando que eres el mejor del mundo puede llamar al milagro y a esos imposibles de los que hablaba al principio. En una situación casi tan desesperada como la que vivimos ahora le dimos la vuelta al marcador y le marcamos tres goles al Madrid de la Quinta del Buitre en diez minutos. Ya sé que no se vive del pasado, pero ese pasado existe para que recordemos el simbolismo de nuestra camiseta, lo que representa ese escudo y lo que genera en muchos aficionados de todas las edades sembrados por todo el planeta.
Estos días me acusan de ser crítico con Las Palmas en mis comentarios. Ojalá pudiera escribir algo distinto y no ver cómo salimos a empatar, con esa camiseta de la que hablo, contra el Leganés, y encima terminando sin ningún jugador canario en el terreno de juego, cuando nos estamos jugando la vida y el descenso. Se equivoca quien cree que los que criticamos lo que se hace mal somos unos desleales seguidores de la Unión Deportiva. También se equivocan los que creen que estamos deseando que pierda. No querré nunca que pierda Las Palmas ni en los amistosos de cualquier torneo de verano y aguachirle. Si le ganáramos al Barça podríamos salir del descenso, y sí, ya sé que hoy por hoy ese equipo es casi inalcanzable, sobre todo si Messi decide jugar a la pelota como sabe. Pero hasta que comience el partido tenemos que recordar las viejas gestas, y yo invitaría a los responsables de la Unión Deportiva a que le pusieran a los jugadores, justo antes de saltar al campo, los vídeos que existen de aquellas noches memorables. También entonces el Barça era un equipo de otra galaxia y nosotros estábamos lejos de sus oropeles, sus figuras y su presupuesto. He visto de todo en el fútbol, y me gustaría ver cómo la Unión Deportiva le gana al Barça de Messi, Piqué, Busquets y Luis Suárez. No es imposible, y si lo es, el fútbol, mientras sea fútbol, siempre deja una rendija por la que colarnos en la gloria de los días inolvidables.
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