No podría imaginarme nunca a un equipo de Menotti jugando como un equipo de Bilardo; ni a un conjunto entrenado por Arsene Wenger jugando como jugaría el Bilbao de Javier Clemente que nos condenó a Segunda División torciéndonos para siempre nuestra confianza y nuestra historia. La primera parte de hoy parecía fuera de todos los guiones que uno podría imaginar en un equipo entrenado por Paco Jémez: patadones, ausencia de más de dos pases seguidos, entrega de la iniciativa al equipo contrario y apatía en lugar de entusiasmo. Reconozco que respiré intranquilo, no tanto por el partido, que siempre es un hecho casual, sino por un posible cambio de sistema que nos alejara del Gran Canaria y que nos hiciera pasar los canales de la tele buscando algo bello que regalarle a nuestros ojos ya atónitos y sufrientes de tanta realidad marrullera y perversa. Fue un mal sueño, una pesadilla pasajera. Se conoce que en el descanso Jémez recondujo a los jugadores y logró que por lo menos intentaran hacer lo que han venido haciendo buena parte de la temporada. No había muchos mimbres donde elegir. Los que jugaban entre destellos están casi todos lesionados. Pero ya volverán. Sin embargo, quienes jugaron hoy demostraron en la segunda parte su profesionalidad y su implicación con este equipo y con el sistema que propone su entrenador. Finalizamos el partido acorralando en su campo al equipo rival, tuvimos un par de ocasiones clarísimas y, sobre todo, mantuvimos a cero nuestra portería. Este último dato resulta crucial. Si no nos marcan goles no nos ganarán ningún partido. Parece una perogrullada, pero está claro que la inseguridad defensiva de las doce últimas semanas es la que nos ha colocado a las puertas del abismo. Matías Lequi es un gran fichaje, y después de ver cómo se ha manejado hoy está claro que es el hombre encargado de mantener concentrada y ordenada a la defensa y a las líneas de presión del mediocampo. Esa concentración defensiva ha propiciado, por ejemplo, que Josico aguantara todo el partido(en otros encuentros tenía que defender como tres jugadores, y entre ese esfuerzo adicional y su edad no pasaba nunca del minuto sesenta). Jorge, en cambio, no termina de ser el que fue. Igual nos sorprende y termina echándose el equipo encima. De momento tengo que reconocer que mis deseos de hace unas semanas se vienen abajo con las evidencias y con la apatía y la falta de confianza que demuestra a la hora de liderar el juego del equipo. Quizá Matías Lequi le pueda servir de ejemplo: un jugador veterano, de calidad contrastada y con personalidad se impone siempre en el campo de juego, da lo mismo la categoría en la que juegue o el tiempo que haya pasado sin vestirse de corto. No valen disculpas. Si nunca le hubiéramos visto jugar no le pediríamos nada y hasta le aplaudiríamos el esfuerzo, pero jamás vamos a consentir que se borre del centro del campo quien estaba llamado a ser el alma de la actual Unión Deportiva, el Germán o el Brindisi encargado de escribir los guiones que luego han de interpretar el resto de compañeros.
Seguimos sin ganar, pero por lo menos no hemos perdido ni hemos recibido goles. Se ha logrado detener la sangría, y eso era muy importante. Ahora toca vencer al Huesca el próximo fin de semana. No hay más opciones. Tenemos que jugarnos el futuro sin los fantasistas y sin los talentosos, sin Viera y sin Vitolo. Igual este año, si encadenamos unas cuantas victorias, nos podemos acercar a la promoción. Si no es así, el objetivo es salvarnos cuanto antes, seguir madurando como equipo, y presentarnos la temporada que viene en disposición de ir a por el ascenso desde la primera jornada. Hasta que no recuperemos a los lesionados careceremos de la fuerza que teníamos a principios de temporada, pero con la paulatina reincorporación de éstos, con la subida de un par de canteranos más (Tyrone, Hernán y Roque), con la consolidación de muchos de los que han llegado (Lequi o Quero) y con los que se han reivindicado (Quiroga, Armiche o el mismo Pollo en el partido de Tenerife) podemos estar hablando de futuro sin salirnos del presente y sin plantear sueños imposibles. La paciencia es siempre una virtud necesaria. Vamos a dejar que todo se coloque de nuevo. Creo que vienen buenos tiempos a muy corto plazo. Los caminos se recorren poco a poco, y los primeros pasos suelen ser los más difíciles y al mismo tiempo los más determinantes. Luego todo pasa por querer jugar al fútbol, por no despertarnos un día y encontrar un Kresic en lugar de un Jémez en el banquillo. Eso sería como para un culé encontrar a Helenio Herrero o a Venables en lugar de Cruyff o de Guardiola. Las pesadillas, cuanto más lejos mejor. Y hoy, con la imbatibilidad de Barbosa, hemos alejado un poco una de las que más zozobra nos provocaba esta temporada.
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